wladiario

Las cosas de W&CC así como de ALMAYARA.

contador de visitas

sábado, agosto 25, 2012

Paseo en bici dedicado a los que me felicitaron el cumpleaños


La mañana estaba fresquita. O era más temprano que otros días. No sé. No miré el reloj. Hace años que no llevo el dichoso aparatito en la muñeca.

Yo tenía más fresquito que otros días atrás. Eché un vistazo por la terraza y no vi actividad. Para ser sábado, demasiada calma. Igual era más temprano que otras mañanas. Pero hacía más fresco, eso sí.

Preparé café, leí el correo electrónico y di una vuelta por las redes sociales. Me acordé de la sabia frase de Confucio: Exige mucho de ti mismo y espera poco de los demás. Así te ahorrarás disgustos.

No estaba la cosa para disgustos, con el fresquito que hacía y yo con los 53 tacos recién estrenados. Me cogí la taza de café humeante y me fui al cuarto de baño; el libro en el sobaco.

Veinte minutos dan para mucho. Vacié mis intestinos y leí unas 15 páginas de El topo. Otra maravilla de David John Moore Cornwell al que todos conocemos como John Le Carré. Acto seguido me enfundé en el disfraz de ciclista pero sin demasiadas concesiones. No uso casco ni maillot. Una simple camiseta sin mangas y un culote de rebajas (sin acolchamiento). Uno no va a dejar de ser yudoca porque monte en bici; digo yo.

Sin pensarlo mucho emprendí mi habitual ruta atravesando el parque de la colina; el que tiene en lo alto dos cosas simulando largos cuellos de cines en forma de corazón. De ahí pasé bajo el puente tercermundista con el que se libra la vía del Cercanías. Es como pasar bajo la historia negra del postfranquismo; toda una experiencia. Enseguida, pedaleé subiendo la suave inclinación del otro parque; paralelo al ferrocarril. Al llegar al Hospital observé asombrado que había tardado un par de minutos menos que otras veces. No tenía ni idea de por qué. No sentía haber apretado más. Ni mucho menos.

Tras rebasar el Hospital accedí al camino que va sobre el Henares.

Me encontraba estupendamente así es que apliqué fuerza al acto de pedalear. De manera que llegué enseguida al Parque Europa y decidí bajar por el camino de tierra en lugar de por la carretera.

Entrada a Parque Europa

Al llegar a la glorieta no vi a la puta fea y gorda que estos días atrás buscaba clientes contoneándose como una hembra en celo. Igual era más temprano. Yo ya no sentía tanto fresquito. De hecho iba sudando.

Subí la lomita del barrio del Castillo y decidí dar la vuelta completa al diminuto asentamiento para recorrer un kilómetro más.

Al completar el giro accedí al camino por el que uno empieza a adentrarse en el Parque Regional del Sudeste. Dejé a mi lado izquierdo el Castillo –en realidad palacete- de Aldovea, que da nombre al barrio. Bajé gustoso hasta la tapia de las instalaciones de CLH y crucé la carreterita que acaba en los huertos de ocio. Al avistar la M-50 torcí por el camino que lleva a las Islillas de Mejorada del campo. Ya he dicho que llevaba el objetivo de hacer kilómetros. Me había fijado el propósito de recorrer 40 y necesitaba, por tanto, alargar el recorrido.

Desde Las Islillas continué hasta los paseos de San Fernando de Henares. Pasé el puentecillo de hierro sobre el Jarama y di toda la vuelta completa por la depuradora de aguas y los paseos de acceso a los huertos de la vega. Al volver al puente de hierro me encontré guardando turno para poder pasar la bicicleta por el estrecho pasadizo que se ha habilitado para impedir que se cuelen motocicletas. Volví a pensar en que igual no era tan temprano. Además, no hacía fresquito. Mi camiseta ya estaba empapada en sudor. Menos mal que la mayor parte del recorrido que había escogido transcurre entre árboles frondosos.

Puente sobre el Jarama llegando a San Fernando

Conseguí apresurar mi ritmo de pedaleo para rebasar a los dos grupos de ciclistas que habían demorado el paso por el puente. Ya estaba de vuelta a casa.

Al bajar la cuesta del barrio del Castillo apreté para ganar velocidad. Conseguí, como de costumbre, pasar de 40 Km/h. De manera que tuve que frenar un poco al llegar a la glorieta. Seguía sin estar la meretriz.

