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Las cosas de W&CC así como de ALMAYARA.

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domingo, septiembre 25, 2011

Las empresas de extraescolares, la explotación y el río revuelto

Tuve una cooperativa que daba trabajo a un maravilloso grupo de profesionales (licenciados universitarios) en un colegio de la Comunidad de Madrid. No es que ganasen mucho nuestros socios cooperativistas, pero la Soc. Coop. Se quedaba con lo justísimo para intentar sobrevivir y se ve que nos quedábamos con algo menos porque no subsistimos. A cambio los socios tenían remuneraciones dignas; nada más que eso: dignas.

Atendíamos a niños en la franja escolar con clases de yudo, inglés, pintura, baloncesto, fútbol, ajedrez…

Un buen día nos anunciaron que siguiéramos con las clases de yudo (y seguimos) pero la AMPA del colegio contrató a una gran empresa para todo lo demás. Dejaron de ser licenciados los que pasaron a atender a los niños y dejaron de ganar un salario digno porque la empresa sigue subsistiendo (y creciendo).

Me siguen llegando currículos pese a que la cooperativa hace un par de años que se extinguió. Son CV interesantes, de pedagogos, psicólogos, licenciados en actividad física, en bellas artes… Son de jóvenes bien preparados que seguramente estarían dispuestos a atender ofertas de las muy al uso en el ramo.

En otra localidad de la Comunidad de Madrid en la que ahora me muevo (torpemente, como entre arenas movedizas) es el propio Ayuntamiento el que intenta contentar a las AMPA de los colegios públicos de su municipio. Varias empresas dejaron de ofrecer el servicio patrocinado por el consistorio abrumadas por las deudas y sin cobrar lo prometido. Algunas esperan a lo que dicten los tribunales pensando que así cobrarán. Después, el Ayuntamiento encontró una solución transitoria ofreciendo sus propios monitores para paliar la demanda extraescolar. Fue el curso pasado y no acabó de funcionar un sistema en el que los monitores, al ser de plantilla eran remunerados por el propio consistorio mientras las AMPA ingresaban las cuotas de los usuarios (padres de los alumnos de extraescolares). Tal vez hubo desinterés por parte de los trabajadores que entendían un retroceso en la consideración hacia su profesionalidad, tal vez las AMPA no tuvieron el nivel profesional para organizar el complejo pero ventajoso sistema…

En este curso ya se manejan otros criterios y se ha pensado en aplicar un plan muy interesante pergeñado entre técnicos deportivos bien cualificados y asociaciones deportivas de largo recorrido y experiencia. El Ayuntamiento sería el mediador en un gran pacto entre las AMPA y las entidades locales deportivas. Las AMPA se encargan de organizar grupos en deportes elegidos y que pueden albergar en sus respectivos centros. Las entidades deportivas locales brindan monitores para desarrollar las clases y facilitar el acceso a la competición para quienes lo deseen. El Ayuntamiento facilita las instalaciones y su correcto uso, garantiza los acuerdos a que se lleguen y vela porque ninguna de las partes se desmadre. Un plan cojonudo… ¡con perdón! (Verás como viene alguien y lo jode –y éste ni pide perdón aunque yo haya soltado dos tacos-).

En este ejemplo de Villa Kunterville (nombre ficticio, por Dios) es el propio Ayuntamiento el que introduce el elemento de la discordia al prometer a cada AMPA un monitor sin coste. Y asegura que se encarga el propio consistorio de sus emolumentos.

Sabido es (y hasta reconocido –que ya es difícil-) que los Ayuntamientos de esta España nuestra actual andan sin un cochino duro. Ya tienen dificultades hasta para mantener a sus propias plantillas, a sus trabajadores ¡manda güevos! (como dijo aquél). Pero para comprometerse a pagar les sobra… No sé qué palabra poner porque iba a poner cojones y sería otro taco más.

