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domingo, agosto 28, 2011

El respeto y la educación (otra vez)

El mundo de la enseñanza es apasionante; a mi me apasiona. Es increíble lo útil que un ser humano se puede llegar a sentir cuando aprende algo, cuando se lo enseñan. Pero aún más increíble es el placer de enseñar algo, de instruir.

En estos días de verano pasan las jornadas entre deseos de perpetuar el tiempo de solaz y las ganas del rencuentro con la tropa de chavalillos, que año tras año nos vienen a nuestro alrededor a aprender yudo; a que les enseñemos llaves y cosas. Ya hemos explicado que nos redimimos de nuestras mierdas cada vez que recordamos que algo hacemos por esta sociedad desde nuestro humilde papel de educadores, aunque no dejemos de ser simples profesores de yudo para muchos de los que nos tratan.

En estos días de verano, también hemos aprovechado para preparar nuestros programas y para reciclar nuestros conocimientos y, si puede ser, para adquirir algún otro. Nunca está de más.

Una de las muchas tardes en que hemos estado trabajando en nuestras cosas, nos hemos dedicado a repasar los modelos pedagógicos en la primera infancia. Pues bien, según J. de Zubiría habría tres grandes grupos de modelos pedagógicos de acuerdo con su propósito fundamental:

  • Los modelos tradicionales, que se proponen lograr el aprendizaje mediante la transmisión de información.
  • Los modelos activos o de la escuela nueva, que ponen el énfasis del aprendizaje en la acción, la manipulación y el contacto directo con los objetos.
  • Los modelos actuales que proponen el desarrollo del pensamiento y la creatividad como finalidad de la educación, transformando con ello los contenidos, la secuencia y los métodos pedagógicos vigentes.

No hace falta ser un lince para entender que la evolución ha llevado a toda una ciencia como la pedagogía a considerar que lo mejor y hacia lo que se ha evolucionado es hacia los modelos actuales en que se propone el desarrollo del pensamiento y la creatividad. Claro que… ¿no tiene eso muchos riesgos? Vamos con ello.

Evidentemente, el lograr el aprendizaje mediante la transmisión de información, al modo tradicional, deja al educador preservado y protegido. Ese modelo tradicional dejaba al maestro en un pedestal. De hecho aún recordamos los de mi generación, y otras anteriores, al maestro subido a una tarima o altillo desde la que se dirigía a la chavalería.

Hace poco se han repetido cursos de formación en federaciones deportivas, instituciones de diversa índole y otras entidades. Multitud de jóvenes acudieron al reclamo de un título con el que sacar unos duros en momentos tan complicados en cuanto a obtener pasta, parné o vil metal. Ha habido una legión de chavales en cursos de monitores de tiempo libre, de socorristas, de diversas modalidades deportivas… Y, como no podía ser de otra manera, se ha vuelto a poner de manifiesto lo que unos buscan en contraste con lo que otros ofrecen. Todo ello aderezado por el sempiterno deseo de monetizar todo, que siempre viene a sacralizar nuestra sociedad y sus putos gurús.

Para no meternos en un charco me voy a circunscribir al ámbito del yudo que conozco un poco mejor que otros. Y conste que todo el esfuerzo de escribir estas líneas va encaminado a proponer y no a destruir. Pretendo sumar y no restar.

Enseñar a enseñar

Cuando se pretende formar a un monitor de yudo es que se intenta habilitar a una persona, normalmente muy joven, para impartir clases de esta especialidad deportiva. No es momento de enseñar a hacer o-soto-gari, por ejemplo. Eso ya lo sabrá hacer o algo ha fallado. Pretender volver a enseñar ese osotogari, por ejemplo, viene a ser un reconocimiento de que algo se ha malogrado y que el aspirante a monitor no lo sabe hacer pese a haber aprobado su cinturón negro. De manera que hay que volvérselo a explicar para subsanar el fallo. Craso error.

Por otra parte, habría que revisar lo que debe aprender un monitor (y mucho más un ATD o Auxiliar Técnico Deportivo) pues las más de las veces (por no decir todas) se va a dedicar a atender niños deseosos de aprender yudo; niños mayoritariamente de entre 4 y 8 años de edad. ¿Para qué coño se le exige a los candidatos el aprendizaje de la Nague-no-kata? Pues eso, que el yudo ya cumplió su primer centenario hace unos cuantos lustros y seguimos con estos pelos.