Tras rebasar la glorieta de la carretera de Loeches decidí ir –esta vez sí- por la carretera. Fue una sabia decisión porque las piernas empezaban a rezongar. Malditas perezosas. A pesar de todo, al coronoar, todavía subí un poco más hasta el estacionamiento del cementerio. Me gusta mucho pasar por los cementerios para recordar que sigo vivo.

Fue entonces cuando se me ocurrió un frase que anoto aquí ahora: “Hoy estoy dispuesto para morir. Hoy, por tanto, estoy dispuesto para vivir”.

Así es que volví a darle cera a la máquina que tenía entre las piernas. Enseguida se deslizó a más de 26 Km/h. Me pareció estupendo. Pocas semanas atrás, por ese mismo lugar me costaba llegar a los 20.

Cuando salí de la carretera para retomar el camino sobre el Henares vi a dos potrillos con su mamá yegua. Me gustó mucho la escena y pensé que aquellos caballos iban a pasar todo el día a pleno sol en medio del paraje amarillo de cereal tostado por el astro rey.

Como estos pensamientos son fugaces subido en una bicicleta me apliqué a lo que estaba; a pedalear. Le den por culo a los caballos, debí pensar. No me acuerdo.

Sin enterarme llegué al Hospital y decidí bajar por el parque para beber algo de agua de la fuente. No estaba muy fresquita que digamos. Igual no era temprano.

Desde allí me alejé un poco de la ruta para pasar por la avenida del barrio que han dado en llamar Mancha Amarilla, uno de los últimos en crearse en Torrejón de Ardoz. En realidad, la zona siempre se llamó Soto del Espinillo por la información que yo mismo he podido recabar.

Me gusta bajar embalado por esa calle llena de terrazas y comercios. Por las tardes están muy ambientados. En esta ocasión había poca gente. Igual era temprano. Yo iba fresquito gracias a la velocidad que llevaba con la brisa secando mi sudor pegado a la piel.

Al acabar la cuesta, como siempre, me metí sin frenar en el cruce. Me encanta esa pequeña y temeraria concesión a mi perpetua inmadurez. Un día lo pagaré caro. Estoy seguro.

Vuelta a pasar por el tunelito anacrónico en el que tampoco suelo aflojar y siempre pienso en al posibilidad de atropellar a alguien. Un día –ese alguien- lo pagará caro. Estoy seguro.



Atravieso la avenida de la Constitución y me dirijo hacia el parque de la colina. Ahí sigue con los dos cisnes rojos, o lo que sean, en lo alto.

Cruzo la carretera de la Base y me meto en la avenida de Madrid. Ya sólo queda un kilómetro para llegar a casa y no voy a llegar a los 40 que había decidido recorrer. Cachis…

Giro vehementemente por el borde del parque de Veredillas y le doy toda la vuelta. Ya lo tengo. Al enfilar hacia casa el marcador señala que me faltan sólo 200 metros para la cuarentena de kilómetros que había decidido recorrer. ¡Qué gilipollez! Menos mal que no me había dado por recorrer 100. Tanta inmadurez no queda por ahí.

Ya estoy en casa escribiendo mi relato del paseo en bicicleta y sigo sin saber si hacía fresquito o era más temprano. Mañana lo intento aclarar. Lo prometo.







Etiquetas: , , , , ,

editado por...Wladi Martín @ sábado, agosto 25, 2012
0- Comentarios a esta nota -

miércoles, agosto 22, 2012

Mañana correremos más deprisa


Sentado en la terraza espero al técnico que habrá de montar la cocina y validar la instalación de gas. Con eso, daremos por concluida la reformita acometida. Básicamente, hemos cambiado la encimera y el grifo del fregadero, además de pequeñas mejoras que ya iban haciendo falta.


Para matar el tiempo de espera me he puesto a leer El gran Gatsby de Francis Scott Fitzgerald. Acabo de terminarlo y se me han quedado prendidas las últimas líneas.

“Gatsby creía en la luz verde, en el orgiástico futuro que año tras año retrocede ante nosotros. Se nos escapa en el momento presente, pero ¡qué importa!; mañana correremos más deprisa, nuestros brazos extendidos llegarán más lejos… Y una hermosa mañana…

            Y así seguimos adelante, botes contra la corriente, empujados sin descanso hacia el pasado.”