Se empieza a filtrar que para remunerar a esos monitores que proporcionarían las entidades deportivas locales se podrían manejar las tarifas al uso en el ramo; las que vienen a pagar las empresas que proliferan por los colegios madrileños como hongos. Se cae uno de culo con sólo esbozar en el horizonte el rumor. Suponemos que andamos hablando de esas ridículas cantidades (por hora, claro está) que desembolsan empresas cicateras que están dejando el panorama como un solar y que cambian dos o tres veces de monitor en cada actividad y cada curso (¡normal!) A cambio, el proyecto puede entrar en un programa más amplio con un eslogan del estilo de Práctica deporte en tu ciudad, Villa Kinterville Saludable o cosas tan del gusto de los politicastros. Con unas charlitas por aquí, unos paseítos para ancianos por allá y una veintena de jóvenes monitores puteados ya tenemos la localidad yeyé ensalzada desde la FEMP o la Comunidad de Madrid (según el rebaño –churras o merinas-) por su meritoria labor por la insulsa ciudadanía (como gustan en llamar al personal). Está más de moda esto de la ciudadanía que en tiempos del ciudadano Robespierre. Ojo, que acabó perdiendo la cabeza.

No la quiero perder yo así es que saldré de la arenas movedizas para volver al yudo en que me siento algo más cómodo aunque también tenga algo de fangoso.

Se me cae la cara de vergüenza de ofrecer a un alumno mío un colegio en el que podría ganar entre 60 y 120 euros al mes dependiendo de las horas que eche. A cambio se le presupone la responsabilidad de cuidar, atender, enseñar, vigilar, custodiar a un grupete de niños de entre 4 (a veces 3) y 12 años de edad. Se le exige que sea puntual, que lleve su yudogui limpio y que enseñe lo que es menester, además de tener al día las listas, mediar en la gestión de las licencias, ser depositario de un dinero que no es suyo pero del que debe responder, etc., etc.

Hace poco tuvimos un Congreso de WLAC-Yudo en el que explicamos que un buen profesor de yudo debe saber un poco de todo además de yudo, para estimular a nuestros jóvenes monitores a seguir estudiando, a leer, a reciclarse, a acabar su formación. En ese mismo Congreso les explicábamos que un buen profesor es sobre todo observador y que su cualidad principal es la paciencia. Se les aconsejó ser los primeros en llegar al tatami y los últimos en salir de él… Les dimos mogollón de indicaciones y ahora les ofrecemos a cambio (pongamos que) 6 euros la hora. A esas cosillas son a las que yo suelo referirme cuando digo que ya no hay respeto.

Ahora voy a apelar a un prototipo de ‘maestro’ de yudo que sé que pudiera existir (aunque no digo yo que exista). Hace unos treinta o cuarenta o cincuenta años se criaba en un barrio obrero en el que había mucho barro y poca cultura. Bramaba contra el capital y la opresión al obrero (porque notaba lo puteados que estaban sus santos y currantes padres) y luchaba por salir del lodazal con los pocos medios que sus progenitores podían darle. Y en ese bramido seguramente no había ninguna conciencia política aunque sí social. Años después, el ‘maestro’ consigue subsistir con su honrado trabajo y comprende que para dar un saltito más no depende de su trabajo, sino del de los demás. Esto tan simple es lo que podemos resumir en la palabra ‘explotación’ que ya no sonroja a nadie y a mi me sigue abriendo las carnes.

Pues bien, algunos excelentes yudocas criados en el extrarradio marginal de la metrópoli son hoy día empleadores. Explotan a sus propios alumnos que, pese a todo, siguen venerando a tales sujetos que remuneran su trabajo a 6, 8 o 10 euros la hora. A cambio, los ‘maestros’ se llevan algo más. La cuenta es simple. El chavalote de 18 años va a un par de colegios un par de horas cada día unos cuatro días a la semana. Gracias a eso consigue reunir unos variables ingresos de entre 250 y 300 euros (registrados en nóminas ridículas, cuando las hay), Es decir que nada de paro, ni de jubilación, ni de ponerse malitos y cobrar. Por la otra parte, el empleador ingresa, mínimo, otro tanto y empieza a multiplicar por los alumnos que es capaz de emplear. Cinco chavalotes, pues cinco por 300 hacen 1.500 (y sin despeinarse).

