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Las cosas de W&CC así como de ALMAYARA.

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sábado, marzo 28, 2020

Esfuerzo y diversión


Dijo Picasso que cuando llegase la inspiración tenía que sorprenderle trabajando. Con ello, nos mueve a la reflexión sobre el talento y la disciplina.

También el filósofo José Antonio Marina, en su obra “Anatomía del miedo”, se refiere a ello. Recuerda que tras las improvisaciones de un buen bailarín hay muchas horas de barra. Traducido a nuestro deporte (el yudo) diremos que tras el talento de un movimiento que parece personal (igual hasta lo es) hay mucho uchi-komi (repeticiones como siempre ha sido, como marca el maestro).

Se suele apreciar en deportes (sobre todo deportes) a jugadores que aparecen por lo que llamamos generación espontánea. Luego, en un análisis más profundo nos damos cuenta de que algunos no paran en su formación; no dejan el balón, no dejan de hacer escalas (los músicos), son auténticos obsesos... lo cual no les quita, en absoluto, lo de placentero que tiene para ellos lo que hacen.

En nuestra escuela siempre hemos dicho que la clave del éxito está en saber aplicar el cóctel (“cocktail”) que mezcla a partes iguales esfuerzo (trabajo) y diversión (placer). Necesitamos de ambas. Si sólo ponemos esfuerzo acaba pesando lo que hacemos y si sólo ponemos diversión, otros pueden acabar resentidos y nosotros defraudados. Pero para acabar aplicando esa mezcla tan sabiamente hay que estar seguro de cuáles son nuestras verdaderas motivaciones. Es peligroso esforzarse en lo que no le gusta a uno.

Hoy en día, lamentablemente, estamos acostumbrados a ver abogados que hubiesen querido ser buenos músicos, policías que les gustaría haber sido grandes atletas… Muchos estudiaron lo que sus padres les aconsejaban. Desoyeron la llamada de la inspiración, del talento, de aquello para lo que uno vale realmente. ¡Y qué importante es eso!

Hoy día lo vemos claramente con personas a nuestro alrededor que se multiplican inhumanamente en sus esfuerzos. Son capaces de doblar su rendimiento y sin condiciones para hacerlo. Y eso por qué lo hacen. Seguramente porque saben que hacen lo que tienen que hacer, porque lo que hacen lo hacen porque les colma como seres humanos. No voy a hablar de que tienen vocación, - que seguro que sí la tienen -, de ser médicos, de ser cajeros, de ser limpiadores, de ser transportistas… ¡Benditos sean!

Hablo ahora de lo que estoy llamando vocación, pero me refiero a la de ser útil, a la de hacer sociedad. No me refiero a la de aprovecharse de cómo está la sociedad, que también los hay. Me refiero a los grandes héroes que nos rodean y también al que con su silencio ayuda a no enturbiar, al que no molesta, al que en vez de pedir responsabilidades busca soluciones, aunque sean las suyas (para él y los suyos). Insisto aquí en la fábula del colibrí; que cada cual cumpla con su parte.

Hoy día (siempre añadiría yo), dar ejemplo es fundamental. Es necesario tener líderes como estamos viendo que los tenemos. No hablo de grandes políticos sino de profesores, de periodistas de a pie, de gentes sencillas, que desde su ejemplo son capaces de influir en quienes les rodean, de insuflar ánimos con su sola presencia y actitud.

El refranero nos aporta, en este sentido, algunos ejemplos como eso de “cría fama y échate a dormir”. Claro que también está aquello de “porque un perro maté, mataperros me llamaron”. Pero eso ya es otra cosa, porque el acento está puesto en lo que “hacen otros”. Tú cumple tu parte (cría fama - buena si puede ser -) y olvídate de los demás. Haz sociedad, como decía Yigoro Kano el fundador del yudo.

