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sábado, febrero 13, 2021

Alopatía

 (Escrito el 1 de febrero de 2021)

Hoy me ha llamado la atención una palabra: Alopatía. La RAE da la siguiente definición: Terapéutica en que se emplean medicamentos que producen efectos contrarios a los que caracterizan la enfermedad. Y me ha invitado a reflexionar.


O sea, que si por efecto de una enfermedad tienes frío, por la alopatía lo que se busca es calor. Si tienes frío por estar en pelota picada bajo una nevada… de eso ya hablaremos. Y lo bueno es que bajo este posible engaño hay todo un negocio. Como no se combate el origen del frío se puede perpetuar la “solución” que da la llamada alopatía. Ahí está el negocio, en no quitar la causa de ese frío, sino en combatirla. Se podría decir que el negocio está precisamente aliándose con la causa, porque se perpetúa al no combatirla.


Si, además, se provocan efectos secundarios, como, por ejemplo -se me ocurre -: excesivo sudor; de eso ya hablaremos también. Además, contra la excesiva exudación podemos dar un nuevo remedio o “solución”. Y así hasta el infinito.


Lo malo es que ya somos muchos, por lo visto, los que nos sentimos congelados ante la nevada y algunos, para colmo, empezamos a exudar en exceso.


En estos días se agudiza una costumbre muy humana que consiste en solidarizarse con quienes piensan como uno mismo. Esa costumbre lleva a su vez a no escuchar al que piensa diferente. Aunque sean muchos los que ya están hasta las mismísimas sudoríporas.


Conviene escuchar hasta lo que no le es grato a uno: puede haber sorpresas. Algo de razón hay en una teoría cuando nace. Por mucho que casi todo el mundo crea, por contra, lo convencional. Algo de razón tenía Galileo Galilei. Sin embargo fue condenado, ya viejo, por la Santa Inquisición, que venía a respaldar lo convencional, lo que todo el mundo pensaba. Ahora, siglos después, “se viró la tortilla”, (como dicen los cubanos). A ver quién es el guapo que no cree en las doctrinas de Galileo.


Todo esto viene a ser una invitación a pensar, ya que no a creer. Como dice Andreas Ludwig Kalcker sobre la palabra creer a la que “gusta definir como no saber”. Claro que no se puede saber de todo. Por eso es tan importante eso de escuchar. Y hacerlo abiertamente. No sólo lo que es grato.

También, y sobre todo, lo que nos hace pensar.


Es uno de los elementos positivos de eso que llamamos tiempo. Cuanto más lo sentimos más pensamos en nuestras creencias. A veces hasta las abandonamos a base de reflexionar. Cuidado con los que siempre piensan lo mismo, pero, sobre todo, ay de los que no se cuestionan lo que creen.


Que ustedes lo suden bien, con perdón.

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editado por...Wladi Martín @ sábado, febrero 13, 2021
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La violencia

 (Escrito el 24 de enero de 2021)

Hoy me siento profundamente turbado y lo estoy no por casualidad. Hoy he acabado el conmovedor libro de Héctor Abad Faciolince titulado El olvido que seremos. Es soberbio y muy valiente, pero sin florituras. No me había gustado tanto una novela desde Patria de Aramburu. Muy recomendable.


Curiosamente ambos libros tratan de muertes anunciadas. De violencia llevada a su máxima expresión.


Yo, que un día -todavía vigoroso-, pensaba que la violencia podía resolver ciertas cosas (un tipo de violencia)… hoy pienso muy al contrario. Sobre todo tras leer textos como los citados. Ahora pienso que la violencia, toda violencia, es nula para resolver cualquier conflicto. A lo más, hace pasar por vencedor al que no tiene otra manera de imponer su criterio.


Últimamente, observo mucho a los patos en mis paseos por el cercano parque de mi barrio. Muy habitualmente pelean acaloradamente. Se pasan el día a graznido limpio o, para ser más precisos, parpando.


Por lo que tengo observado lo hacen por alimento y, sobre todo, por el territorio. Pero, tras cada pelea, vuelven a ser patos. No guardan odio ni rencor; no quedan enganchados en el conflicto. Buscan el sol, ahora en invierno, nadan en busca de alimento… Se olvidan del motivo de su bronca y, sobre todo, del que la provocó.


Creo que la mayoría de animales actúa igual. Los perros, por ejemplo, se miden a terribles bocados en sus peleas. Pero si uno se tira boca arriba dejándose oler, se acabó la trifulca.


Claro que perros, patos y otros, tienen mucha menos inteligencia que los humanos. Nosotros, que tenemos mucha más inteligencia, somos capaces de matarnos por la comida, por el territorio y por mucho menos. O sea que vuelvo a mi reflexión de cuando me sentía vigoroso: algún tipo de violencia podría estar justificada para resolver ciertos conflictos.


Lo que deduzco es que habría que volver a definir eso de la violencia. Es decir que, a vuela pluma, se me ocurre distinguir entre la violencia de defender algo a la violencia de hacer daño. Entre la forma violenta de comportarse un pato que defiende su comida y el exterminio de quienes no piensan igual a uno mismo. Igual tenemos que ser más patos y menos patosos.


Menos ladridos por cuestiones que nos creemos importantes y que no lo son tanto cuando de lo que se trata es de comer, de procurarse el alimento propio y de los de uno.


También se debería distinguir entre la violencia como reflejo o mejor como instinto y la violencia premeditada o la masticada (el odio). Dudo mucho que los perros o los patos utilicen la violencia que es una palabra inventada por los humanos.


Claro que para entender de violencia lo mejor es leer a grandes filósofos o sociólogos. Yo me limito a utilizar mi segundo órgano favorito, como dice Woody Allen. Les invito a hacer lo mismo.


Así es si así les parece, que decía Pirandello.

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editado por...Wladi Martín @ sábado, febrero 13, 2021
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