Esta historia se puede reconvertir en mil y una; en tantas como casos similares le venga a la imaginación a cada cual que haya tenido la paciencia de leer estas líneas hasta aquí. Pero lo lamentable es que solemos apelar a que las culpas son de cosas tan abstractas como ‘el sistema’, ‘la sociedad’, ‘el ambiente’, ‘los demás’… No nos damos cuenta de cuánto de responsabilidad tenemos cada uno en mantener esta situación a todas luces corrompida por no decir corrupta. Tampoco parece importar que es muy lógico y más que probable que las cosas vayan a peor; que nuestro amado yudo lo estamos jorobando entre todos. Lo hacemos mientras seguimos quejándonos de que el yudo es invisible para la todopoderosa televisión. Lo hacemos mientras clamamos a papá Estado que da todo al hermano mayor fútbol y poco le queda al pequeñín yudo. Lo hacemos mientras reclamamos a mamá Federación que haga más promoción.

Se nos han revuelto los tiempos y algunos se frotan las manos. A río revuelto ganancia de pescadores, deben pensar. Yo no sé si empieza a haber demasiado pescador para tan poco pez y en un río que no sólo está revuelto; está podrido.

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editado por...Wladi Martín @ domingo, septiembre 25, 2011
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domingo, septiembre 18, 2011

¿De cuándo han tenido vergüenza las lavadoras?

Qué revuelto está todo. Corren tiempos de centrifugado y lavado en agua fría. Nos hemos metido en una lavadora que no tiene agua, ni detergente… ni tampoco vergüenza. ¿De cuándo han tenido vergüenza las lavadoras?

Los maestros, profesores o como se les quiera llamar andan jeringados y sospechan que más se les quiere hacer la cusqui en el futuro inmediato. Me refiero a los de lo público.

Siempre he admirado a los maestros y despreciado profundamente a los funcionarios que ganan plaza sin vocación ni idea de dónde se meten ni con quienes habrán de lidiar (adolescentes se llaman en muchos de los casos). Además es que yo siempre me he considerado un maestro, pero en lo mío, que fue desde bien temprano el yudo. Así es que hoy día ando dubitativo. Soy maestro, trabajo en lo público pero ni me quieren hacer currar 20 horas ni con mi contrato podrían hacerlo (y eso que yo estaría encantado). Pero no esperen que caiga en demagogias que para eso ya están los demagogos, así se rocíen perfumes de 100 pavos para montar en el coche oficial.

Estoy en un momento peligroso. Me siento pastor de mi rebaño y sé de alguien que volvió a por la oveja extraviada. En este caso no se trata de un oveja y quizás (sólo quizás, por favor) el extraviado soy yo. Me encanta esa palabra: extra vías… ¡fuera de las vías! Pero dejémonos de misticismos que la cosa está prosaica.

Ando defendiendo a un colectivo que vamos a llamar, por ejemplo, alumnado y me desocupo de acomodar mi laboro a la ley del mínimo esfuerzo que impera en lo público. Soy yo el que debería enmudecer viendo que trabajaré menos horas que otros años (por el mismo plato de lentejas) y mi contratante, el que me debería achucharme para dar mejor servicio a quienes representa (usuarios les llaman a veces y cada cuatro años votantes). Y, como ando extra-viado, actúo al bies. Soy yo el que reclama mejor servicio para los usuarios o votantes (repito la palabra porque sé que se lee con más atención que la otra) del que me paga. Entre tanto el que me paga espera que cierre de una santa vez la boca. Se espera que me vuelva a la cueva a la que huí entre vergüenza de no sacar coraje y de constatar que la vejez oxida el corazón rebelde, incluso el propio. Y así, de paso, que se callen las bocas de los descontentos.