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editado por...Wladi Martín @ sábado, marzo 28, 2020
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viernes, marzo 27, 2020

El caballo


Veo que en estos días cobra especial interés el pasar el rato, distraerse. Se pasa el tiempo libre consumiendo ingentes cantidades de películas (de las que podemos llamar de ocio), series intrascendentes - si se me permite la expresión -, libros de ficción (novelas), vídeos (de mantenerse en forman física, por ejemplo)…

Algunos - los menos – recurren a realizar labores creativas. Otros, que tienen hijos, se aprestan entretenerles. Todo vale.

Tengo un amigo que apunta que son pocos los que aprovechan para enriquecerse en lo científico. Tiene, sin duda, razón. (Como todos. Todos tenemos razón; la nuestra).

El caso es que comprobamos lo importante que resulta (hoy más que nunca) el empleo de nuestro tiempo. Eso nos lleva a grandes preguntas que ahora (más que nunca) podemos hacernos. El futuro. Qué pretendemos ser. Quiénes somos ahora.

Esta es una pregunta general que tiene respuestas particulares, cada cuál tiene la suya. Gracias a eso, también, cada cual es diferente. Dice Woody Allen, en una de sus películas, que no entraría en un club en el que hubiera alguien exactamente como él. También tiene razón. La diferencia nos enriquece.

Todo esto me lleva a colegir que, dado a que todos somos diferentes, también experimentamos realidades diferentes. De ahí la importancia de la empatía (“capacidad de identificarse con alguien y compartir sus sentimientos).

En circunstancia similares “cada cuál habla de la feria según cómo le va en ella”, como dice el refrán. Eso me recuerda un chiste fantástico.

A dos hermanos (uno optimista y otro pesimista) les dejan un regalo a cada uno, en Reyes Magos. Al pesimista le dejan un fantástico regalo y, tan pronto como lo ve, el pesimista empieza a ver defectos, sin siquiera ponerse a disfrutar (jugar) con el regalo.

En cambio al optimista le dejan unas heces envueltas en papel. El chico al descubrirlo vuelve a envolver con cuidado su regalo y lo porta con cuidado. Pero muy nervioso se pone a recorrer la casa por todos lados. Hasta que su padre alborozado por la broma le pregunta qué le pasa.

El niño optimista contesta, visiblemente emocionado, que le han regalado un caballo, que éste ha cagado y se ha marchado. Eso es lo que busca.

En estos días algunos andamos buscando nuestro caballo más que nunca. Y eso que en las manos estamos llenos de mierda. Habrá que lavarse con cuidado, pero van a hacer falta muchos caballos.

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editado por...Wladi Martín @ viernes, marzo 27, 2020
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jueves, marzo 26, 2020

La carga


Hoy toca aparentar. Eso que solemos hacer casi inconscientemente propongo que lo hagamos a conciencia. A ver si consigo explicarme.

Propongo que aparentemos tener calma, precisamente para tener calma. Es decir que lo que propongo es mantener una actitud fingida que nos imponga lo que creemos no tener. A fin de cuentas cuando aparentamos hacemos lo mismo. Simulamos (fingimos tener) lo que en realidad creemos no tener. Ahí viene eso de aparentar tener mucho dinero (o poco dinero, que de todo hay) o un gran coche, o una mujer de campanillas (todas demuestran serlo) o unos hijos listísimos, o tener el mejor móvil, o el cuñado más listo… ¿Qué trabajo nos costaría, en estos momentos, aparentar calma, tranquilidad,resiliencia…?

Parece que a algunos les va la vida en recordar que ellos tenían razón (igual la tenían) ¿Y qué?

Parece que algunos sacan algo (algo sacarán) criticando a los demás, a gente que ni siquiera conocen y que, seguramente, pronto olvidarán. Muchos reparten consejos muy contrarios a las medidas que toman gentes con estudios, a expertos a los que lapidarían (ya lo hacen virtualmente, si se me permite). Se ponen a su altura y no dejan de estar muy por debajo en cuanto a preparación, por no decir en cuanto a capacidad intelectual.

