Prometo.
"La juventud de
hoy ama el lujo. Es mal educada, desprecia la autoridad, no respeta a sus
mayores, y chismea mientras debería trabajar. Los jóvenes ya no se ponen de pie
cuando los mayores entran al cuarto. Contradicen a sus padres, fanfarronean en la
sociedad, devoran en la mesa los postres, cruzan las piernas y tiranizan a sus
maestros". Lo dejó escrito Sócrates hace unos 2.500 años.
Es cómo es y parece que también es como fue. Más nos valdría
aceptarlo.
Dice un tío mío, sabio, que los mayores problemas están en
la competición y el ego. O sea, lo mismo. Pero el otro día conversando con unos
maravillosos padres de un no menos maravilloso adolescente les dije que lo malo
es no ser competitivo a los 15 años. Ya llegará el descubrimiento de lo
pernicioso de la competición (del ego también), cuando saquemos a aflorar ese
sentimiento de superar barreras que tanto propicia la competición.
Me acuerdo ahora de que muchos de mis alumnos salen
soldados, policías, agentes de seguridad… Algo de este pacifista y
antimilitarista les empuja a tales vocaciones. O podía decir que a pesar de mí
salen esas vocaciones. No sé.
El caso es que al final llegas a la reflexión sobre la disciplina. Y yo
siempre he penado que la verdadera disciplina emana de dentro de uno mismo y no
de una orden o de una corneta. Disciplinado es que lo hace porque cree que debe
de hacerlo. Claro que eso de hacer lo que uno cree… es peligroso. Se queda uno
muy sólo.
Si Sócrates, que es con quien empezábamos, ya vertía una
acerada crítica hacia los jóvenes qué va a decir un humilde profesor de yudo de
pueblo. Poco.
Lo que sí me gustaría, para aplacar mi tradición
judeocristiana culpabilizante, es aclarar que tengo que mejorar. Tengo que
aceptar que algo de envidia hay, por mi parte, hacia esa juventud que me
recuerda la que ya perdí. He perdido cualidades y las que he ganado son
despreciables para los jóvenes y hasta para sus jóvenes familiares e incluso
entrenadores. Algo de inquina existe hacia la prepotencia que uno ya perdió, la
seguridad que jamás llegó uno a tener y que atesoran hoy día a raudales esos jóvenes
que conozco y que son parte de la juventud a que me estoy refiriendo.
Se asoma una cara joven con gafas de sol a cubierto y no da
ni las buenas tardes. Luego te dice que si pides respeto debes de mostrar
respeto.
Te habla, cada vez que te diriges a ella, masticando chicle
ostensiblemente. Luego te dice que si pides respeto debes de mostrar respeto.
Te vienen a pedir explicaciones con la gorra calada hasta
las cejas. También a cubierto. Das las explicaciones… que no alcanzan a sus entendederas
–¿a qué venia?- y sigues siendo tú el que faltas al respeto.
Prometo ser más respetuoso en adelante. Para empezar prometo
no juzgar más que a mí mismo; Intentaré superarme y, por supuesto, que todo el
mundo se entere; es decir, prometo intervenir banalmente en los grupos de
WhatsApp en que vaya usted a saber por qué estoy. De vez en cuando pondré algún
comentario en Facebok con “HABER” qué tal le va a la peña. También me
endeudaré para comprarme un coche molón aunque tenga claro que hay mucho y más
importante en que gastarme el dinero. Prometo no emocionarme nunca más cuando
vea viejas películas de Chaplin. No volveré a decir lo que pienso hasta
cerciorarme de que coincide con el que me oye. En todo caso, no lo dejaré por
escrito no vaya a ser que tenga que matizar mis palabras frente a otros. Rectificaré
hasta el polo contrario no vaya a ser que pierda algún coleguita de esos que
llamamos amiguetes. Mostraré en mis redes lo bien que me lo paso aunque esté
criando un cáncer como la joroba de un dromedario de tanto fumar (a veces de
rodillas) y se me olvide ver de vez en cuando, a los que de verdad me importan
(pero no atiendo lo debido)… ¡Qué mas dá!... viva el facebook
Prometo no ser tan meticuloso (todo lo quiero saber) e interesarme
más por el fútbol (por T.V.), los toros (por T.V.), las series (por T.V.), los
debates (por T.V.) a ver si me voy embruteciendo un poquito más cada vez y dejo
de ser tan remarisabdillo. Total “pa” qué. Voy a dejar de leer, que no vale
para nada, y aún iré menos a museos o conciertos
(todo lo más de pop).
Aspiro a que me empiecen a gustar las playas concurridas; he
pensado en Benidorm. También quiero vestir de otra forma. Ya no me voy a
conformar y voy a estar muy pendiente. Hablando de imagen he pensado en
depilarme; no sólo los ridículos mostachos que me salen sino también los pelos
de los brazos, de las piernas y hasta hacerme los filetes. Podemos dejar los de
los cascarones.
En el autobús o el metro (también en el Cercanías) me haré
el dormido si voy sentado para no dejar mi asiento a los muchos ancianos que
van en pie.
Algunas veces diré buenas tardes o buenos días, como hasta
ahora con vos audible, y otras no… según me pille. Eso sí; lo negaré. Quiero
decir que siempre diré haber saludado.
Voy a hacer de la mentira parte de mi ser. No sólo me voy a acostumbrar
a lanzarla sino que toda mi vida habrá de ser una gran mentira. Que no se sepa
lo que pienso. Estos van a ser mis principios pero si a alguien no le gustan
tendré otros. Gracias Groucho.
Los míos seguirán siendo los míos pero ensalzaré hasta sus
nimiedades, en lugar como hasta ahora de exigirles para que se sigan superando.
Prometo dejar de escuchar. En cualquier conversación, cuando
me hablen, en lugar de escuchar, empezaré a desarrollar esa habilidad de pensar
en lo que voy a decir a continuación cuando me están hablando. Además, jamás
volveré a mirar a los ojos a nadie; tranquilos.
Como parece que hasta aquí falta otra promesa como es la de
no ser irónico, que también alguien ha llegado a echarme en cara, prometo que
no estoy siéndolo. Estáis asistiendo a una autolobotomía cerebral voluntaria. Tan
sólo cerveza y embrutecerse… Como decía mi tío: el buen vino sabe a cloaca. Hasta
al paladar voy a darle un repaso (si es preciso con estropajo nanas de níquel)
a ver si me chiflan las hamburguesas (y sólo de Burger King o McDonalds). Me
gustaría hacerme un entendido y distinguirlas hasta el punto de poder mantener
una larga conversación explicando esas diferencias y por qué unas son mejores
que las otras.
Me esforzaré por opinar lo mismo que los demás; ye todo el
mundo lo sepa. Es más, nunca pensaré (o al menos manifestaré) lejos de los demás.
“Así es si así les parece” venía a decir
Pirandello
Si en estos momentos no caigo en más cosas e interesa a mis
objetivos revisaré todo para incluir lo que ahora olvido. Queda claro que mi propósito
es la languidez, el desmayo; nada de imposiciones ni de coherencias. Prometo ir
incorporando cuanto me sea útil para no albergar discusiones, ni pisar callos,
y menos de los mindundis –los callos- que se creen mejor que los demás y que –ya
estoy empezando- lo son mejor que yo de aquí a Goya, pasando por Puerta de
Toledo, con trasbordo en Opera, que decían en mi barrio.
¡Bendita juventud, benditos todos!
Etiquetas: cristina carbonell, educacion, reflexiones o así
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