Adelante, botes contra la corriente; hacia el futuro que apenas alcanzado desaparece. Adelante botes; luchad con fuerza para no dejaros arrastrar por ese pasado que tanto tira de nosotros.

Dice Eduardo Punset que “solo cuando se mira al pasado y al futuro en perspectiva se comprende que cualquier tiempo pasado fue peor y que cualquier periodo del futuro será mejor.

 Lo malo es que ese futuro mejor jamás se alcanza pues apenas estiras la mano para tocarlo ya ha mutado en presente. Y la barca se te va hacia atrás. Manos al remo de nuevo en el empeño de seguir hacia delante; hacia el futuro mejor.

Cuál Sísifos modernos, luchando contracorriente. Siempre me fascino el mito de Sísifo del que se dice era tan astuto que acabó chinando a los propios dioses. Tanto debió ser el enojo divino que lo dejaron ciego y condenaron a subir una gran bola de piedra a lo alto de un monte. Al depositar la carga, inevitablemente, la bola se ponía a rodar por la ladera y acababa de nuevo en su punto de origen haciendo baldío todo el titánico esfuerzo de Sísifo.

Algo así ocurre en nuestras vidas. Por eso, volveré al pasado para recordar esas hermosas palabras que han inspirado estas líneas en el WLADIARIO. “Mañana correremos más deprisa, nuestros brazos extendidos llegarán más lejos… Y una hermosa mañana…”

Etiquetas: , , , ,

editado por...Wladi Martín @ miércoles, agosto 22, 2012
0- Comentarios a esta nota -

martes, agosto 14, 2012

Calor y aburrimiento. Bendito calor... bendito aburrimiento


Del sillón a la silla; de la tele al ordenador. Soy el nómada del salón y no encuentro el rincón fresquito que buscaba mi perro hoy hace años ha muerto. Soy el elefante que busca su senda entre trompazos –cosas de la birra- y colmillo afilado a la espera de alguna multa en el buzón. Tengo que destruirlas antes de que baje la moral en alguno de los de mis filas.

Hace calor. Me suena que cada verano, por estas fechas y por estos pagos hace calor. Mucho calor. Luego llega el frío; mucho frío. Me suena que por estos pagos siempre es así: nueve meses de invierno y tres de infierno. Y yo moviendo los pucheros de Pepe Calderas. Hasta el gazpacho hierve en la cacerola y del botijo sale fuego.

También me suena que el aburrimiento llega como un bálsamo al que me acostumbro en unos minutos. Sospecho que siempre fui un vago reciclado. Mi dosis matinal de disciplina me disfraza del tío hacendoso que no soy. Cosas de la sociedad hipócrita que entre todos sostenemos cual colosos de Rodas.

No me gusta la sangría, prefiero el aburrimiento. Tampoco me gusta el tinto de verano que inventó una marca de refrescos gaseosos. Mariconadas. Pero la cerveza -esa sí que me gusta- nunca está lo suficientemente fría en verano. Te pongas cómo te pongas, siempre la recuerdas más helada de cómo realmente la bebes. Es cómo las vacaciones; siempre las recuerdas mejores de lo que realmente son. Por el contrario, también el trabajo trae peores momentos de lo que realmente recuerdas; sobre todo en estos tiempos de incertidumbre, que ya tuvieron sus precedentes en esta tierra incierta y en otros tiempos ciertos.

Tampoco me gustan las piscinas de verano, sólo tolero las de invierno –las cubiertas- que no se masifican; esas en las que da corte mear porque se nota. De hecho, hubo otro tiempo en que podía pasar por buen nadador. O sea, nada de nada. Lo que pasa es que el mar me pilla lejos y tampoco me gustan las playas, demasiada peña en plena metamorfosis rectilínea. Luego está la arenita que se te mete hasta el mismísimo saco escrotal –el que lo tenga, que si no profundiza aún más-. A mi me va más la costa de roca y aguas turbias, como el güisqui que me pongo de vez en cuando. También me gustan los lagos o los ríos anchos. Pero en España casi no hay; todo lo más embalses que se quedan de pena en verano si hay sequía y riachuelos que daría vergüenza ascender a río en otros continentes.

