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Las cosas de W&CC así como de ALMAYARA.

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miércoles, diciembre 26, 2007

VÁIS A ACABAR CONMIGO... Y ME ALEGRO

Los que hoy me odian me acabarán apreciando, o sea, poniendo precio. Será tal la paz que les quede cuando acaben conmigo que se encontrarán un poco vacíos, encontrarán el valor (el precio ese). Entonces llegará el reconocimiento, la constatación de lo mucho que les hacía sentirse vivos… ellos que –como yo- no dejan de llevar una miserable vida (¿Y cuál no lo es?)

Pero acabarán conmigo, lo tengo claro. Lo harán porque les he dado una razón para mover esa parte del cuerpo que ni es espalda ni son las piernas todavía. Eso les llena de importancia, de ‘yoísmo’ y tienen, por fin, algo más en qué pensar que las cosas en que pensamos los normales, como yo, como tú que me lees ahora; gentes que no hacen de su vida un montón de dinero o de polvo blanco o de pildorita.

No me cuesta ningún trabajo pedir perdón. Lo hago muy a menudo y, casi siempre, porque creo que me he equivocado –me equivoco, luego existo-. Además, tengo plena consciencia de que me equivoco un número indefinido de veces cada día que paseo mi mortal existencia por este jardín de higos –chumbos- que llamamos vida humana. Mis equivocaciones son mías, una vez asumida la equivocación fatal de mis santos padres que dieron en concebirme; que esa no es mía pero es el origen de todas las demás. Además, mis perdones son míos pero me los dan los que les da la gana y noto que cada vez son menos o más condicionales. Están hasta los güevos de que les pida disculpas y van poniendo rintintín a sus perdones (que son suyos).

A mí, alguna vez me han pedido perdón y me han dejado cascado. Me han roto el alma un poquito, casi sin darme cuenta. Por eso tardo un pelín más en dar mi perdón, porque no tengo costumbre; no por duro o insensible, que es más bien lo contrario. Mi perdón suele ser humedecido de blandura y baba; quizás no sea tan limpio como el de quien lo otorga pensando en otra cosa.

Lo bueno es que no espero que nadie me pida perdón, aunque sí que reconozco el deseo donde aparece. Me he tirado muchos años tumbado para saber reconocer ese deseo y tener una idea (confusa, eso sí) de qué hacer con él. Normalmente me lo meto por donde me cabe o lo meto por donde me sobra, como hace todo el mundo, no te jode –nunca mejor dicho-. Pero, ya digo que… esperar, esperar… no espero más que el final de las horas que me llegará como a todo el mundo. Cuando acaben conmigo.

Lo malo de decir o escribir lo que se piensa es que la gente acaba pensando (también, que ya es algo) que eso que escribes es todo lo que piensas. Pues no. Además, yo pienso lo que me da la gana. Y cuando me da la gana lo dejo de pensar. Y cuando me vuelve a venir en gana lo dejo por escrito como ahora, que no sé por qué me ha dado por perder unos minutos escribiendo, cuando podría estar montando en bicicleta ya que no tengo un rocín (pero sí prometo ponerme una bacía de barbero a modo de yelmo). El caso es que parece que he dado duro en el YUDIARIO y me vengo a refugiar en las páginas de éste, mi vomitorio, en el que cabe la poesía, la fotografía, lo íntimo y lo público, caben niños y gigantes y sólo si te estiras en la ensoñación se te asoman los pies por el frío espacio que deja Internet.

Fíjate tú que no me gusta herir sentimientos, y que lo que mayormente busco es desahogo, cuando noto que me endiñan. Pero a algunos, como a mí mismo, se nos nota que nos enamoramos de algunas personalidades (no personas, que, a veces, también) y nos quedamos enganchados. Claro que tengo ventaja sobre casi todos estos enamoradizos papanatas. Ya he explicado que crecí mucho tumbado en un diván en casa de una estupenda señora argentina. Crecí casi hasta la altura de la insignificancia que ahora me permite ver las cosas desde las cimas de mis sueños, por más que siempre me veo obligado a mirar hacia arriba –cosas de la talla-.