No es la primera vez que se ha hablado del tema por lo que este texto seguramente rezumará algo de pesimismo; bien que lo siento.

El respeto

Si un aspirante a monitor ya debería saber hacer correctamente un osotogari, por seguir con el mismo ejemplo, también se le deben presumir otros muchos conocimientos. ¿Sabrá saludar correctamente un cinturón negro? Está claro que si lleva un mínimo de tres años asistiendo a una media de dos clases semanales en que se abre y se cierra con el saludo tradicional, alguna idea tendrá; ¡digo yo! Por ese motivo, parece una auténtica herejía tener a la muchachada recordando cómo se saluda correctamente al maestro durante toda una hora de clase. Sin duda el motivo debe de ser algún otro que perseverar en que los futuros monitores de yudo “saluden que te cagas de bien”. Igual se pretende con este tipo de acciones entre lo absurdo y lo militar inculcar algo de respeto a las hordas de adolescentes que hoy día andan asilvestrados según todos los indicadores sociales. Lo que pasa es que para exigir respeto hay que profesar respeto. ¿O no? Y no parece muy respetuoso darle una hora de clase de saludo a un muchacho que ha pagado una pasta para iniciar carrera docente en su deporte favorito.

Con esto no decimos que andemos sobrados de respeto por parte de nuestros jóvenes yudocas; ¡ojo! Todos sabemos qué alumnos y de qué ‘maestros’ o entrenadores son respetuosos y cuáles la montan a las primeras de cambio; sólo hay que ver a sus ‘maestros’. Pero vamos a otra cosa. Siempre hemos apostado más por lo interior, para progresar, que por lo exterior.

Para ello vamos a volver por donde comenzamos estas notas: por los modelos de enseñanza. Aún más; vamos a hablar de tres grandes pensadores que viene a ser pioneros en esto de la pedagogía (aún antes de haberse cimentado esta ciencia): J. A. Comeniu, J. J. Rousseau y J. Pestalozzi. Estos tres autores reflejaron las primeras preocupaciones respecto a qué hacer con los niños en sus primeros años y, posteriormente influyeron en muchos otros especialistas.

La educación

En primer lugar, Juan Amos Comeniu (1592-1670), nos legó su Didáctica Magna, escrita en 1637. En su obra destaca tres ideas fundamentales: naturalidad, intuición y autoactividad.

Posteriormente, tenemos a Juan Jacobo Rousseau (1712-1778), con su naturalismo. Es el primero que proclama el valor de la infancia, desterrando la idea de que el niño es un hombre en miniatura, un estadio transitorio y provisional de la vida, reclamando la necesidad de comprenderlo. A partir de Rousseau se inicia la doctrina educativa de ver en el niño el centro y fin de la educación… ¡que no es poco!

Llega ahora Juan Enrique Pestalozzi (1746-1827) que concibe la educación desde el punto de vista social, en la que su objetivo es preparar al niño para lo que debe ser en la sociedad. Esta idea encaja a las mil maravillas con la idea de Yigoro Kano de que el yudo es una herramienta para hacer sociedad (mutuo beneficio).

Pestalozzi influyó notablemente en F. Froebbel (1787-1852), quien crea la primera proposición curricular institucional en la edad inicial con un enfoque teórico-práctico, que se materializa en el Kindergarten. A su vez Froebbel influyó en las hermanas Agazzi (ya vamos llegando a lo del respeto).

Las hermanas Agazzi, Rosa (1886-1959) y Carolina (1870-1945), son educadoras italianas, anteriores a la famosa María Montessori que desarrolla su modelo pedagógico a partir de 1907, después de la experiencia de haber organizado las Casas dei Bambini.

Pues bien, las Agazzi inician su trabajo educativo en un jardín de estilo froebeliano. El modelo agazziano se caracteriza por un profundo respeto a la naturaleza del niño (del educando), y ratifica una vez más la presencia de los planteamientos de todo el movimiento de educación activa, más que la inclusión de nuevos postulados. Esto es importante en lo que a nuestras reflexiones afecta. Las Agazzi insisten en el respeto a la naturaleza del educando (en su caso al niño). (¿Vamos atando cabos con el ejemplo del saludo protocolario del yudo?).

