El gusano en la vasija de alcohol
A veces el ejemplo no basta, no alcanza. Lamentablemente uno
va buscando el ejemplo que desea… ¡y lo encuentra!
Todavía recuerdo aquella fabulosa anécdota en que un
conferenciante se dirige a un público mayoritariamente con problemas alcohólicos.
El hombre relataba los males de toda índole que conllevaba el ingerir alcohol.
Así, para poner un ejemplo, llenó un recipiente del líquido etílico y en el
centro puso un gusano que, al intentar nadar hacia uno de los lados se disolvió.
El público quedó en silencio anonadado. El ejemplo parecía
haber surtido el efecto deseado. Pero, entonces, el conferenciante preguntó: “¿Qué
les parece?”
Encontró respuesta inmediatamente de parte de uno de los
endurecidos asistentes: “Si sigo bebiendo jamás tendré gusanos en la tripa”.
La anécdota me resulta en estos días muy útil. Da igual que
lleves toda una vida ejemplificando para los demás algo, que, como no les de la
gana… ¡margaritas a los cerdos! Así somos todo en alguna medida y todos con
nuestro karma. Lo que no me parece tan fácil de explicar es que la sociedad
actual entera tenga karma ¿Tanto mal hemos hecho?
Desde luego en los tiempos que corren uno no se siente para
nada orgulloso de la especie a la que pertenece. Pero entonces me acuerdo de mi
coletilla favorita en estos días: “yo cumplo mi parte”.
En una especie de conducta zen o algo parecido, lo que hago
lo intento hacer lo mejor posible, con toda mi alma diría otro. En todo caso. Procuro
aplicar mi coherencia y que los resultados de lo que hago (de quien soy) no me
disturben demasiado; no creo que a estas alturas pudiera volver al diván por el
que ya pasé. Pero estoy mejor como dice El Brujo.
En todo caso, se me ha olvidado añadir que no me siento
ejemplo para nadie. Si acaso con efecto inverso: hagan justo lo que yo no hago.
Todos saldremos ganando.
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