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jueves, agosto 10, 2017

Va el verano deslizándose

Va el verano deslizándose, poco a poco, entre sudores, como cuando te pones unas botas ceñidas; a base de empujones y tirones. Lo mejor: el no depender del reloj, la pereza cercana al que ha perdido el miedo a la muerte.



Nada ha cambiado, pero ir medio en cueros a cualquier parte es un verdadero logro de la humanidad. Más que un logro, la recuperación de un derecho que las religiones -algunas- escamotearon. Y mucha luz; siempre luz.

Pronto empezarán las sombras de nuevo. Pero ahora, tenemos el antídoto de la Literatura, refugio de soñadores y de capaces de transitar entre la realidad y los sueños con cierta dignidad. También están los paseos a ninguna parte, siempre con un objetivo feraz… como si hubiera que tener razones para pasear.




No va mal lo que llamamos verano. El tiempo se estira como una goma aún sabiendo que es finito. Finito y esquivo con los que reflexionan; con los capacitados en procurar no herir aún a costa de eso otro que llamamos razón; nunca la hay. Y menos para herir a gente buena que se cruza en nuestro camino y de la que conseguimos sacar el pliegue peor. Eso sin contar con la falta de redaños para echar bien lejos a los que vienen a herir (aunque estén enfermos).

La bicicleta, que dejé en medio del salón para no tener que salir a la terraza a por ella, se ríe de mi pereza. Pone el manillar en mi paso para que me tropiece con ella. A veces es el pedal que se cruza en mi paso y golpea mi espinilla: ¡qué mal nos llevamos últimamente! Como un matrimonio huero y gastado. Alguna compensación habrá.



Luego están los libros. Los que sueñas y los que te da tiempo a leer. Ahora en verano, hay más tiempo para ellos. Me acabé Los besos en el pan -fantástico- de Almudena Grandes, con quien he tenido el honor de charlar cuando me la presentó Inés Sabanés, profesora mía de Educación Física -hace lustros- y actualmente edil de Medio Ambiente y Movilidad en el Ayuntamiento de Madrid. Luego, casi de un bocado, El amor en el jardín de las fieras de Juan Eslava Galán: entretenidísimo.

Como junto al libro de Almudena Grandes había sacado de la biblioteca de mi barrio Máscaras, de Leonardo Padura, me puse de inmediato con él. no me decepcionó para nada y he prometido leer alguna otra ventura del inspector Mario Conde, su personaje magistral al que da réplica el actor Jorge Perugorría en cuatro grandes películas. Fíjate que no me acababa de convencer el actor cubano y lo he acabado reivindicando a través de este gran trabajo.

Luego, para seguir con novela policíaca, me fui a saldar una deuda; una doble deuda de la que, de momento, quedó saldada una de ellas. Me explico. Tuve noticias de que la ganadora del Planeta 2016, Dolores Redondo, además de la galardonada Todo eso te daré -otra deuda que tengo- escribió una trilogía del Baztán. Me había leído El guardián de lo invisible y quedé fascinado. Así es que me compre la segunda parte y la devoré. No me defraudó Legado en los huesos y ya tengo comprada la tercera novela: Ofrenda a la tormenta, con nuevas aventuras de la inspectora Amaia Salazar.



Así es que vamos ahora con lo que me queda para esta segunda parte de mi verano. Además de la referida tercera pata de la trilogía de Dolores Redondo, ya ando liado, tras haber ido a buscar otra cosa a la biblioteca, con Últimas tardes con Teresa de Juan Marsé. No había leído nada del autor catalán desde que hace muchos años me emocioné con Si te dicen que caí. También ahora disfruto de la singular prosa del barcelonés.

Para más adelante, tengo preparados Patria de Fernando Aramburu -del que he escuchado muchos elogios- y Sobre los ríos que van de António Lobo Antúnes. Este último libro lo compré en la Librería Lello (Oporto) haciendo uso de la prebenda de aprovechar la entrada como descuento en la compra de algún ejemplar. El prolífico escritor portugués, nacido en 1942 en Lisboa, viene sonando para el nobel de literatura desde hace años. Dice que sus libros "nacen de la basura". Ya tenemos una fuerte motivación para sumergirnos en su universo.




Ya os iré contando, si me apetece y venzo la pereza. De momento, me acabo de tropezar con la bicicleta. Así es que he reactivado este rincón digital que bauticé Wladiario y que nació en marzo de 2005. ¡Buen verano!

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editado por...Wladi Martín @ jueves, agosto 10, 2017