wladiario

Las cosas de W&CC así como de ALMAYARA.

contador de visitas

miércoles, abril 15, 2020

El extraño cementerio


En un viaje al campo me dispuse a dar un paseo, como solía hacer. Salí del pueblecito en que me encontraba y, enseguida, vi un sendero que se dirigía a otra villa muy próxima. Se divisaba, en el horizonte, los tejados de las casas de esa pequeña aldea. Así es que encaminé mis pasos hacia allá. No tenía prisa pero el ritmo era firme, así es que pronto llegué a las inmediaciones del pueblo próximo.

Poco antes de llegar a las casas, el sendero pasaba por un cementerio. Hice una pausa y me dediqué a visitar las lápidas. Leí varios nombres y, en seguida, descubrí algo anormal. En lugar de poner las fechas de nacimiento y defunción, junto a los nombres se consignaba el número de días, supuse que vividos, por el que allí yacía. Todos habían vivido muy poco, algunos apenas unos días.

Recurrí a cientos de interpretaciones y ninguna me satisfacía. La que menos me inquietaba era que me había cruzado con un cementerio infantil. Pero, entonces, ¿porqué morían, en ese pueblo, tantos niños? No había ningún adulto enterrado.

Seguí caminando hasta que llegué a un pequeño local abierto. Pasé y me pedí un café; era todavía temprano. Cuando fui servido le comenté al camarero que había llegadi andando por el sendero y me había fijado en el “cementerio infantil”. El hombre se extraño y luego me explicó que no era ningún cementerio infantil sino un cementerio común. Pero todo tenía una explicación.

Al nacer cada niño recibía una libreta en blanco, con un extraño encargo que cada cual debía cumplir en cuanto pudiera: anotar los días placenteros vividos, los que se habían vivido intensamente, los que de verdad se habían disfrutado. Esa era la razón de que figuraran tan pocos días en las lápidas, junto a los nombres.

No se anotaban esos días - lamentablemente los más usuales – en que la rutina había impedido el crecimiento de cada persona. Y la rutina se entendía como lo que obligaba a volver el punto de partida sin progreso alguno, no cómo el hábito para hacer las cosas de manera más o menos automática. Hablamos de vivir con intensidad, sobre todo internamente… si es que se puede vivir intensamente de alguna otra manera.

Por decir algo se me ocurrió comentar que eran pocos días los que había visto consignados. A ello, el camarero me contradijo, explicando que a él le parecían bastantes, sobre todo porque el pueblo había pasado, tiempo atrás, por una rara epidemia que había diezmado a su población. Añadió, que incluso en los días de epidemia muchos de los fallecidos que ahora estaban en el cementerio, consiguieron sumar algún que otro intenso día a su cuenta. Lo hicieron con gestos de generosidad, lo hicieron aflorando -hacia fuera – sentimientos muy interiores. Lo hicieron viviendo intensamente con los suyos en el corazón, sin necesidad de viajar, ni siquiera de moverse.

Salí perplejo del bar. Era consciente de cada paso que daba y, sin embargo, no tenía que pensar en ello, en andar. Era otro tras haber escuchado aquella extraña historia. Seguí caminando por las calles del pueblo hasta que me encontré una tienda abierta. Era de esas donde venden de todo. Olor a algunas especias, latas de sardinas, bombillas, velas, alpargatas… Pregunté si tenían cuadernos y me ofrecieron una libreta. La compré junto a un lápiz.

Justo cuando salí estrené la libreta. Anoté mi primer día, espero que de muchos.

Etiquetas: , , , , ,

editado por...Wladi Martín @ miércoles, abril 15, 2020