- Voces sensatas apelan a ‘conservar’. Hoy día no están las cosas para perder un empleo estable en lo público…

Respuesta: Después de nueve años en mi nuevo contrato figura ‘NO FIJO’.

Respuesta 2: Hace una semana nos explicaron que sobramos unos 180 remeros en la nave que conducen unos 181 pilotos. Yo entendí que hay que ser dócil para no entrar en la lista. Y recé porque al menos 180 pilotos se acatarrasen con fieras toses convulsas y sacudidas febriles que los inhabilitasen para seguir navegando (a costa de los demás)

- Voces sensatas me dicen que no puedo trabajar en un Ayuntamiento y pretender dar el mismo servicio con un club privado… entraría en competencia.

Respuesta: Me parto el esófago de la risa con lo que “YO” no puedo (o no debo) hacer y lo que veo a diario que se puede hacer y de hecho se hace (aunque no se debiera).

- ¿Por qué a un club de basket o de balonmano se le ofrece la firma de un convenio para que desarrolle la actividad municipal –escuela deportiva- y a nosotros la asociación de yudocas no)?

Respuesta. Ni pajolera idea. Pero está claro que nosotros jamás echaríamos a la calle a un chaval por bajito (y esto ha ocurrido para jugar en una escuela deportiva municipal al baloncesto).

-¿Por qué a un club de uni-joky o como se diga se le cede una tarde a la semana un Pabellón entero y a nosotros los yudocas no se nos puede ceder una sala un par de tardes a la semana?

Respuesta. Ni pajolera idea, pero igual ayuda el que el curso pasado nos buscásemos la vida enterrándonos en la cueva y, encima, con buena cara, sin descomponer el grupo y sacando resultados.

No sigamos con tanto por qué; nos pueden acusar de parodiar a un portugués malhumorado y millonario. Ni somos millonarios ni lusos (aunque sí podríamos ser tildados de ilusos malhumorados).

De momento vamos a conformarnos con una reflexión (y vamos acabando con ella) de una madre indignada por la situación que atraviesa con su hija. Hace cinco años inscribió a la niña, que tenía 5 años, a la actividad municipal de yudo en el grupo de Chiqui-yudo los martes y jueves. Al años siguiente repitió y al otro y también en la temporada 2009/10 siempre los martes y jueves en la misma instalación y con el mismo profesor. En el pasado curso 2010/11 se le cercenó esa posibilidad en dicha instalación y para continuar en la misma actividad, en los mismos días y con el mismo profesor el mismo Ayuntamiento le ofreció la posibilidad de acudir a unas clases que organizó en un colegio. Ahora esas mismas clases serán sólo para los alumnos de ese colegio (al que no acude su hija) y el Ayuntamiento no le ofrece alternativa en esos mismos días en la actividad mencionada con el mismo profesor. La buena mujer piensa que, en estos momentos en que tanto se acusa a las nuevas generaciones de carecer de valores, de sentido del compromiso deberían ser las instituciones las que velaran por garantizar la transmisión de dichos valores. Entiende, con muy buen juicio que, en este caso, tan paradigmático, a esa niña, que ahora tiene diez años y que desea continuar comprometida con su proyecto deportivo en el mismo grupo y con el mismo profesor que le transmite a su vez valores es precisamente la Institución la que le cercena la posibilidad de que así sea. Claro que tiene la posibilidad de cambiar la actividad a lunes y viernes, pero ahora se encuentra con el problema de que no queda garantizada su plaza dado que tras un lustro en la misma pasa a ser considerada como nueva alumna y si no anda presta puede quedarse sin plaza.

En fin, como decíamos al comienzo: ¡Qué revuelto está todo! Corren tiempos de centrifugado y lavado en agua fría. Nos hemos metido en una lavadora que no tiene agua, ni detergente… ni tampoco vergüenza. Pero... ¿de cuándo han tenido vergüenza las lavadoras?