¿Tanto nos costaría simular en estos momentos que nos sumamos al sentido común dejándonos de ocurrencias? ¿Tanto nos costaría sumar en lugar de restar?

Lo cierto es que la mayoría suma y esa es nuestra esperanza. Cada uno que cumpla su parte como el colibrí apagando el incendio. La pena es que no seamos todos. Pero entonces hay que volver a lo del colibrí: “yo cumplo mi parte”. Los demás que hagan lo que crean que tienen que hacer. Este mensaje es para los valientes que cumplen con su parte (algunos incluso son conscientes de ello).

Aparentar es una palabra arriba utilizada que conviene aclarar. Se trataría de dar una apariencia y, para ello, nada mejor que ser auténticos. Un árbol que aparenta dar sombra es por su frondosidad (por su espeso ramaje), no por fingir nada.

Si uno cree que va a darse un baño refrescante y resulta luego que el agua está tibia es culpa de uno mismo no de la charca o del sol. Aquí la apariencia la pone el que se imagina algo que no resulta como realmente es.

Esto me recuerda el cuento de los dos monjes que iban a cruzar un río y se encontraron con una mujer joven y hermosa que también quería cruzar, pero no se atrevía. Así que uno de los monjes la subió sobre sus hombros y la llevó hasta la otra orilla.

El otro monje enfureció. No decía nada pero hervía por dentro. Lo que había hecho su compañero estaba prohibido. Un monje budista no debía tocar a una mujer. Su compañero no sólo la había tocado, sino que, además, la había llevado a hombros.

Tras recorrer varias leguas en silencio llegaron al monasterio. El monje enojado amenazó con decirle lo ocurrido al maestro por tratarse de un acto prohibido.

Su compañero inquirió sobre lo que le estaba hablando. El monje, que todavía estaba muy molesto, añadió que había llevado sobre los hombros a una hermosa mujer.


El otro monje se rió y le contestó:

“Sí, yo la llevé sobre los hombros. Pero al cruzar el río la dejé sobre la otra orilla; muchas leguas atrás. Tú todavía la sigues cargando.”

Lo dicho, pongámonos al servicio de los demás; no es ninguna carga. Liberémonos de nuestro peso al llegar a la otra orilla y no carguemos con lo que no nos corresponde.

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editado por...Wladi Martín @ jueves, marzo 26, 2020
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martes, marzo 24, 2020

El presente


Un personaje de Lluvia fina de Luis Landero le dice a otro “No sé si es bueno contar o no las cosas. No lo sé. Quizá hay historias que no deben contarse, asuntos del pasado que es mejor que sigan perteneciendo para siempre al pasado”. Y le contestan: “Es difícil saberlo, pero ya está, ya pasó. Ahora te queda seguir adelante.”

Es genial y hace que pensemos en el pasado de cada cual y, sobe todo, en el presente. Aunque parezca mentira, en estos días, merece la pena pensar en el presente sin engancharse en el pasado (y mucho menos en el futuro). Otro personaje, en el mismo libro, dice “Y ahora ya sabe con certeza que los relatos no son inocentes, no del todo inocentes, y que no es verdad que a las palabras se las lleve tan fácilmente el viento. No es verdad. Todo cuanto se dice queda ya dicho para siempre, y sólo con la muerte se consuma por completo el olvido y se logra el silencio y, con él, la paz definitiva”. Lo que lleva a reflexionar no sólo por el pasado sino también por la palabra, por lo que se dice. Es importante (desde el presente) saber lo que se dice. Y sobre todo sería recomendable no decir lo que no se sabe. O dicho de otro modo, decir que no se sabe, ser un poco humilde. Como lo que me falta a mí aquí y ahora, que igual ni sé lo que digo. Sólo me anima a seguir pensar que muevo a reflexionar sobre cosas importantes: el pasado – quiénes fuimos -, el presente -quienes somos – y el futuro – quienes queremos ser -.

