Los 36 hombres justos
Ayer vi una película de Werner Herzog, un director alemán que
gozaba de mis simpatías, sobre todo en mi adolescencia. Siempre me
ha gustado el cine y desde adolescente me fijaba en los directores de
las cintas, cosa que no todo el mundo hacía – ni hace -.
Una
fenomenal anécdota es que acabé imponiendo mi criterio y toda la
selección castellana acabó, conmigo, entrando en una sala en la que
proyectaban El silencio de Ingmar Bergman. Fue en Sevilla. Yo
era cadete y compartíamos con los “junior” – mayores – la
experiencia. Menos mal que fueron momentos confusos, con todos
hablando a la vez, pero nadie recordaba que había sido mi propuesta.
Alguno me hubiera “linchado”.
Pero
vamos ahora con Invencible de W. Herzog, cinta en la que se
aborda la figura de los “tzadik” de los judíos. Parece ser que,
cuenta la historia del judaísmo rabínico, en cada generación nacen
36 hombres justos elegidos por Dios para cargar con los sufrimientos
del mundo. Se les ha concedido el privilegio del martirio.
El
mundo se apoya en esos 36 hombres justos o “tzadik” que, con
frecuencia, ni se reconocen entre ellos; no saben quienes son.
Cuando
uno de estos hombres justos llega al cielo suele ir tan helado que el
propio Dios debe calentarlo durante mil años entre sus manos, hasta
que su alma puede abrirse al paraíso. Alguno de estos hambres justos
están tan inconsolable, ante la aflicción del mundo, que ni
siquiera Dios logra calentar su alma.
Los
“tzadik” son un tipo especial de persona cuya santidad se basa en
la encarnación de la generosidad y la justicia. Ante ponen los
intereses del prójimo a los suyos propios; son el sirviente por
excelencia para la Torá.
El
uso del término “justicia” en un “tzadik” se basa en el
concepto de que la generosidad es un acto de entrega pura; no merece
alabanza para quien la ejecuta; es un acto de justicia. Los “tzadik”
están libres de pecado al ser justos en plenitud.
André
Shwarz Bart, en su libro El último justo, escribe “si
faltase uno sólo, el sufrimiento de los hombres envenenaría hasta
el alma de los niños pequeños y la humanidad se ahogaría en un
grito. Porque ellos son el corazón multiplicado del mundo y en ellos
se vierten todos nuestros dolores como un receptáculo. Millares de
relatos populares lo atestiguan. Su presencia está demostrada en
todas partes”.
Yo
no sé si existen estos 36 hombres justos. De hecho acabo de conocer
esta historia. Pero me da por pensar en algo que igual existe para
compensar, por oposición. Ojalá que no existan, en contraposición
a tanta capacidad de sacrificio, los 36 hombres incapaces - seguro
que los hay… ¡y más! – Pero me refiero a que ojalá que no
existan los 36 inútiles ascendidos a puestos de relevancia en
nuestra sociedad, de esos que mandan y dirigen nuestros designios sin
saber lo que hacen. Porque de los incapaces, a secas, yo creo que
somos más de 36. Es mi opinión.
Etiquetas: cristi, opinion, reflexiones o así, wladi, wladiario, wladimiro, wlady


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