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editado por...Wladi Martín @ domingo, septiembre 18, 2011
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sábado, septiembre 10, 2011

Los buenos libros, los buenos amigos

Hay 107 Premios Nobel de Literatura. Los hay de muy diversos países, culturas, credos y épocas. Yo, que me considero un buen lector, sólo he leído 29 libros de alguno de estos Nobel; en concreto de 18 de ellos. Es decir, que, pese a considerarme buen lector, sólo he leído alguna obra de un 16 por ciento de los grandes autores que han conseguido el prestigioso premio sueco. Vale que también he leído a clásicos como Shakespeare, Cervantes, Fernando Rojas, Lope, Tirso de Molina, Calderón, Dumas, Stendhal, Stevenson, Moro, Poe, Dickens, Dostoievsky, Becquer, de Quincey, Quevedo, Larra… También he leído a algunos filósofos (viejos filósofos) como Platón, Locke, San Agustín, Sun Tzu, Maquiavelo, Galileo, Rousseau, Freud…; y hasta modernos filósofos (o similares) como Toffler, Eco, Marx, J. Marías, Mao, J.A. Marina, Savater, Fromm, Eliade…

Que sí, que sí; que ya digo que me considero buen lector. También he leído a algunos autores que sólo la puntería u otras cuestiones menores les ha dejado sin Nobel (Mishima, Huxley, Borges, Cortázar…) o a imprescindibles autores hispanos entre los que ahora, de corrido, citaría a Galdós, Sender, Valle Inclán, Clarín, Delibes, Barea, Unamuno, Baroja, Blasco Ibáñez, Lorca, Torrente, Mendoza, Marsé, etc.

Me gusta leer, pero, esta tarde de sábado en que me he puesto a aprovechar la maravillosa herramienta de información y conocimiento que es Internet, he palidecido de lo poco que leo. Me ha entrado un especial prurito al pensar lo mucho que me queda por leer y el poco tiempo de que dispongo así viviera 100 años. Con lo que yo he disfrutado con autores menos conocidos como Lowry, Cunqueiro, Tomeo, L. J. Rowland, Endo… ¿Con cuántos me quedaré con las ganas de disfrutar lo mismo? ¿Cuántos autores que aún no conozco dejaré de degustar? ¿Cuántas colosales obras dejaré sin leer?

He acabado cabreado de mi tarde de estudio y repaso de la literatura; de la Literatura con mayúsculas, perdón. He recordado obras leídas en mi tierna infancia que me han marcado profundamente como El maravilloso viaje de Nils Olgerson de la primera Nobel de la historia de la Literatura, Selma Lagerlof. Viajé a lomos de un ganso desde mis catorce años en que me embrujó la maravillosa novela de la autora sueca. Creo que aún sigo por las nubes (y que cuando pongo los pies en la tierra soy yo el ganso). También Platero y yo me ayudó a comprender que cuando me ponía burro, de niño, podía haber algo de salvable en ello. Tampoco olvidaré nunca el impacto que me produjo en mi adolescencia Herman Hesse con el libro que me regaló mi amigo José Luis de Antonio por suplirle en una clase de yudo: Narciso y Goldmundo. Luego me emborraché de Hesse leyendo todo lo que encontré de él. Lo mismo me pasó poco después con Huxley. Entre ambos autores me aportaron 16 obras que devoré aún sin llegar a entender, las más de las veces, lo mucho que escondían su profundos pensamientos.

Al final saco la conclusión de que así me ponga fervientemente a leer y leer y leer, no voy a lograr acabar con todo lo aprovechable que la Literatura ha legado a la humanidad para dignificarla. Así es que he tomado una decisión que creo acertada. No voy a volver a esforzarme ni un ápice en la lectura de un libro que no me interese así me lo haya regalado un familiar, recomendado un amigo o hable maravillas de él el intelectual de turno.

