wladiario

Las cosas de W&CC así como de ALMAYARA.

contador de visitas

martes, abril 14, 2020

El gato y los monjes


Hay veces – las más de las veces – que actuamos por inercia. Lo digo por mi. Hay veces que actúo por inercia, inconscientemente. No me da tiempo a plantearme por qué son las cosas. Menudo esfuerzo. Así es que hago las cosas y punto. ¡Bonito proceder!

Más me valdría reflexionar un poco más, sobre todo después de haber leído el cuento del gato y los monjes. Paso a narrarlo a mi manera.

En un templo de la montaña un grupo de monjes se iba a reunir para orar juntos. Así lo había dispuesto el superior. De manera que los monjes se reunieron a la hora indicada y se prepararon para orar según lo dispuesto por su maestro. Pero, en la sala se coló un gato que amenazaba con interrumpir la concentración de los presentes. El superior mandó suspender la reunión, que estaba siendo poco eficaz, por la distracción que suponía el gato. También mandó al hermano mayor – su mano derecha - atrapar al gato y recluirlo en lugar aislado, mientras duraba la reunión. Así lo hizo y se pudo llevar a cabo la cita.

Al día siguiente, el padre superior, muy previsor, ordenó a su mano derecha que atrapase al gato antes de la reunión para orar. Debía volver a encerrarlo en lugar seguro mientras ésta durara, para no sufrir distracciones. Así lo hizo ese día y todos los siguientes durante años.

Tanto tiempo pasó que el viejo padre superior falleció y su puesto fue ocupado por el hermano mayor. Éste, muy sabio también, encargó al hermano que pasó a ser su mano derecha, que se ocupara del travieso gatito. Así lo hizo por lo que todo seguía igual, de alguna manera.

Con el paso del tiempo, también el gato, muy viejo, acabó muriendo. Entonces el hermano mayor, que se encargaba del gato, muy atento a ser cada vez más sabio, pidió reunirse con su padre superior para algo muy importante tras la muerte del gato. Le planteó que urgentemente tendrían que comprar otro gato para poderle aislar durante las reuniones de los monjes para orar. De otra forma no podrían hacerlo; se habían quedado sin gato.

Me viene al recuerdo, con esta historia, una anécdota. Hace tiempo que le dije a una persona que el origen de la palabra “bonito” era bueno (bono, bonito) en diminutivo. Que no era sinónimo de lindo, como habitualmente se emplea. Así nos lo había explicado un hombre ilustrado en la Universidad. La persona a que me refiero tardó muy poco en sonreír y explicar que eso era mentira. Lo dijo con la autoridad que da la ignorancia, sin preocuparse si quiera en dar su versión. O más bien ofreciendo por todo razonamiento el que da la rotundidad de palabras como: “eso es mentira”.

Menos mal que no era la encargada de buscar al gato.

Lo malo es que todos tenemos algún gato, en algún momento. Todos necesitamos que nos aíslen al felino, para que no nos distraiga en nuestros quehaceres.

Etiquetas: , , , , ,

editado por...Wladi Martín @ martes, abril 14, 2020