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domingo, noviembre 10, 2024

LO CONSEGUÍ. LA MONEDA


La niña dormía. Había sido un día intenso. También era muy imaginativa. Quizás por todo ello, Alexia soñaba con mucha claridad. Se veía, en el sueño, en la playa haciendo un pozillo, muy cerca del mar. Justo donde la arena cambia de color por la humedad.

Era un juego que practicaba con sus amiguitos. Cavaban con las manos en la arena hasta que aparecía agua en el fondo del agujero. Lo que pasa es que en este sueño, casi cuando empezaba a filtrarse un poco de agua, Alexia descubrió asombrada que sus dedos tropezaban con algo rígido. Era una moneda.

La niña estaba dormida, pero se daba cuenta de que se trataba de un sueño. Lo tenía claro. Llegó a darse cuenta de que si despertaba lo haría sin la moneda en su mano; a fin de cuentas se trataba de un sueño. De manera que apretó el puño con toda su fuerza con la esperanza de que al amanecer estuviera allí atrapada.

La sensación era reconfortante. Tenía dos euros agarrados; todo un tesoro para una niña de cinco años. Su imaginación le llevaba a fantasear con muchas cosas que podría comprar al abrir los ojos.

Llegó el amanecer y la niña se despertó pese a ser más temprano de lo habitual. Estaba excitada y enseguida recordó su moneda de dos euros. Abrió la mano muy despacio. Pero el dinero no estaba allí. Se había evaporado o quedado en el sueño. Todo un disgusto.

Por aquellos días, Alexia pasaba unos días de vacaciones en la costa. De manera que solía ir todos los días a la playa con su familia.

Esa mañana se fue a desayunar y encontró a su madre en la cocina preparando los desayunos y algo de almuerzo para pasar el día de excursión junto al mar. Como estaba muy excitada por lo que había soñado contó todo a su madre que parecía escuchar sin prestar mucha atención.

Acabaron de desayunar y de prepararse para salir de excursión. Llegaron a la playa donde solían ir. Al poco tiempo, la madre de Alexia recomendó a la niña, que estaba como embobada, hacer un pozo en la arena. La hija reaccionó justo cuando su mamá decía: Lo mismo hasta encuentras la moneda del sueño.

La chavalilla se aplicó con esmero, poniendo los cinco sentidos que se suele decir. Transmitía, a sus tiernos dedos, toda la fuerza mental que encontraba. Sudaba más por la concentración que por el propio ejercicio físico.

Así, hasta que -¡oh sorpresa!- tropezó con algo rígido. Al principio pensó que sería una concha, pero redobló su fuerza mental y empezó a sacudir la arena pegada a aquel objeto. Y, efectivamente, lanzando destellos plateados al sol resultó ser una moneda de dos euros. El tesoro de su sueño.

Lanzó un grito que llegó a asustar a los que estaban cerca incluidos sus familiares. ¡Mira mamá!

Lo conseguiste, contestó su mamá esbozando una sonrisa enigmática.

Alexia contestó sin soltar la moneda: Como dice la profe Puri, “el que de verdad quiere algo lo consigue”.

Pasaron los días y se acabaron las vacaciones. La familia de Alexia volvió a su casa y a su rutina. Luego pasaron semanas y meses. Hasta que llegaron las Navidades.

La familia de Alexia tenía por costumbre acudir a comer a casa de los yayos uno de esos días. Allí se juntaba con sus tíos y primos. Tras la comida, Papá Noel se las ingeniaba para dejar los regalitos junto al abeto decorado al efecto.

A la voz de los mayores, los niños corrían a buscar sus regalos cuidadosamente envueltos con papeles de colores. Eran momentos de mucho alborozo salpimentados por gritos histéricos de júbilo y emoción.

Días antes, Alexia había declarado que le gustaría pedir a Papá Noel una muñeca que por entonces tenía enamorada a miles de niñas como ella. Sus papás ya le habían advertido que igual Santa Claus no podía atender su demanda, pero que probase a solicitarla en su carta.

La niña, sensata como era, sabía que había serias dificultades en recibir tan importante regalo. Pero no perdió las esperanzas. Puso en el deseo toda sus fuerzas mentales. Se acordó del episodio de la moneda en la playa. Activó ciertos mecanismos similares a los de aquel momento. Creía haber descubierto un proceso mental mágico y recurrió a él.

Entre codazos, risas, empujones… Alexia acabó encontrando un voluminoso paquete con su nombre escrito en él. Tenía las letras mayúsculas y en grande. Así es que no tuvo dificultad en leerlo.

Tenía los ojos abiertos como platos. Redobló sus energías psíquicas. Su estado emocional era similar al que experimentó cuando descubrió la moneda junto al mar.

Apenas rasgó el papel del envoltorio empezó a descubrir las formas que ella deseaba ver. No podía ni creérselo. Con un tirón violento sacó la muñeca que tanto deseaba de un amasijo de papel y cintas. Lo alzó como el que lleva un trofeo que acaba de conquistar y vuelta hacia sus padres, tíos y abuelos gritó: Lo “consigué”.

Sí, la niña, de tan emocionada emocionada que estaba se confundió. Quería decir: ¡Lo conseguí! Era tal el esfuerzo que había realizado que nunca dudó de que gracias a ello la muñeca era una conquista más que un regalo. Su tenacidad, su fortaleza llevada en secreto le había llevado a recorrer el camino mental y mágico del éxito.

La anécdota de la muñeca, unida a la de la moneda quedaron como un arcano en Alexia. Nunca se le olvidaba aquella vivencia y cuando necesitaba algo imperiosamente, recurría al proceso que ella iba depurando y agilizando para volver más práctico y accesible. Pronto descubrió, por ejemplo, que nada funcionaba si no se trataba de un deseo importante. Para conseguir tonterías o caprichos no servía.

Pasaron varios meses y la zagala aún jugaba con su muñeca a la que había puesto nombre. Se refería a ella como Puri; la había bautizado con el nombre de su profesora a la que tanto admiraba.

Uno de esos días, Alexia descubrió que el bolsito de la muñeca Puri se abría. No lo sabía. Así es que lo abrió y metió sus dedos. Algún recuerdo surgió de lo más profundo de su mente. Tropezó con algo rígido. No daba crédito a su memoria, mucho menos a lo que iba viendo. ¡Increíble! Se trataba de uno moneda de dos euros; todo un tesoro.

Por alguna extraña razón la chiquilla no comentó lo sucedido con sus padres. No lo comento a nadie. Lo mantuvo en secreto. Pero no por ello olvidó lo sucedido ni dejó de pensar en que había encontrado un camino mental o un sistema para hacer realidad los sueños.

Dicen que esa niña maduró y se acabó haciendo una gran mujer. Sabía desear con firmeza y conseguir lo que de ese modo se proponía. No queda claro que consiguiera todo aquello que se proponía, pero sí que era cierto que todo cuanto consiguió era por habérselo propuesto. Tampoco se sabe a ciencia cierta si fue feliz. Pero a todos cuantos se consultó reconocieron que fueron felices al cruzar sus vidas con la de ella.

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editado por...Wladi Martín @ domingo, noviembre 10, 2024