Días, meses... Momentos, instantes
Van pasando los días y nos vemos arrastrados por ellos a la
rutina de una nueva temporada. Algunos miden el paso por la vida por meses,
otros por años. También somos muchos los hechos a medir en base a cursos
escolares o temporadas deportivas. Ya está aquí una nueva, recién estrenada. Y
las fuerzas, en merma permanente, nos recuerdan el paso del tiempo del que
estamos hablando.
Quizás lo malo no es ciertamente ese paso, ese fluir,
acompasado o no, de días y meses. Quizás lo malo sea mirar para atrás,
sobrecogido, por si a uno le sorprende la futilidad. A veces uno se pregunta
por ¿qué es lo que no es vano, ligero e inútil? Supongo que la respuesta va
marcada por el estado de cada cuál; por el optimismo de la propia cuestión.
No obstante, hay momentos en que el tiempo deja de ser
protagonista para dar paso a la prioridad del instante. Son esos momentos mágicos
en que sabemos que vivimos, como si en otros, con una especie de automatismo,
no lo hiciéramos. O por lo menos no de la misma manera.
![]() |
Acabamos la sobremesa del Día del Pilar escuchando a Enrique García Requena cantando boleros |
Hace poco tiempo, tuve ocasión de volver a disfrutar con
Rafael Álvarez “El Brujo”. Vi su montaje de El Evangelio de San Juan. Unas
semanas antes ya había tenido ocasión de alucinar (sí, alucinar) con La Odisea. Hay que estar muy
agradecido a este extraordinario actor, a este prodigioso artista por lo mucho
de positivo que hace por todo aquel que tiene la suerte de acudir a verle en cualquiera
de sus trabajos. También harían bien en escuchar sus quejas por maltrato a que
someten la cultura, en general, los actuales gobernantes. Ayer mismo vi
fugazmente su intervención en un programa de esos llamados de debate en que
periodistas e intelectuales acaban atropellándose en pleno discurso (algunas
veces racional o razonado). Los tildados como “de derechas” rebatían airados
las quejas de “El Brujo”. Los tildados de izquierdas las aplaudían sin apenas
escuchar. Un gran espectáculo. Quizás por ello, estaba siendo ofrecido en
televisión. Creo que también en eso tenemos lo que nos merecemos (e incluso un
poco menos).
Hablando de merecimientos, estoy seguro de que a estas
alturas de sucesión de momentos o de instantes –quién sabe- uno tiene lo que se
merece. Lo que preocupa es que uno empieza a sospechar que aunque se aplique a
tratar de merecer, con denuedo, algo más, va a servir de bien poco. No sé si la
historia a la que me estoy refiriendo ahora la escriben los vencedores, pero me
parece a mí que a los que quieren meter algún párrafo por su cuenta, o nos les
dieron papel, o no les dieron ni un simple lápiz. Siempre nos queda en esta era
digital abrir un blog como éste en el que hacer catarsis y tratar de compartir
algún que otro pensamiento con las muchas almas gemelas que andan vagando por
ahí.
![]() |
Mi madre disfrutando del improvsiado recital de poesía de uno de los yayoflautas |
Ayer mismo, en otro de esos momentos en que el tiempo pierde
protagonismo para pasar a ganarlo el instante, estuve de celebración familiar. Todo
salió bien, desde la comida –todo riquísimo- hasta la sobremesa. Claro que
tener familia de músicos viene a ser algo así como acabar escuchando a alguien
cantar o tocar el piano, por ejemplo. En el día del Pilar tuvimos ambas cosas
y, además, recital de poesía. Otro oasis.
![]() |
Javier García Requena cantando en casa de mi hermana |
![]() |
El actor Ernesto Gil recitando poemas de Lorca |
Pero no es cuestión de ponerse el traje mimetizado –entre manchas
de optimismo y colores de fantasía- para salir a la caza de esos instantes. Qué
sería de un optimista melancólico como quien esto firma si lograse hilvanar uno
de esos momentos de los que estamos hablando con otro, sin solución de continuidad.
En un mundo con contrastes, pasar frío quiere decir apreciar el calor. También
vale lo contrario: pasar calor es apreciar el frío. Luego viene lo de pasar frío
y calor que no tengo muy claro qué es lo que se aprecia más allá de la vida de
quienes ni pasan frío ni calor.
Quiero decir que para apreciar ciertos momentos sutiles en
que la vida alcanza relieve quizás sea menester pasar por esos otros días y
hasta meses de tedio, inapetencia y ausencia de cromatismo. No deja de ser un
consuelo pensar así. Lo mismo acaba aburriendo el poder salir de un momento
especial sólo para entrar en otro. Tal vez canse y deje sin el valor que
realmente pueda tener el acudir a un gran espectáculo, tras el cual pasar a
otro en que uno es reconocido por su poder, para, acto seguido, irse a cazar
elefantes, por ejemplo. Verdaderamente excitante, pero quién sabe… Igual es “demasiado”
y se te acaba haciendo polvo una cadera, por poner otro ejemplo.
Tal vez todas estas reflexiones no hubieran surgido en otro
contexto. Aquello de yo soy yo y mi circunstancia, del filósofo; ya saben:
Ortega. Y mi –nuestro- contexto hoy día recibe el nombre de crisis. Eso de que en
chino es mezcla de riesgo y oportunidad. ¿Otro cuento chino?
El caso es que algo de riesgo sí que hay. No de ese riesgo
excitante que sube la adrenalina y te hace rejuvenecer. No; más bien de ese
otro que te tiene cabreado y con pelín de angustia por ir a peor (y es que
muchos están peor –también se repite mucho en estos días-).
Y oportunidad también; claro. Tenemos oportunidad de hacer
dieta, de dejar de fumar, de dejar de beber (sólo agua), de practicar la ascesis
(de todo tipo y no sólo cristiana), de escupir al cielo antes de que se imponga
la multa por hacerlo en la ciudad de Madrid. También tenemos la oportunidad de
tirar al suelo el móvil –curioso que esas tarifas no suban en proporción a
las de electricidad, gasolina o gas- y charlar más con los amigos y familiares,
tenemos oportunidad de disfrutar de las horas de luz de este país mediterráneo
antes de que nos cobren impuestos por ello –ya pretenden hacerlo de alguna
manera con las renovables-, y también de practicar el estoicismo que tan
espectaculares resultados diera al maestro Séneca hace unos 21 siglos.
Oportunidad, lo que se dice oportunidad hay más de una. Hay
oportunidad de resignarse y también de indignarse. La hay de discrepar y también
de posicionarse en el “y tú más” o “los otros peor”. También hay oportunidad de
pasar a la acción, bien sea con una camiseta verde, con la insumisión, con la
voz, con la dignidad… con lo que sea. Claro que el riesgo siempre está –como en
el cuento chino- pues lo mismo, una vez se toma la oportunidad, se corre el
riesgo de no poder volver atrás. A ver si llega ese momento en que todas las
gentes sencillas que no salen por televisión, ni gustan de amontonarse tras
banderas de colores (los que sean ¡me da igual!), ni siglas (las que sean ¡me da
igual!), encuentran la oportunidad, la aprovechan y corren el riesgo de no
poder echarse atrás. ¡Estamos todos esperando!
Etiquetas: Famosos o casi, poesia, reflexiones o así, wladi, wladiario, wlady
0- Comentarios a esta nota -