Claro que en otros continentes la ropa es más cara o inexistente. También la comida. En África andan tratando de comer piedras para engordar, como cantaban los Celtas Cortos. Aquí vamos a acabar en taparrabos y echando sal a las muchas rocas que salen de debajo de la tierra. Pero aún queda un trecho. Y mucho calor; también queda mucho calor para llegar al taparrabos; ya está ahí la Iglesia para quitar tentaciones.

De momento, si el calendario no miente, estamos a punto de atravesar la línea ecuatorial del mes dedicado a Augusto y que desplazó, junto al dedicado a Julio César, a septiembre. De hecho, septiembre debe su nombre a ser el séptimo y mira tú qué cosas. Por hacer acomodo y homenaje a los dos grandes césares en el calendario, acabó el noveno. Claro que también octubre (octavo), noviembre (el noveno) y diciembre (el décimo) corrieron sus correspondientes dos puestos. Digo yo que al menos a noviembre y a diciembre los podían haber dejado en su lugar (el noveno y el décimo) y así luego que siguieran septiembre y octubre. Claro que celebrar esa fantochada de la navidad en octubre levantaría ampollas. Sobre todo a los del olor a incienso y a culo pajero.

El caso es que el próximo mes, el séptimo por nombre, pero noveno por puesto, es el del retorno. La réentrée creo que la llaman los franceses. Así es que me voy a ir preparando el síndrome ese de los cojones. Sí, lo digo porque en realidad lo que pasa es que a uno no le sale de los cojones salir del marasmo para volver a la rutina hace poco abandonada. Bendita rutina. He leído por ahí, que la rutina es la que proporciona la economía de no tener que ordenar cada uno de los actos ni tener que tomar cada una de las decisiones que elipsa la automatización que proporciona dicha rutina. No me he enterado de nada. El caso es que rutina a mí me suena a contracción de ruta y tina. Es decir, a hacer el camino –el mismo camino siempre- metido en una lata o tina, o lo que es lo mismo, el utilitario que cuesta un riñón llenar de sopa para seguir en la misma rutina. Claro que de esa rutina también me he librado muy a mi pesar, que más días viajo en tren y bicicleta que en vehículo privado. Cosas de la crisis.

Feliz resto de verano, que de agosto ya nos queda sólo la mitad como quien dice.

Etiquetas: , , ,

editado por...Wladi Martín @ martes, agosto 14, 2012
0- Comentarios a esta nota -

lunes, agosto 06, 2012

Amarrado a la estaca


Van pasando los días y yo agarrado a la estaca, que, por cierto, también se mueve a gran velocidad. Todo es relativo y yo el que más; no es por presumir. Soy relativo a mi soledad, relativo a mi angustia, pero también relativo a mi optimismo que de vez en cuando sale de entre el nublado. Y por eso estoy aquí: relatando (de manera relativa, por cierto).

No consigo quedarme quieto por más que ya me duele la espalda de estar tumbado en el sofá (que también se mueve a velocidad endiablada). Mi quietud es la del madero a la deriva. Todo se mueve en rededor, incluso yo me muevo, pero eso sólo a costa de quedarme quieto, ¡claro! Me lo voy a hacer mirar… o lo mismo entro en política… laissez faire

Me ha explicado Punset, a través de su libro El viaje al poder de la mente, cosas que ya sospechaba pero que me hacían sentir muy solo. Ahora no comprendo esas mismas cosas, las sigo sospechando, pero me encuentro más acompañado. ¡Menudo alivio! Me acompañan islas en formación, todas en la misma formación y todas quietas para moverse a gran velocidad por el cosmos (por las autopistas sería imposible; menudas vacacioncitas).

Es la tele la que nos avisa de la cantidad de gente que se nos queda en la carretera; en estas fechas y en otras muchas. La tele ya no alivia como antes. Para eso está ahora Internet. Pero tiene su lío también. También hay canales, como quien dice. En Internet coges lo que quieres. Chateas, miras un video, escuchas música y hasta curioseas páginas de multitud de lugares raros, todos estancos, todos plasmados e irreales. Te mueves por todo el mundo estando parado frente a la pantalla. ¡Es la caña!

A ver si suelto la amarra de la estaca y sigo relatando. De momento, felices vacaciones.

Etiquetas: , , , ,

editado por...Wladi Martín @ lunes, agosto 06, 2012
2- Comentarios a esta nota -