Esfuerzo y diversión a partes iguales
Hice una propuesta al grupo de alumnos mayores (los de más
edad; no los viejos, que mayor sigue siendo adverbio y no sustantivo). Chicos
de 13 o 14 años de edad y una sola muchacha nacida en Bulgaria, que lleva ocho
años viviendo en España. Sólo una chica entre una docena de varones.
Propuse mezclar a dosis iguales esfuerzo y diversión. Y
recordé que sólo el esfuerzo puede hacer penoso el proyecto. Y que sólo la
diversión puede difuminar el objetivo y camuflarlo.
Parece que funcionó… el primer día.
Los jóvenes escuchan si se les habla directamente y del modo
adecuado (nunca chillando, eso les inmuniza, notan que suena la alarma que les
atrinchera en su sordera). Cuanto más viejo me voy haciendo más hablo con mis
alumnos. Y me oyen. Algunos incluso me escuchan.
¡Ay si fuera yo la voz de la sabiduría! Sólo puedo aportar
algo de experiencia; la mía.
En estos días de julio caluroso (como los cien julios que
precedieron a éste) andamos con un campamento multideporte en Parla. Está bien
concebido de manera que se le da la oportunidad al alumnado de practicar en
cursillos de tres días seguidos seis bloques deportivos diferentes. Siempre de
9.30 a 11.30; durante dos horas seguidas ¡nada menos! Luego, tras el almuerzo,
tienen curso de natación de 12.00 a 13.00 y a continuación baño libre… Hasta
las dos que se van a sus respectivos domicilios (o a donde se les ponga en los
cascarones)
Los bloques por los que rotan los 150 niños participantes en
este campamento, organizados en grupos de 25 cada uno, son: Fútbol (que no nos
falte nunca el fútbol), Atletismo, Juegos Populares, Yudo, Danza y Deportes de
Sala.
La oportunidad de promocionar un deporte tan poco atractivo
para los Mass Media como el yudo, de una forma tan directa y contundente, es
una maravilla. De hecho, tras la primera semana de trabajo los resultados están
siendo muy positivos… ¡todavía no se ha matado ningún niño!
Ironías aparte, el trabajo profesional está siendo de altísima
calidad llegando a captar en muchas ocasiones el interés de los muchachos. No
obstante, rezuma en muchos de ellos un estado de apatía característico del
chaval que sabe que está donde está, haciendo lo que sea, con tal de no estar
en su casa porque sus padres no pueden atenderle. Este sí es un mal de los
tiempos que corren y, por más que en los tiempos de Sócrates ya fueran los jóvenes
también díscolos y poco respetuosos, es en nuestra sociedad moderna en la que
se sienten desplazados contra su voluntad a lugares que no siempre eligen de motu proprio y por decisiones en las
que, además de no intervenir, no están en absoluto de acuerdo. El viaje a ninguna parte –o tránsito
contínuo- de los niños de padres trabajadores, se podría decir. Y muchas veces
ni siquiera es que sus padres anden tan atareados y tampoco es que no puedan
atender a sus retoños; es que no quieren. Y viendo cómo son, a mí no me
extraña. Pero es que, cómo son, es precisamente un fiel reflejo de cómo son
educados y eso incluye cómo se les trata y a dónde se les manda cuando llegan
las vacaciones con tal de no atenderles (o precisamente por no poderles
atender).
La sociedad moderna está montada tipo trampa. Una vez sales
de eso de la adolescencia aspira el ser humano a independizarse y es cuando más
depende si bien sea de un modo más sibilino o inconsciente. Si hasta la
adolescencia el ser humano depende de la madre protectora y del padre provisor
lo hace a pleno pulmón; con todas las consecuencias. Una vez madura ese ser
humano (si es que madurar es la palabra correcta) se pasa a un estado de
libertad condicionada que confunde y origina multitud de depresiones. Se pasa a
depender de un trabajo, de un jefe, de una empresa, de un coche o medio de
comunicación para ir a trabajar o a buscar la fuente de ingresos. Y todo eso
cuando la ecuación se puede simplificar así, pues hoy son legión los que
pululan sin fuente de ingreso fija, sin dirección pues, de un lado a otro
intentando dar visos de normalidad a su existencia; dejando los días pasar a
ver si vienen tiempos mejores. ¡Un panorama!
Como yo no tengo soluciones y tampoco he planteado aquí el
asunto de una manera demasiado científica voy a volver al comienzo de mi
reflexión. Sabido es que este WLADIARIO no pasa de ser un vomitorio de las
ideas y reflexiones de este periodista en paro y abnegado profesor de yudo que
suscribe. Si a alguien en algún momento le aporta algo positivo ya es todo un
inesperado honor.
El primer día del cursillo de los muchachos de 13 y 14 años
de edad les propuse ese cóctel de Esfuerzo y diversión; ¿recuerdan? Ahora voy a
hablarles de él y de cómo me meto yo lingotazos de dicha bebida inventada que
además no se puede beber. Pero a mí me va funcionando.
Se me ocurre que el equilibrio entre esfuerzo y diversión es
la receta de lo poco que he ido consiguiendo en esta efímera vida (y no es
mucho). Pero no hablo de lo material ahora sino de tener un cierto estilo a la
hora de gastar eso que llamamos vida y de no perecer al intentarlo.
Si traducimos esfuerzo por sacrificio y diversión por humor,
creo que podríamos obrar algún cambio que a la larga podría ser interesante,
cuando no importante. El sacrificio sería el de las generaciones de personas
que tenemos (por edad) que pagar las consecuencias de la que hemos liado. El
humor sería el de afrontarlo sin pesar, sin hacernos un cáncer o volvernos
majaras. ¿Podría esa ser una solución? Afrontar que tenemos que preparar a
nuestros jóvenes para una sociedad mejor; la que ellos conseguirán crear. A
cambio de afrontar, con sentido del humor, que a nosotros nos ha tocado esa
tarea y no otra.
Ahora que se recorta el gasto social en Educación -¡qué
disparate!- hay que recurrir al sentido del humor y a la imaginación (su prima
hermana).
El autor con las medallas que él mismo ha confeccionado para premiar al alumno más aplicado de cada grupo del campamento mutideporte de la Concejalía de Deportes del Ayuntamiento de Parla |
Hay menos medios, pero se pueden suplir o, al menos, paliar,
con grandes dosis de imaginación. Algo así estamos tratando de hacer,
precisamente en este campamento multideporte de Parla. Y ¡ojo! que algunas
cosas sí que se tienen. ¡Menudas piscinas tienen a su disposición los chavales
que participan en este campamento! También un fenomenal equipo de técnicos y
monitores deportivos que están a diario dando lo mejor de sí mismos; y me
incluyo sin falsa modestia.
¿Por qué no les damos una lección a nuestros gobernantes
educando a sus propios hijos para que sean menos cicateros y mediocres que sus
padres? ¿No saldríamos ganando todos?
Esperemos que antes de morir de hambre, los maestros de este
país hayan alimentado el corazón de los jóvenes para que sean libres,
inteligentes y sanos. Y sean capaces de enmendar los errores de sus mayores,
cuando les llegue el momento de elegir entre hacerlo o caer en errores
similares. ¡Que así sea!
Etiquetas: educacion, martin, opinion, reflexiones o así, wladi, wlady, yudo
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