1 de Mayo. Convicción y filosofía
Me van faltando las fuerzas. Ya no tengo energía como antes
(¿derrochaba?). Sólo he adquirido una especia de resistencia que yo llamaría
sorda; por no decir muda. Ya no grito al hablar, por más que clame al cielo,
que se suele decir. Procuro que no se me marque la vena del cuello al
manifestar airado cualquier tipo de agravio. Hay que cuidar la tensión, que en
mi caso suele estar por las nubes… como muchos ciudadanos con los que convivo. Tanta
más información, tanta más intoxicación; como en los alimentos. ¿Por qué se iba
a librar la comunicación (la verdad) si un yogur ya no se te pone pocho fuera de la nevera?
Me van faltando las fuerzas. Ya no tengo energía como antes
(¿derrochaba?). Sólo he adquirido una especia de resistencia que yo llamaría
sorda; por no decir muda. Ya no grito al hablar, por más que clame al cielo,
que se suele decir. Procuro que no se me marque la vena del cuello al
manifestar airado cualquier tipo de agravio. Hay que cuidar la tensión, que en
mi caso suele estar por las nubes… como muchos ciudadanos con los que convivo. Tanta
más información, tanta más intoxicación; como en los alimentos. ¿Por qué se iba
a librar la comunicación si un yogur ya no se te pone pocho fuera de la nevera?
De mis años de estudiante de periodismo (de mis muchos años)
aprendí algunas cosas. No las que se suponen -a escribir correctamente, a saber
comunicar, a saber informar- que eso ya lo sabía. Más bien me mataron el deseo
de escribir, o, al menos, me lo encarcelaron durante muchos años; llegué a
pensar que era cadena perpetua. Aprendí a leer más que a escribir. Me enseñaron
que hay que leer entre líneas. Me enseñaron que unos escriben lo que quieren
que se lea y, sobre todo, tapan, escamotean, lo que no quieren que se lea.
Me enseñaron lo que es la ‘agenda setting’ término hoy en día
inútil pues todos los telediarios, por ejemplo, dan las mismas noticias. Hasta
la del parto de niños siameses o el ladrón al que detiene con una escoba la
china del local que asaltaba la repiten en todos y cada uno de los informativos
televisivos.
Hoy día a los sindicatos se les ataca. Se ataca a los
sindicatos para que se odie a los sindicalistas. Todos, en mayor o menor medida
hemos picado. Nos escriben que se trata de una especie de casta de aprovechados,
que viene ‘explotar’ de algún modo al propio trabajador como lo hace la propia
empresa salvaje. Y la mayoría lee que son unos golfos que predican una cosa y,
en cambio, se enriquecen gracias a oscuros pactos con el sistema y los que lo
hacen posible.
La Puerta del Sol poco antes de que llegase la marcha desde Neptuno (ver reloj) |
Algo de razón pudiera haber en todo eso. Incluso puede que
el porcentaje de sindicalistas golfetes, trinquetes, vagos y mantenidos sea
alto. Ud. que está leyendo esto conoce a un par de ellos.
La Puerta del Sol poco después de que llegase la marcha cuando empezó a llover (ver reloj) |
También está en la mente de todos algún concejalucho o
pliticastro que trinca, que empezó con una mano delante y otra detrás y que,
ahora, está fuera de cacho, sin mérito ni merecimiento, más allá de los
conseguidos en pasillos y pasamanos.
Otro caso del que ahora no se habla (¡¿mucho!?) es el de la
policía. Siempre ha habido en ese cuerpo del orden público brutos, trincones,
corruptos, abusones y gentes de escasa conciencia por no decir algo peor. Pero
hasta los más próximos al anarquismo (como quien esto firma), ruega que haya
cerca un policía si se ve en un verdadero apuro en plena calle a altas horas de
la madrugada.
Quizás por ahí vayan los tiros y nunca mejor dicho. Si, hoy
por hoy, en tiempos de revolución larvada y crisis de sistema, la policía no
debe desaparecer ¿por qué iban a desaparecer los sindicatos? Pues está muy
claro por qué.
¿Es que acaso los partidos políticos deben desaparecer por
la cantidad de delincuentes que cobijan en su seno? Más aún, ¿es que tenemos
que acabar con esta democracia que tanto ha costado conseguir porque unos pocos
se empeñan en no mejorarla?
La pelea es otra, me parece a mí. El ataque más grave,
siendo brutal todo el que se está perpetrando contra el ciudadano medio, es el
que se embosca en el futuro. Se ataca a la Educación que es el futuro de toda
nación, de todo pueblo; y ya no digo país, porque este país se ha ido a la
mierda. Sólo queda que nos salvemos como nación, como pueblo de gente orgullosa
y trabajadora que siempre habitó esta puta y puteada piel de toro. Por eso ese
ataque que ahora se ejecuta está calculado como una carga de profundidad. Y les
va a estallar en la cara a nuestros hijos y a los hijos de estos. Un ejemplo:
¿qué pasa con los abogados que tendrían que licenciarse este año? Pues pasa que
no serán abogados ni podrán colegiarse hasta que no cursen un ‘master’, un
post-grado o como lo quieran llamar. ¿Y quién coño se puede permitir pagar un ‘master’?
Pues eso, el que tenga la pasta. ¡Maldito parné!
José Ricardo Martínez, líder de UGT Madrid |
Si consiguen narcotizar a nuestra juventud es que no ha
valido para nada todo esto. Si no somos capaces de transmitir y ellos de
entender que en este país hubo una guerra cainita, superada (quizás), pero no
olvidada, es que podemos caer en los mismos errores. ¡Qué horror!
Hoy más que nunca es tiempo de convicciones, de ética y de filósofos.
De filósofos como los que callan los grandes grupos editoriales o como los que
domestican esos mismos grandes grupos. Pero también de filósofos como los que
tenemos a nuestro lado en ralos parajes de desidia y molicie, camuflados como
simples hombres y mujeres que van a lo suyo, cuando en realidad se comprometen
con lo de todos. He conocido gente íntegra en la política, en el mundo
sindical, en el mundo empresarial …y, también, en la policía. Son pocos y la
chusma les suele tapar como la maraña tapa algunas raras flores de nuestra
flora. Es fácil distinguirlos por su equilibrio, por su convicción y por saber
enmendar sus propios errores, que, por supuesto, cometen.
Javier López, CCOO Madrid |
Búsquese un filósofo. Procure seguir su ejemplo. Haga de sus
convicciones su camino en esta vida y no coja atajos. No llevan a ninguna parte.
Y no se haga el jara-kiri (sepuku)cuando vea una mácula en su filósofo; no todos son Séneca
y, sin embargo, nadie quiere acabar con la filosofía. ¿Nadie?
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