Hablando del futuro y citando también el mismo libro de Landero (Lluvia fina), uno de sus personajes dice también: “Milagrosamente, el futuro ya no la apremia ni abruma con sus amenazas. Al revés, de pronto se presenta ante ella como un refugio idílico de paz”. O sea que, de alguna manera, se consigue la paz – en el presente y para el futuro – por algún mecanismo. Y no voy a desvelar más. El que quiera saber más que lea la novela; es recomendable. Y lo mismo saca conclusiones diferentes a las que yo he sacado. Diré que, para mi, queda claro que se deshacen las ataduras de los personajes (que son muchas y claustrofóbicas) a través de lo que son capaces de decir (de la palabra). Algún personaje estaba enganchado en pasajes del pasado y sólo logra liberarse por medio de lo que acaban siendo capaces de decir (de reconocer, de revisar…).



Como dice Rick Warren “somos producto de nuestro pasado, pero no tenemos por qué ser su prisionero”. Y añade Bill Cosby “el pasado es un fantasma, el futuro un sueño y lo único que tenemos es el presente”. Es decir que si te alimentas de recuerdos vives en el pasado y si sólo piensas en tus planes o ensoñaciones vives en el futuro. En ambos casos se pierde uno el presente, el aquí y ahora Esa actitud nos impide pensar o ser conscientes de lo que decimos, de la palabra (la nuestra y la de los demás). No escuchamos ni nos escuchamos; no somos conscientes.



En resumen, lo que aquí planteamos es el valor del presente, de lo que hacemos y de lo que decimos. Claro que el pasado hay que solucionarlo, pero sin dejar de pensar que igual no tiene solución (no al menos en el pasado). La solución que tenemos que buscar – si se me permite la expresión - es que el pasado “no dé más por saco”. La solución hay que buscarla desde el presente y para el presente.

En cuanto al futuro, ya llegará. Lo importante es el presente. Lo importante es estar en paz aquí y ahora, en plena consciencia. El futuro realmente es la muerte y para ella nos preparamos en el presente. No es tan grave si se alcanza la paz interior.

Y como no quiero acabar estas líneas de manera tan “trágica” vuelvo a apostar por el presente y el de quienes nos rodean. Sin olvidar nuestros temas (la palabra por ejemplo) puede llegar a ser placentero el ayudar en el presente de quienes nos rodean. Alegrarles un poco, colaborar un mínimo a que su entrono resulte más cómodo, hablarles, entretenerles, sacar una sonrisa, jugar.

Ya volveremos a lo de los abrazos.

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editado por...Wladi Martín @ martes, marzo 24, 2020
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lunes, marzo 23, 2020

El espejo


Como cada día (de momento) escribo un poco; no para sentar cátedra – ojalá fuera tan listo – sino porque me resulta placentero y me entretengo. Hace poco ni siquiera podía dedicarme a estos menesteres, me suponía un gran esfuerzo. Pero he perseverado y ahora se ha vuelto una tarea casi fundamental. Además recibo estímulos (comentarios) importantes, de gente importante para mi, que me animan a seguir con mi faceta de escritor.

Cuando hablas y notas que no te escuchan sientes una frustración proporcional a la alegría de saber que te leen lo que escribes; es una pasada.

En estos días en que tan poquito se puede hacer por los demás, es cuando más se puede hacer. Me explico. Se suele decir que cuando tener buenas intenciones no ayuda es importante, al menos, no molestar. Eso nos lleva a dar ejemplo con nuestra actitud, pero sin mostrársela a nadie (ya serán ellos los que lo vean… si quieren). Dicho de otra manera, ¿has preguntado si el otro necesita tu asistencia? Un poquito de humildad que lo mismo no necesita lo mismo que tú necesitas. No impongas.

