Fotografía
No hace tanto desarrollé mi faceta como fotógrafo profesional. Me
proporcionó muchas experiencias. No era ningún experto, pero me
defendía y, sobre todo, me proporcionaba ingresos extra que no sabía
de que otro lugar sacar.
Me formé hace
tiempo como periodista (Licenciado en Ciencias de la Información) y
acabé, trabajando para MERCADO (entre otros), un periódico del
grupo de SEGUNDAMANO con cabeceras para los principales municipios de
la Comunidad de Madrid. Yo llevaba Getafe y, además, otro periódico
en que se integraban Arganda, Rivas y varias pequeñas localidades
del este (Velilla y Mejorada).
Un día pedí un
fotógrafo en mi empresa y me dijeron que “estaban cortos”, por
tener a la mayoría de baja. Entonces me animé y expliqué que yo
también era fotógrafo (no podía dejar escapar la ocasión). Ya
había trabajado alguna vez proveyendo mis propias informaciones de
alguna imagen en periódicos locales de mi pueblo. Accedieron.
Lo cierto es que me
gustaba mucho la fotografía pero nunca había cursado estudios
oficiales en este campo; era autodidacta. Sí lo hice después con mi
compañera Cristina en la Universidad Popular de Torrrejón de
Ardoz donde encontramos a toda una eminencia como OsvaldoCipriani. Gran etapa.
Mi oficio me llevó
a invertir algún dinero en equipo y a ir recogiendo experiencias que
luego han sido grandes recuerdos.
Mi
afición nació cuando mi padre me trajo de Canarias una Olympus Pen,
que tenía la particularidad de hacer de un fotograma dos, todo un
ahorro. Era cuando se usaban carretes (de 12, de 24 o de 36). La
camarita los convertía en 24, 48 o 72 fotografías (doblaba los
carretes) y tenía buena óptica, por lo que lograba buenas imágenes.
Pasado
el tiempo me hice con una réflex de segunda-mano, digital, que
compré a mi amigo José Andrés Merino. Con ella hice grandes
fotos (creo) como soporte a mi trabajo de gacetillero en varias
cabeceras locales. También colaboré para el Ayuntamiento de
Torrejón de Ardoz, localidad en la que llegué a organizar una
exposición fotográfica, cuando era todo un personaje. La compré
sobre todo por necesidad. Aún recuerdo estar intentando hacer fotos
a algún jugador de fútbol, en el Coliseum Alfonso Pérez. Me
emocionaba y todo viendo a dos futbolistas, luchando por el balón,
dirigiéndose hacia mí. Afirmaba mi cámara digital malucha;
apuntaba, calculaba… y oía la ráfaga de la cámara profesional de
algún compañero junto a mí. Luego, los dos deportistas que
litigaban por el balón se salían de mi campo visual, sin yo haber
accionado siquiera el obturador. No había hecho ninguna foto. Me
quedaba frustrado y envidioso viendo que mis compañeros mejor
dotados (tenían mejores máquinas) no necesitaban que los jugadores
estuvieran tan cerca. Sin yo haber disparado siquiera mi camarita,
los compañeros de otros medios ya tenían infinidad de fotos.
Cuando
llevé mi cámara de segunda-mano ya era otra cosa. Le adapté un
buen “zoom” de una vieja
Nikon analógica y empecé a conseguir fotos de cierto mérito.
Luego, algún hábil
manejo del programa Photosop, hacía
el resto.
Precisamente,
aprendí mucho de Photoshop en una emisora de radio familiar, que
además publicaba un periódico en Torrejón de Ardoz. Mi jefe era un
“self-made man” (hombre hecho a sí mismo) y tenía gran
presencia. Yo le creía, al principio, todo un experto. En la fase
final ya no tanto. Acabamos mal. No era de extrañar; yo le ofrecí
partirle las piernas. El caso
es que con aquel buen hombre, con quien tan mal me llevaba, era
difícil acertar, en cuanto a fotografía se refiere. Yo cubría a
dos equipos locales de fútbol-sala. Nunca le satisfacían mis fotos.