Claro que al llegar a esta decisión me he dado cuenta de que se puede extrapolar a muchos otros terrenos. Y por esa línea he llegado a una catastrófica conclusión. ¿Qué pasa con la gente que nos rodea? ¿Qué pasa con la gente con la que nos relacionamos?

Si yo me precio de ser buen lector, también me puedo preciar de tener buenos amigos. Supongo que lo mismo le pasara al que sólo hojea el Marca y no lee ni los letreros de la tele. Pero como yo estoy con la reflexión de los libros voy a seguir con ella. ¿Con cuantas personas me cruzaré en mi vida que me aportan menos que un tebeo chino? ¿Con cuánta gente dejo de relacionarme que son El Quijote, La isla del tesoro o El conde de Montecristo? ¿A cuántas personas dejaré de conocer que pudieran comparase a la obra de autores como Coetzee, Pamuk, Lessing, Faulkner o Mahfouz, que aún no he leído?

Mi catastrófica conclusión es que tengo que superar la pereza y acercarme a la buena gente a la que veo poco. A cambio, voy a empezar a pasar olímpicamente de aquellos a quienes pongo la sonrisa de la buena educación cuando, en realidad, me están poniendo de los nervios con su hipocresía y mediocridad. Lo prometo.

He conocido a gente como el yudoca A. Geesink, el escritor J. Saramago, el poeta J. Hierro, el novelista L. Silva, el sindicalista V. Aragonés, el psiquiatra L. Ferrer, el periodista G. Catalán, el pintor R. Úbeda o el compositor R. Groba. Me he relacionado con ellos y me he imantado con su penetrante vibración vital que pudiéramos llamar aura o simplemente ganas de vivir. He conocido a gente con la que sólo el encuentro es una carga de energía positiva que ha alimentado mi corazón durante mucho tiempo incluso en días grises (por fuera y sobre todo por dentro). No siempre tenían la talla de los antes mencionados pero su humanidad no les iba a la zaga y su calidad era incluso superior. Y hablo de guardas forestales como Manolo el de las Calas del Burguillo; hablo de camareros como Ceci de los Pinos; de conserjes como el fallecido Becerril (que resultó ser futbolista internacional cuando el INEF aún estaba en blanco y negro).

A cambio, he tenido que acudir al saludo de mezquinos, meapilas, fariseos. Me las he tenido que ver, muy a mi pesar, con gentuza, con nefandos sujetos, con personajes aquejados de satiriasis y coprolalia contumaz. Me han carcomido la moral y he contado cada segundo en su presencia tratando de preservar mi espíritu y rogando a dioses en los que no creo que el encuentro no me contaminara.

Ya lo he dicho antes y va siendo hora de acabar este escrito. Prometo leer, a partir de ahora, lo que me aporte, me enriquezca y me divierta. En la primera página que un libro me aburra… a por otro. De igual modo actuaré con la gente con que me veo obligado a cruzarme. Procuraré no ser grosero pero extremaré las artes de la esquiva. Centraré mi interés en relacionarme más con quienes me quieren de verdad, con quienes su sola presencia me abre el cielo, con quienes me enriquecen. Y espero estar a la altura para devolver al menos una mínima parte de lo mucho que me entregan: su amor y su sabiduría.

NOTA: En estos momentos estoy leyendo Botchan de Soseki (el autor de Kokoro); un buen amigo. Cuando quieran se lo presento.

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editado por...Wladi Martín @ sábado, septiembre 10, 2011
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domingo, septiembre 04, 2011

El Mundial de Yudo, el otoño...


He pasado la mañana del domingo, casi completamente, montado en mi bici. ¡Qué placer!


Aún veo en el calendario que estamos en verano, pero mi piel sabe que ha llegado el otoño a Madrid. Lo siento, lo noto, lo disfruto. Me recuerda a la primavera en Johanesburgo, cuando era un niño, que, por cierto, anda en estas fechas llegando a esas latitudes (también). Nuestro otoño cañí es el no va más. Es la releche… pero dura poco. Hay que aprovecharlo. Pronto nos dirán que se hace de noche más temprano para ahorrar no sé cuantos puñados de euros (antes de pesetas) y luego sacamos los cazas a pasear (eso sí que es ahorrar) para el desfile de la Hispanidad.