Pero no quiero dejar la reflexión sobre que lo poco que podemos hacer, en estos días, es mucho. Sobre todo desde estos valores de no molestar, de tener humildad y respeto… En estos días tan proclives para desarrollar cuestiones propias que de otro modo no desarrollaríamos, es momento de dar ejemplo, si se puede. A falta de otras cosas es importantísimo el alimento moral que nos proporciona la voz de un ser querido aunque sea a través de un aparato de telefonía. Hemos descubierto la importancia de hablar, de escuchar. Hemos descubierto la verdadera importancia de esos aparatitos que hemos dado en llamar “móviles”. Y, una vez más, la acción individual - de los individuos – dentro de una masa -, es brutal. Empezamos a lograr colapsar la Red pese a los 4G, los 5G y los satélites en los que antes confiábamos. ¿Que sería de la energía de esa misma masa aplicándose, por ejemplo, a la protección de la naturaleza, haciendo acopio de amor…?

Ojalá que aprendamos la lección del cosmos, o como carajo lo quiera llamar cada cual. Ojalá seamos sabios por una vez en nuestras vidas, por lo menos que tengamos un poquito de sabiduría para mitigar esa cualidad tan humana de la desmemoria. Esa desmemoria que nos hace tropezar dos (y tres y cuatro…) veces en la misma piedra.

Nada volverá a ser lo mismo… ¿o sí? Seamos también buenos alumnos y que la lección la aprendamos sin reservas, sin soberbias. Nos han dado una lección y de nada vale aquí el famoso “y tú más”. Si volvemos la vista hacia el otro no hemos aprendido nada. Dicen que le preguntaron al maestro: “¿Qué es la ira?” Y él contestó: “Es el castigo que nos damos nosotros mismos por el error de alguien más”. (De nuevo se asoma la teoría del espejo).

La teoría del espejo, es de Jaques Lacan, médico psiquiatra y psicoanalista francés, conocido por los aportes que hizo al psicoanálisis basándose en la experiencia analítica y en la lectura de Freud. La teoría del espejo viene a recordar que la construcción de nuestra identidad personal se produce a través de la captación de uno mismo en otros.

Bien es cierto que el psicólogo francés se refería a una etapa en el desarrollo del ser humano (aparición del yo en el niño) y que se basaba en teorías que ya existían. Aquí nos referimos a esa cualidad de ver en los demás algo propio (bueno o malo; es igual). Nos referimos al porqué uno ve unos programas de información o humor y otros no. También nos referimos a esa incomodidad que nos producen ciertas personas (incluso amigos) cuando vemos en ellos algún defecto (según nuestro criterio). Cuidado que igual no es más que un reflejo de ese espejo y somos nosotros los que en algún lugar (a veces el ego se encarga de ocultarlo, incluso a nuestros ojos) tenemos es posible defecto.

Ahora nos referimos a ese espejo desde el lado en que es uno mismo el que emite imágenes. Es momento de seleccionar lo que emitimos. Si se ha de llorar, no pasa nada por mostrarlo, pero si es para que nos den mimitos a nuestro ego, mejor dar la vuelta a la cara y que nadie lo vea. Cuida tu espejo y cómo decía Pirandelo “así es, si así os parece”.

Ánimos.

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editado por...Wladi Martín @ lunes, marzo 23, 2020
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Una historia de Buda y la paciencia a través del agua fangosa

Lo hemos encontrado por ahí y merece la pena:

LA PACIENCIA DE BUDA.
Un día Buda y sus discípulos decidieron emprender un viaje durante el que atravesarían diversos territorios y ciudades. Un día en el que el sol brillaba con todo su esplendor, divisaron a los lejos un lago y se detuvieron, asediados por la sed. Al llegar, Buda se dirigió a su discípulo más joven e impaciente:
-Tengo sed. ¿Puedes traerme un poco de agua de ese lago?
El discípulo fue hasta el lago, pero cuando llegó observó que un carro de bueyes comenzaba a atravesarlo y el agua, poco a poco, se volvía turbia. Tras esta situación, el discípulo pensó “No puedo darle al maestro esta agua fangosa para beber”. Por lo que regresó y le dijo a Buda:
-El agua está muy fangosa. No creo que podamos beberla.
Pasado un tiempo, aproximadamente media hora, Buda volvió a pedir al discípulo que fuera hasta el lago y le trajera un poco de agua para beber. El discípulo así lo hizo. Sin embargo, el agua seguía sucia. Regresó y con un tono concluyente informó a Buda de la situación:
-El agua de ese lago no se puede beber, será mejor que caminemos hasta el pueblo para que sus habitantes nos den de beber.
Buda no le respondió, pero tampoco realizó ningún movimiento. Permaneció allí. Al cabo de un tiempo, le pidió al mismo discípulo que regresara al lago y le trajera agua. Este, como no quería desafiar a su maestro, fue hasta el lago; eso sí, tenía una actitud furiosa, ya que no comprendía porqué tenía que volver, si el agua estaba fangosa y no se podía beber.
Al llegar, observó que el agua habia cambiado su apariencia, tenía buen aspecto y se veía cristalina. Así, recogió un poco y se la llevó a Buda. Este miró el agua y le dijo a su discípulo:
-¿Qué has hecho para limpiar el agua?
El discípulo no entendía la pregunta, él no había hecho nada, era evidente. Entonces, Buda lo miró y le explicó:
-Esperas y la dejas ser. De esta manera, el barro se asienta por sí solo y tienes agua limpia. ¡Tu mente también es así! Cuando se perturba, solo tienes que dejarla estar. Dale un poco de tiempo. No seas impaciente. Todo lo contrario, sé paciente. Encontrará el equilibrio por sí misma. No tienes que hacer ningún esfuerzo para calmarla. Todo pasará si no te aferras.

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editado por...Wladi Martín @ lunes, marzo 23, 2020
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sábado, marzo 14, 2020

Echinacea y propóleo


Somos muy poco dados a dar consejos así es que vamos a decir lo que creemos nosotros (y hacemos). En estos días de saturación de consejos, recomendaciones, restricciones… nos atrevemos a recordar (no hablamos de milagros, por supuesto) que el sistema inmunológico humano es una maravilla, pero que se puede colaborar con él. Por ejemplo, hace poco he descubierto que la (molesta) fiebre que acompaña a muchas de las enfermedades que nos pueden aquejar es para subir la temperatura. ¡Vaya descubrimiento!

La mayoría de los virus se mueren a latas temperaturas. Lo malo es que en cuanto tenemos unas décimas atacamos ese síntoma sin saber que es una defensa. Lo ideal sería aguantar un poco.

La mayoría de los consejos que hoy nos dan se caen de pura lógica; para hoy y para siempre.

No hablar escupiendo a la gente, lavarse frecuentemente las manos, no toser en sitios cerrados o por lo menos taparse con un pañuelo, si se hace en sitio cerrado (y lego lavar el pañuelo, claro), aislarse para no contagiar cuando está malo (y no hacerse el valiente yendo a currar con fiebre o mandando a los niños al colegio pachuchos, por ejemplo); ¿os suenan esas recomendaciones?

Sigamos con lo que he llamado el sistema inmunológico, o sea la defensa natural del cuerpo contra las infecciones como las bacteria y los virus, a través de una reacción bien organizada. Y con eso que he llamado colaboración. Recomendamos ahora la echinacea que según hemos encontrado escrito en Internet es una planta herbácea y perenne, que puede llegas a medir un metro de altura. Originaria de Norteamérica, se cree que lleva utilizándose desde hace siglos por las tribus indias de este continente para curar las heridas de las flechas o las picaduras de serpiente. Ya a principios del siglo XX, se adopta en Europa. Sus flores son muy similares a las margaritas, de tonos rosáceos o púrpuras. Su nombre proviene del griego “Echinos”, que significa “Erizo”, por su cabezuela central, llena de espinas.