Casi siempre las censuraba por estar movidas y eso que el pabellón
tenía poquísima luz y él no me proveía de adelanto técnico
alguno. No obstante, yo intentaba mejorar. Recurría a todo tipo de
triquiñuelas hasta que un día clavé una foto y se la mostré
orgulloso. Su respuesta volvió a sorprenderme.
Según él aquella foto no podía publicarse. Se veía claramente el
fondo. La grada estaba casi despoblada.
Así
es que aprendí a recortar el balón y pegarle donde no estaba para
que la imagen ganase dramatismo y realismo; para que la foto
valiese. Aprendí a recortar y poner público en el fondo de la
imagen. Aprendí a tapar la propaganda de la competencia...
De
aquella etapa saqué grandes recuerdos. Por las noches llegué a
llevarme a la oficina a mi compañera Cristina y a nuestros
hijos – Yaiza, María y Raul - (les ponía música en la
emisora para que se entretuvieran), para cerrar otros periódicos en
los que también trabajaba. Cristina me ayudaba a picar texto. Yo,
por entonces, llegaba a trabajar diez horas diarias siete días a la
semana; a cambio teníamos más gastos y creíamos vivir mejor.
También
trabajé para proveer de fotos al Ayuntamiento (de Torrejón de
Ardoz). En uno de los actos que cubría, para dicha institución,
tuve una idea genial. Se trataba de una ofrenda floral en la plaza
mayor y todo estaba abarrotado. Se ponía difícil hasta sacar fotos.
Además la acción sucedía a más altura del ángulo de enfoque. No
me gustaba nada la situación. Eché un vistazo a la situación y
descubrí, semi-tapada, una fuente un poco más distante el lugar.
Trepé con agilidad y me coloqué a la misma altura de lo que quería
fotografiar. Estaba un poco más distante pero se podía cubrir con
la lente que llevaba. Salieron unas fotos estupendas. Desde entonces
el lugar que yo descubrí era de los más cotizados entre los
fotógrafos que cubrían el acto.
Como
era plumilla y fotógrafo conseguía, en muchas ocasiones, dos pases
para ciertos partidos y actos (conciertos, obras de teatro, pases de
prensa de películas…) En una de esas ocasiones se celebraba el
partido de vuelta de la Copa del Rey que enfrentaba al Getafe con el
FC Barcelona. Los catalanes habían ganado a los madrileños, en el
primer encuentro, por 5 – 2. Nada hacía presagiar lo que sucedió…
pero sucedió. Yo conseguí acreditar a María,
la hija de Cristina.
Le di indicaciones para que no llamara la atención, una
vez dentro. Asistió a la
gesta del Getafe que logró eliminar al todo poderoso equipo catalán.
Todavía
recuerdo el patadón que le metió Contra (defensa del Getafe) a
Ronaldinho en su primera incursión al área rival. Se oyó en todo
el estadio. El astro blaugrana no volvió a atacar, por
donde estaba el argentino, en
todo el partido. Luego llegaron los goles como si se hubiera escrito
un guion. Que el Getafe necesitaba cuatro goles y mantener a cero su
portería… ¡pues 4 a 0!
Al
acabar la contienda fui a ver a María.
Le dije “¡vaya remontada
histórica a la que has asistido!” La muchacha, con gesto
decepcionado, me contestó “ya… pero soy simpatizante del
Barcelona”.
De
todas estas anécdotas y otras muchas que se quedan en el tintero (de
momento) saqué una conclusión que luego he visto reflejada en una
frase del célebre fotógrafo Ansel Adams:
“El
componente más importante de una cámara está detrás de ella”.
Etiquetas: cristina carbonell, Famosos o casi; Noticias, Getafe, opinion, reflexiones o así, wladi, wladiario, wlady


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