He llegado tan satisfecho como agotado, aunque al principio podía más el primer sentimiento y ahora es cuando noto la fatiga (cuando ya han pasado algunas horas). No importa, lo duro está por llegar.

Estoy con ganas de empezar mis clases, como cualquier profesor de yudo que se precie, a estas alturas de ¿verano? De hecho me llevé una gran alegría cuando encontré una veintena de yudocas esperándome ayer sábado en el primer entrenamiento de la temporada, convocado deprisa y a la carrera. Muchos son los que, como yo, andan excitados por enfundarse el yudogui ya.


Empezamos un curso que se abre justo a continuación del final de todo un Mundial. Seguro que se nos llenan las clases de niños intentando emular a nuestros mejores yudocas. Lo habrán visto a todas horas por la tele y el efecto será todo un imán para que las niñas quieran emular a Ana Carrascosa, a Isabel Fernández, a… Y los niños… 

He oído maravillas del Campeonato del Mundo de París. He oído a gente que se ufana de haber asistido a las maratonianas sesiones (hasta ocho horas de yudo diario) y a otras que lo han hecho por Internet (¡qué remedio!) Me llevo la sorpresa de que, entre mis alumnos (les puedo asegurar que son expertos en eso de Internet) la cosa no ha causado mella. No me extraña lo más mínimo. Son gente sana. 

Yo sí que me he metido entre pecho y espalda sesiones maratonianas frente al ordenador. No me siento nada orgulloso de ello. Lo digo con la mano en el corazón. Es verdad que he disfrutado con el heleno Illiadis, con el uzbeko Sobirov y con el gigantón gabacho Rinner. Los japoneses, perdonen Uds., me han decepcionado pese al cajón de medallas que se han llevado. Pero, sobre todo, me pregunto en qué están pensando los cabeza-pensantes (¿qué los habrá?) de los que depende la promoción del yudo. Para mí es sintomática la final de dos grandes yudocas como la francesa Lucie Decosse y la holandesa Edith Bosch en menos de 70 Kg. No estamos hablando de cualquier cosa. La francesa consiguió en Paris su tercera corona mundial y la holandesa ya había sido campeona del Mundo en el 2005 y sub-campeona olímpica en Atenas. Aquí les dejo la final que protagonizaron (si tienen … se la ven y me cuentan). Si yo le digo a un amigo que practico yudo, que es una maravilla y le pongo esta final (una final de un campeonato del Mundo ¡coño!) me invita a la copa, pone una excusa para marcharse y según se da la vuelta borra mi número de su agenda de contactos del móvil. La francesa se lleva el título mundial sin realizar un solo ataque en todo el encuentro (dejemos de llamarle combate).


He observado que, en líneas generales, el primer minuto de los encuentros es una especie de boxeo en el que no se golpea (eso es lo que le podría parecer a cualquier espectador desconocedor de nuestro mundillo o deporte). Todo un minuto de los cinco que dura el encuentro. 

También he intentado presenciar los encuentros (los cientos de encuentros) con la mentalidad de un niño de entre 8 y 12 años de edad, practicante de yudo… ¿? 

Al final, he tenido que dejar pasar unos cuantos días para saltar a este vomitorio que es el WLADIARIO y expresar mi decepción. Soy un enamorado del yudo, pero me siento estafado cada vez que sigo de cerca este tipo de eventos que vienen a ser lo máximo en nuestro deporte. Son sólo aptos para yudocas. Aún diría más: para yudocas a partir de cierta edad y con cinturón marrón mínimo. 