Cuando recomendamos la echinacea no estamos recomendando ninguna marca, claro. Pero sugerimos que uno no se conforme con productos que simplemente llevan echinacea y menos si van mezclados con propóleo. Sólo son recomendaciones, ojo. Y las argumentamos.

La echinacea es a corto plazo, por así decirlo, mientras que el propóleo es a más largo plazo. Aunque ambos colaboran con el sistema inmunológico la echinacea se debe de tomar durante menos tiempo, es decir que ahora sería un buen momento. Mientras que el propóleo se puede mantener algo más en el tiempo (aunque también tiene sus limitaciones, claro está.

Esperamos no habernos metido en ningún jardín y, sobre todo, que esto que hemos recogido, aquí y allá, de gente que sabe mucho más que nosotros, sea útil para quien se haya molestado en leerlo.

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editado por...Wladi Martín @ sábado, marzo 14, 2020
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jueves, marzo 12, 2020

Honra merece quien a los suyos parece

TENÍA ESTO POR AHÍ... ASÍ ES QUE LO PUBLICO.

Puedo presumir mucho de padres y no lo suelo hacer. Se ve que inconscientemente no me siento capaz de inspirar que se sientan ellos orgullosos de mí. He hecho lo que he podido… Pero ellos han hecho algo más que eso.

Hoy voy a hablar de mi padre.

Recuerdo dónde vivía mi padre (al ser él el hermano varón, mayor de seis retoños), cuando ya no vivía allí, pero sí alguno de sus hermanos y, por supuesto, sus padres. Una especie de camarote de los hermanos Marx.

Podía haberse acogido a no ponerse a estudiar porque tenía que trabajar. Ya lo he oído muchas veces a gentes a las que ahora dedico estas líneas. Mi padre se puso a estudiar y a trabajar; y no tenía ningún progenitor que le costease la feria. Estudió violín acabando con Premio Sarasate y tuvo tiempo de estudiar Bellas Artes acabando con premio fin de carrera. Además, se puso a trabajar allá donde era requerido su violín (así fuera en un circo entre payasos) y llego a ser intercalador de los famosos dibujos animados españoles de la familia Telerín, que invitaban a los pequeños de cada casa a acostarse con su canción: “Vamos a la cama”.

Pasado el tiempo lo que sí tuvo que hacer fue elegir entre la música y los pinceles. Le dio por la música y sacó plaza en dos grandes instituciones: el Conservatorio Superior y la Orquesta Nacional de España (ONE). En el Conservatorio acabó catedrático, tras oposición, y en la ONE, no se conformó con su plaza de primer violín sino que se fue a por la de viola;  que sacó también por oposición.

Tras la jubilación, dejó el violín y volvió a los pinceles (o lapiceros en este caso) revelándose un muy talentoso retratista. Además, no todo iba a ser pintar, aprendió a tocar el piano, además de mostrarse un auténtico arregla-todo.

Ya me gustaría a mí, pese a los desvelos de mis padres, parecerme un poco más a ellos. Me quedo con el ejemplo que suponen, para mi, mis progenitores y no me desanimaré, porque me queda rato para alcanzarles. Seguro que los que han leído esto tienen ejemplos similares de esta generación. ¡Menuda 
generación!

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editado por...Wladi Martín @ jueves, marzo 12, 2020
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Coronavirus. COVID-19


En estos días en que se amontonan las medidas, las cancelaciones, las suspensiones… las restricciones, quiero dejar alguna reflexiones añadiendo – lo siento – que son para tranquilizar y no para alarmar. Para empezar me gustaría decir que soy periodista y profesor de yudo; un simple periodista y un simple profesor de yudo. Por eso y porque tengo por costumbre respetar todas las opiniones, sobre todo la de los que saben más que yo, asumo las medidas tomadas con la naturalidad del que sabe que serán las mejores, aun cuando tenga otra opinión. Será porque soy muy listo como la mayoría de aquellos con quienes me cruzo y me dan la suya (que Alá nos libre de lo que proponen esas opiniones).