El caso es que sigue revoloteando mi ocurrencia de llamar frutería a un establecimiento al que me veo obligado a acudir entre 10 y 30 veces al año, dependiendo del año (y también dependiendo de las reacciones que provoca el YUDIARIO o mi afilada pluma de kevlar). También he debido de excederme al poner motes a falsos personajes porque resulta que la ‘peña’ enseguida se ve retratada en ellos. Jopelines, qué susceptible anda el patio. A mi me llaman de todo desde tiempos inmemoriales. Claro que yo casi siempre estaba donde no tenía que estar o donde era muy diferente a los demás. Primero era el hijo de los violines en la tierra del gua, las chapas y la peonza. Los gitanos me intentaron dar un paliza como hicieron con mi padre. Luego descubrí que no eran gitanos. Pese a todo, yo tuve más suerte o ya llevaba la mala leche paterna en mis venas. Luego estuve en la tierra de los blancos abusones y, pese a ser rubiales, decían que sí, pero menos, que si era español, o sea, como ellos, pero menos. Asistí a lo que luego se llamó Apartheid y no puedo presumir de haber hecho amigos negros, como tampoco los tuve gitanos en Caño Roto. Al volver de la tierra de los springboks pasé un tiempo en la de los quinquis; todo un cambio. Luego me intentaron acomodar con los niños de Sebago, Agua Brava y ‘loden’… todo fue inútil. Tampoco estaba en mi sitio y se manifestó cuando me tuve que deshacer del ‘Cholón’, aquel chaval que con 15 años ya medía 190 cm. No vamos a seguir porque la infancia se me acabó, aunque sigo empeñado en rememorarla cuando no me duelen los huesos de la espalda, ni me molestan las muelas. El caso es que me enseñaron a leer mal. Cuando me dicen la ‘ese’ con la ‘i’ digo SI. Pero cuando me dicen: la ‘ene’ con la ‘o’, también digo SI. Así me va. ¡Que sí, que sí!

Me jode tener enemigos, porque no los voy buscando, pero me salen por todas partes. Menos mal que algunos (poquitos) son de talla. Así me voy dando importancia. Lo malo es cuando me enfango en tonterías con gente pequeñita (como yo); gente que tendría que ser de mi club, de los mortales que se han de buscar unos a otros para hacer esto más llevadero. Entonces noto que se me va la vida y, para colmo, mis alergias y mierdas no me aconsejan tener perro (a mí que tanto me consolaba mi fiel perrito mil-razas). Pobre de mi; qué miserable soy que sólo me quejo de lo mío y no soy capaz de ver que sigo siendo un privilegiado en medio de tanta caca de vaca.

Lo que deberíamos hacer (si me lo permiten) es pensar en los privilegios que la vida va poniendo a nuestro alcance. Algunos han venido a presumir en mi puta cara de que no se dedican al yudo. Me lo dicen a mí que llevo toda la vida trabajando descalzo y lo recibo como una bofetada; como una más. Me lo dice gente que vive del yudo, o de los yudocas, por decirlo de alguna manera. Me quedo perplejo. Me dicen que me obsesiono con el yudo, que hay mucho más (me lo dice gente que quiero y hasta se apartan de mi quienes creen que dedico demasiado tiempo al yudo). Que os den por el casto ojete queridos hermanos (y primos y familiares en general, que todos somos hermanos a los ojetes del señor). Me meto yo con los que se tiran el pegote porque se han comprado un coche muy bonito cuando lo que pagan es parte de su impotencia galopante. Claro que yo sólo me he comprado una vez en mi vida un coche nuevo y fue por equivocación, Era un Sköda y lo pagué a medias con una novia que se llevó la mejor parte (la pasta). El resto del tiempo voy cogiendo las hierbas que otros arrojan.

Por cierto, hace años que no felicito las Navidades ni a Dios. Las hemos convertido en un ‘show de teleñecos’ y a veces me da pudor participar en él, aunque me toque hacer de rana Gustavo, el reportero más dicharachero. Además, les tengo respeto a mis amigos y conocidos y, entre ellos, cada vez cuento con más agnósticos, ateos, musulmanes, descreídos, anticlericales, ácratas, anarquistas… (gente bien todos ellos). No obstante, tampoco me va a pasar nada (ni bueno ni malo) por desear FELICES FIESTAS (éstas de invierno y todas las que traiga el año –el nuestro, que mis amigos chinos siguen con el mismo año y no lo van a cambiar aún-)

Pues eso; como decía mi abuelo ‘a comer fuerte, a peerse fuerte y a enseñarle los cojones a la muerte’, con perdón.

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editado por...Wladi Martín @ miércoles, diciembre 26, 2007
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martes, diciembre 25, 2007

En todos lados cuecen habas


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editado por...Wladi Martín @ martes, diciembre 25, 2007
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lunes, diciembre 24, 2007

Chaladura con Dover

Lo de la música es de familia y si no... mira mi sobrina a los pocos meses de nacer cómo se afana en sacar los mejores sonidos a su composición


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editado por...Wladi Martín @ lunes, diciembre 24, 2007
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