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viernes, abril 17, 2020

El Chilam Balam


Mi paso por la Universidad fue curioso. Paso a narrarlo, brevemente, porque creo que viene a cuento con lo que hoy se habla sobre aprobar a los estudiantes. Desde luego no a los universitarios. Otra cosa es que se está habilitando a los estudiantes sin acabar la carrera de Medicina para ejercer de médicos. Ahora hacen falta.

Vaya por delante que no creo mucho en el sistema educativo español y menos aún desde que se promulgó la Ley Orgánica 9/1992, de 23 de diciembre, de transferencia de competencias (entre las que estaba la educación) a ciertas Comunidades Autónomas españolas. Además, soy firme defensor de ciertos postulados de A. S. Neill, fundador de la escuela Summerhill, con la que dio un paso adelante, el pedagogo, hacia la verdadera educación progresista mediante la autorregulación de los niños. ¡Un visionario!

El caso es que la ministra del ramo, muy prudente ella, ha dicho que se pretende que la tónica general sea que, este curso, todo el mundo promocione y que sea raro el que suspenda (hablando de niños). En seguida, muy acostumbrados a que nos digan lo que hacer y a partir de qué números… han clamado desde ciertas autonomías; sobre todo desde la madrileña y la riojana.

Yo tengo mi propia opinión, pero me voy a guardar muy mucho de expresarla. Que cada cual saque la suya que seguro que, al menos yo, la respetaré. Además, si alguien deduce mi opinión, de lo que aquí escribo, y no le gusta, tengo otras - opiniones – (como decía el genio).

Yo empecé Derecho y acabé torcido. Ni esperé a pasar a segundo curso así es que con un amigo pedí el traslado a la Complutense (estaba en la Politécnica – muy lejos de casa -). Para ello debía cursar alguna carrera que no hubiera en la Politécnica. Manejé la posibilidad de irme a Medicina pero mi amigo me dijo que era muy difícil; así es que propuso Periodismo y yo me alborocé con esa posibilidad; podía salir de la Politécnica y encima escribir que me encantaba.

Lo primero que he de decir es que, cursando Periodismo, se frustró mi natural tendencia a escribir de forma libre y espontánea. Mucho tiempo después recuperé esa ilusión.

Como cumplo años en agosto, los compañeros que tenía eran casi de la misma edad. Lo malo es que dejé Periodismo varias veces hasta que acabé la carrera ya talludito. De esa época guardo una fantástica broma que yo solía protagonizar.

El primer día de clase, cuando casi ningún compañero me conocía, madrugaba e iba vestido con chaqueta y corbata a la primera clase, muy tempranito. Llegaba al aula y me sentaba donde el profesor sin decir ni “mu”. Notaba comentarios y carreritas por ocupar cada cual su asiento frente a mí. Todo el mundo siseaba respetuoso a mi alrededor. Mientras, yo sacaba el periódico y comenzaba a leerlo sin abrir la boca ante mi pasmada concurrencia. A medida que pasaban los minutos algunos levantaban la voz. Llegué a escuchar claramente: “estará haciendo tiempo hasta que llegue la hora”.

Y, efectivamente, llegaba la hora y también el verdadero profesor titular de la asignatura en cuestión. Entonces yo, muy respetuoso, cogía el periódico y mi carpeta y me trasladaba a algún sitio libre frente a él, con el resto de mis compañeros. Siempre miraba de refilón y veía caras de desconcierto y asombro, de personas que no sabían lo que pasaba. Me divertía mucho.

Pero voy ahora con la anécdota que quería narrar y que vino a suceder en mi primer abandono de la carrera.

Estaba cursando el segundo curso, creo, y me enfrentaba a la asignatura de Literatura Universal Contemporánea. El sólo título de la asignatura ya me atraía… lo que iba a aprender (yo que era un firme lector, por entonces, de Aldous Huxley, de Herman Hesse…). A su frente estaba un profesor, seguramente un magnífico profesor, que se empeñó en explicarnos – hay una cosa que se llama libertad de cátedra – el Chilam Balám. Esta obra y su estudio nos iba a llevar todo el primer trimestre; en Literatura Universal CONTEMPORÁNEA. Creo que el profesor, con el que, pese a ser una eminencia, no conseguí conectar, se apellidaba Vila Selma.

Como cabe la posibilidad de que usted, que me lee, no conozca el Chilam Balam – cosa rara – le diré que eran unos escritos mayas, del tiempo de lo que llamamos conquista española de América, que relatan acontecimientos de relevancia histórica, sobre todo para los mayas.

No acabé ni el primer trimestre. Me dediqué a mi recién montado gimnasio en San Sebastián de los Reyes, el Sempai. Allí iba a ejercitarse con pesas un tal Francisco Navacerrada que también cursaba Periodismo (acabó de jefe de prensa del Real Madrid, nada menos). Un día charlando con él me dijo que el bueno de Vila Selma había fallecido no si antes dar aprobado general. Me recomendó que fuera a por la papeleta y, efectivamente la recogí. Figuraba una A mayúscula de trazo titubeante. Me dí por Aprobado como me dijo Paco y efectivamente así fue.

También cursé Historia Universal Contemporánea. A su frente estaba un magnífico profesor – no recuerdo su nombre - que, por entonces, pasaba por ser el máximo experto nacional en la Revolución Francesa. De hecho la estudiamos todo el primer trimestre llegando a ser grandes entendidos. En cambio, yo no sabía lo que era una pecera, un estudio de grabación... ni siquiera un ordenador.

Creo que en primero, un día – un sólo día – dividían la clase y nos asignaban visita a la “sala de ordenadores”. Allí fui muy contento y me sentaron frente a uno con un simulador en que sólo podías hacer lo que te indicaban. Como serían mis ganas de aprender (sólo proporcionales a mis torpezas) que conseguí atascar la impresora (todos los ordenadores estaban en línea). Cuando la profesora recriminaba al 7-F – que tardé en darme cuenta de que era yo – “por favor deje de dar a todos lo botones”, me encendí como una bombilla. Y ya está.

No digo que no haya grandes profesionales del Periodismo en España pero me parece que aprendieron más en sus primeros puestos laborales que en la Facultad. Eso sí, seguramente hubo generaciones expertas en la Revolución Francesa y, por supuesto el Chilam Balam.

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editado por...Wladi Martín @ viernes, abril 17, 2020