Pese a ser profesor de yudo veo en esta suspensión de nuestras clases la oportunidad de reconsiderar si es tan importante este deporte para nosotros. Seguramente la respuesta es sí. Pues precisamente tendremos que recordar que el yudo enseña aquello, tan poco practicado, de “ceder para vencer”: Eso por un lado, pero por otro hay que poner en valor que también están la familia, la amistad, la Naturaleza… que ahora, en Madrid, se pueden potenciar.

Lo que veo un disparate es el alarmismo de los que corren al súper como si esto fuera una guerra con desabastecimiento de productos de primera necesidad. De los que intoxican las más de las veces por desconocimiento del daño que hacen (cuando tienen conocimiento del daño que hacen todavía es peor).

Esta es una ocasión como pocas de encontrarse a uno mismo. Yo, por ejemplo, por mis circunstancias personales, estoy en una fase en la que cuando descubro que algo no me gusta en los demás pienso que es porque yo, en el fondo, descubro una de mis muchas flaquezas. Quizás por ello me “engancho” con los alarmistas. No comprendo que buscan… Pues está claro que combatir el miedo. O sea que debo de tener miedo, en el fondo. Dicho de otro modo, como algunos tienen miedo yo también lo tengo y no lo quiero reconocer de ahí que no quier alarmismos.

A lo mejor es buena ocasión para analizar, aunque sea “pardamente” esto. Con los medios que tengo vamos a reconocer que puedo tener miedo y, por tanto, no quiero hablar de ello pensando aquello de que “lo que no veo no existe”. Pues es el primer paso, el reconocimiento: ¿a qué? A que tengo miedo: ¿a qué? ¡Pues a morirme coño! Y no será ésta unja magnífica ocasión, en el fondo, de hacerlo. Algo por lo que todos me recordarán y se compadecerán; pobrecillo. Fenomenal cubierta la dosis de adulación ya que no la he conseguido descubriendo un medicamento, ni escribiendo un libro famoso, ni siquiera marcando un gol importante. A fin de cuentas me he de ir tarde o temprano.

Espero que este texto sea catártico pero también entiendo que, tal como se ha puesto, algunos hayan dejado de leer hace tiempo.

Por supuesto que tomo algunas medidas que estoy harto de escuchar y que rayan en la lógica más elemental, haya COVID-19 o no lo haya. Pero no puedo hacer más y me niego con mi conducta a avivar alarmismos y actitudes masivas poco cívicas. Lo que si hago es otra reflexión sobre las conductas individuales masivas ahora que estamos viendo sus consecuencias. Ya podíamos poner nuestro granito de arena en otras cosas, como por ejemplo, en luchar por nuestro Planeta, por nuestra salud mental y la de los que nos rodean…

Hagamos lo que hagamos, hagan lo que hagan, acabará pasando todo y nosotros hablando de ello. Tiempo al tiempo. Lo malo es qué hacer con ese tiempo, así que vuelvo al principio, para acabar. Aquí van, si se me permite. algunos consejos: montar en bicicleta, correr, caminar, charlar con amigos, con familiares o con seres queridos, leer, meditar, escribir, bailar, tocar algún instrumento musical, estudiar, escuchar música, cocinar, ordenar fotos viejas, ordenar en general, revisar ropa vieja, hacer limpieza, hacer nueva lista de propósitos como si fuera año nuevo, jugar, colaborar en las tareas de la casa, limpiar (dentro y fuera), respirar (no nos olvidemos de respirar, por favor), etc. (Seguro que a ti e te ocurre otra lista similar).

Feliz coronavirus.

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editado por...Wladi Martín @ jueves, marzo 12, 2020
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