Algunos modelos pedagógicos actuales en la educación de la primera infancia

La escuela popular de C. Freinet se sitúa bajo el lema de la Escuela Moderna pues, según sus criterios, se apoya menos en el aspecto de la novedad que en el de la adaptación a las necesidades del siglo. En lo que a nosotros interesa aquí, Freinet resume sus reflexiones sobre una serie de principios. Vamos con algunos sobre la naturaleza del niño:

  • Ponerse en lugar del niño (educando) para conocerlo y comprenderlo mejor.
  • Suprimir la posición de superioridad del adulto (el educador debe situarse al mismo nivel que los educandos para reducir la distancia y permitir una convivencia más adecuada).

Sólo con estos dos principios ya tenemos motivos de nueva reflexión y autocrítica.

Por resumir, Freinet habla de tres principios básicos:

  • Libertad: que el niño actúe cómodamente, sin temores, sin represión.
  • Respeto: que el niño sepa que cuenta con el máximo respeto y consideración de su persona, que se le acepta en el grupo como un miembro valioso, en igualdad de condiciones que los demás.
  • Disciplina: que el niño sepa que la libertad tiene sus limitaciones, que en cada momento se trata de hacer lo que se debe hacer en función de las actividades que él mismo ha contribuido a planificar, sugerir u organizar bajo la orientación del maestro. En este sentido debe saber que su libertad individual está relacionada con la libertad de los demás.

Es decir, que el modelo pedagógico Freinet se basa en la plena confianza en el niño y en el respeto a su personalidad. ¿No nos faltará a nosotros algo de confianza en nuestros educandos?

El modelo cognitivo High Scope.

El modelo High Scope, conocido por el nombre de la institución en torno a la cual se integró un equipo de trabajo dirigido por el Dr. David Weikart, comenzó a estructurarse hacia 1960.

Los fundamentos de este modelo pedagógico hacen un marcado énfasis en los aspectos psicológicos del desarrollo. Su propósito es una “educación válida para el desarrollo”, a partir de la teoría formulada por Jean Piaget, que se resume en tres criterios básicos:

    1. Ejercitar y desarrollar las capacidades del aprendiz que están surgiendo en la etapa de vida en que se encuentra.
    2. Estimular y ayudar al aprendiz a desarrollar sus patrones personales de intereses, capacidades y aspiraciones.

3. Presentar las experiencias de aprendizaje cuando el aprendiz está en condiciones de dominar, generalizar y retener.

Este modelo de la High Scope nos lleva a otra cuestión importantísima y muy descuidada en nuestro mundillo del yudo en que se pasa por alto el enseñar al niño lo que le conviene según la etapa de la vida ( de su desarrollo) en que se encuentra. ¿Por qué hay que empezar enseñando osotogari lo mimos al niño de 6 años que al de 12 y que al neófito de 20 o de 30 o de 40 años de edad?

El modelo personalizado de P. Fauré

Este modelo pedagógico surge en Francia a mediados de los años cuarenta, siendo su promotor el jesuita Pierre Fauré, a partir del cuestionamiento en torno al hombre y lo que significa ser persona. Los fundamentos filosóficos básicos de este enfoque, hacen énfasis en conocer las características del ser persona. Entre estas características se encuentran las de singularidad, selección, creatividad, unificación, ser libre, comprensivo, capaz de amar, sensible. (A eso sí le llamaría yo respeto profundo al educando).

Conclusiones

Igual hay que empezar a perder el miedo a que un alumno le pase la mano por encima del hombro a su maestro entendiendo en ello un acto de falta de respeto antes que uno de acercamiento y cariño. Sin duda algunos prefieren el respeto que da el uniforme, la insignia, la bandera, el escudo, el himno, el dinero, el coche, la marca de zapatos, el título, al que se saben granjear los que gozan de potestas antes que de autoritas. Malo, malo. A estas alturas ya deberíamos saber algo de lo que ocurre con esos respetos del taconazo, del “sí buana” y del águila (cuando ya todos prefieren el respeto del mahou, por despedirnos con una broma).

NOTA: La información aquí proporcionada, que no es poca, es gratis. Se puede obtener ésta y otra leyendo un poquito y teniendo algunas ganas de crecer (y muchas menos de ser respetado a toda costa).

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editado por...Wladi Martín @ domingo, agosto 28, 2011