Dicen que en los Juegos Olímpicos el deporte donde más se acusa la falta de espectadores ‘no practicantes’ de ese mismo deporte es el yudo. A ver si me he explicado. En los Juegos Olímpicos hay gente que va a ver el atletismo, el baloncesto, la natación… y no son atletas, ni jugadores de baloncesto, ni nadadores. En lo Juegos Olímpicos, al pabellón en que se celebra la competición de yudo van yudocas y, todo lo más, las novias o novios (familiares, también) de los concursantes (que también suelen ser yudocas). Es una especie de fagocitosis endogámica o dicho en más calorro: yo me lo guiso yo me lo como. El yudo para los yudocas que ellos se entienden. 

Hay otros deportes en que se retransmiten horas y horas de espectáculo (¿?) Ahora que hemos tenido el Tour o la Vuelta, hemos comprobado que se llega a retransmitir toda la etapa en ocasiones. Pero lo ven incluso gentes que no son ciclistas (ni falta que les hace). Será por las tomas en helicóptero, por los comentaristas… No lo sé. También con las motos y los coches de los multimillonarios retransmiten los entrenamientos y las carreras, y cuentan con espectadores que ni montan en moto o jamás conducirán un carro de esos que se calzan los Alonso y compañía. ¿Por qué será? 

No voy a abundar en estas críticas porque va a parecer que no soy yudoca y lo que toca es decir que ha sido la caña, que Francia (y esto es verdad) sabe organizar este tipo de acontecimientos de maravilla, etc. Pero sigo decepcionado de no poder compartir lo que más me gusta con gente que no sea acérrima como yo. Mi decepción alcanza también a decir que el Europeo de Baloncesto sí que va a llenar las escuelas de baloncesto de los municipios españoles de chavalines que la quieren botar como Pau Gasol o encestar como Riky Rubio (o viceversa). Mi decepción es también porque el Tour sí que despierta el interés de nuestros jóvenes por un deporte tan duro y complicado como el ciclismo. Y así sucesivamente. En cambio, desde que Miriam Blasco consiguió la primera medalla olímpica de orol del deporte femenino español (y al día siguiente Almudena Muñoz la segunda) o desde que Ernesto Pérez se proclamase sub-campeón olímpico en Atlanta, no he notado ninguna ayuda en mis clases de ‘nanos’ por parte de tan egregios acontecimientos. No me viene gente a probar el yudo por el efecto de los medios de comunicación porque el yudo es simplemente un ‘apestado’ para la tele. Por algo será (digo yo). Sin duda habrá que mirar a los que saben algo más de esto (que nosotros). Da la casualidad de que el Mundial de Yudo se ha celebrado en Francia, país en el que el deporte es cultura por encima de cualquier otra cosa. Igual es el modelo a seguir. Bien cerquita está. 

Para acabar quisiera decir que he leído en un periódico un artículo bajo el título “Señal de alerta en París para el yudo cubano”.  El periodista Osvaldo Rojas Garay acaba su artículo diciendo: “Lo sucedido en Francia constituye una advertencia para las alumnas de Ronaldo Veitía, para no seguir perdiendo terreno en la élite, y no tener que entonar aquel tango de Gardel y Lepera que en la década de los 70 popularizaron Los Terrícolas: Cuesta abajo”. Hay que recordar que Cuba, como España, se marchó de Francia con una sola medalla de bronce. En el caso del combinado caribeño la consiguió Asley González Montero en menos de 90 kilogramos, en el de la Selección Española fue Ana Carrascosa en menos de 52 Kg. ¿Cuesta abajo? Los profesores de yudo seguiremos a lo nuestro y ya que el compañero periodista sacó el tango yo me despido con una estrofa de uno bien conocido, Garufa, que dice así:

Garufa,
¡pucha que sos divertido!
Garufa,
ya sos un caso perdido;
tu vieja
dice que sos un bandido
porque supo que te vieron
la otra noche
en el Parque Japonés.



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editado por...Wladi Martín @ domingo, septiembre 04, 2011
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La puñalada a la Educación (madrileña)

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editado por...Wladi Martín @ domingo, septiembre 04, 2011
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