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martes, noviembre 01, 2011

Recortes en el yudo u olímpicos autofinanciados

Hoy me he desayunado con mi café de costumbre y con una noticia que me ha conmocionado. No es que uno sea un tío frío e insensible, pero la saturación de noticias trágicas nos hace a todos forenses ante el cadáver. Claro que hay resquicios para que se asome esa sensibilidad que tenemos casi todos… hasta Hitler pintaba cuadros inocentes y policromados.

Mi café de desayuno, como siempre, era sólo, sin leche ni azúcar; puro, que decían mis hermanos hispano-cubanos. Es lo poco que me resta de mi etapa de competidor (cosas de “dar el peso”; cosas del siglo pasado).

La noticia también venía sin azúcar, ni leches, muy al estilo directo de mi amiga Montse Coque quien lo firma. Se puede leer en MARCA, lo que equivale a decir que ya lo habrán leído millones de españoles, incluso de esos que no distinguen un ‘sido’ de un ‘antei’(que los hay).


Bajo el título El yudo español estrangula su futuro olímpico Montse nos descubre que la crisis y su gestión también han hecho mella en nuestro deporte favorito. A falta de unos nueve meses para que se celebre la apertura de los Juegos Olímpicos de Londres se descubre que algunos de nuestros yudocas más representativos no tienen garantizada su presencia en tan importante cita, pese a que así lo podían creer. No es una nueva normativa internacional, no es una pandemia que afecte a la salud de los yudocas de la selección nacional, no es un conflicto político o un boicot… No. Es, de nuevo, el vil metal. Si quieren seguir en el circuito que se lo paguen ellos.

No hay pasta… o hay poca y se recorta para según qué y quiénes.

Así es que como no llega, se recorta. De esta salomónica manera (es ironía) se ha estudiado un corte. Más que un tijeretazo se ha cogido la katana y se ha dado un tajo al que se da en llamar ‘ranking’. Y listo. Cirugía pura y dura. Corte aséptico y frío que se sutura en quirófano con todo controlado. Pero el corte cercena ilusiones, seca mares de sudores y preña de hiel el corazón de algunos de los mejores. Algunos deportistas forjados en el crisol donde del carbón se hace oro se socarrarán como barro horneado y sus corazones áureos acabarán convertidos en polvo. Y aquí no pasa nada (o eso se pretende).

A algunos de nuestros yudocas más eficaces y en mejor forma no les afecta. A otros casi a la misma altura sí. En el artículo de MARCA se puede leer quiénes quedan a un lado y al otro del tajo. En ambas orillas tengo amigos y gentes que me parecen más que admirables. Son deportistas a los que pongo de ejemplo a mis alumnos. Ahora, me morderé la lengua antes de recurrir a su ejemplar sacrificio porque me avergüenza hablar de yudo, incluso ante gente que no sabe de lo que hablo.

Últimamente, he oído a personas a las que admiraba por su honestidad palabras tibias para no reconocer injusticias y tropelías que ellos conocían de sobra. He escuchado lisonjeras dádivas de otrora venerados maestros a los que creía incorruptibles hacia gentes a las que siempre despreciaron (y lo peor: por un plato de lentejas –o por un par de danes de mierda-).

Menos mal que a cambio he descubierto luchadores donde antes no sabía existiese valor o compromiso. He visto irrumpir extrañas florecillas iridiscentes en campos de cardo monocromáticos.

La noticia de los que podrán quedarse sin Juegos, salvo que encuentren pasta para sufragarse ellos mismos la fiesta, me abre infinidad de reflexiones y de recuerdos. Me pregunto por qué cuesta lo mismo la licencia de un chaval que practica yudo tres días en semana que la de Isabel Fernández. Me acuerdo de que Fernando Blas no pudo participar en un Campeonato de Europa porque a alguien se le pasó la fecha de inscripción del ‘chaval’. Me pregunto dónde va el dinero de las licencias de los niños (aproximadamente el 80 o 90 por ciento del total de lo recaudado) cuando disfrutan de apenas un 10 por ciento de las actividades y beneficios que la licencia conlleva. Me acuerdo de la pasta que me costó participar en un Campeonato de España Universitario del que volví sin medalla porque se me salió un hombro en el combate por el bronce y en mi propio coche conducido por mi amigo Javier López Otero. Me pregunto si habrá habido recortes en los sueldos de directivos, en las dietas de altos cargos… antes de haber adoptado la medida de la katana que afecta directamente a los deportistas. Me acuerdo de que me colaron en la habitación del hotel mis amigos José María Campo y José Antonio Cecchini para poder participar en los entrenamientos de la Selección que dirigía el mismísimo Sasahara. Me acuerdo que fui en la Vespa con mi amigo Miguel Ángel Gracia a esa misma concentración y que no me dejaron pegar pese a que sí lo hicieron cinco deportistas (todos por debajo de mí en el ‘ranking’), curiosamente todos del mismo club presidido por el que no me dejaba tomar parte en el campeonato. Me pregunto cómo es posible que ese mismo personaje siga estando todavía en puestos de mando y cada vez con más poder (...mucho chupa-gallinas pequeñas por ahí).

Todas esas reflexiones me las hago sin entrar en comparaciones. Pero también se me ocurren algunas ¿Se esforzará más Rafa Nadal que Ángel Parra en sus entrenamientos? ¿Tienen las mismas compensaciones en relación a su esfuerzo? ¿Tiene más currículum deportivo Marta Domínguez que Isabel Fernández? ¿Viven igual? ¿Se merece más participar en Londres 2012 el futbolista Sergio Canales que David Alarza? ¿Cuándo se retiren tendrán las mismas oportunidades en el mercado laboral?

Pues acabamos de dar el nombre de tres yudocas a los que afecta el bisturí. Y están las cosas como para buscar patrocinadores para nuestro querido yudo. Si es que aburre hasta la retransmisión de un evento de primera fila y sólo lo vemos los muy introducidos en el mundillo. A los campeonatos de yudo sólo van los familiares de los yudocas y las novias (o novios)… a veces ni eso. También es buen momento de reflexionar sobre lo que se ha hecho por promocionar nuestro querido deporte, cuando actualmente viene a ser poco menos que incompatible con los medios de comunicación de masas comerciales. Claro que hace poco presencié la retransmisión de un campeonato de primerísima fila y me pareció patético. Un periodista y un experto ante un monitor y con la emisión en plena madrugada. No acertaban los pobres ni en las repeticiones de mal que estaba el producto editado y producido… imagínense Uds. cómo llega el bodrio al gran público. Sentí vergüenza ajena de nuevo. Menos mal que estaba solito en casa –pensé- y que poca gente verá esta infumable retransmisión deportiva a estas horas. ¿Cómo defender, con cosas así, mi pasión por el yudo? No nos lo ponen fácil; no.

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editado por...Wladi Martín @ martes, noviembre 01, 2011

1 Comentarios

At 2/11/11 22:30, Anonymous Anónimo said...

sigue escrbiendo Wlady....
un abrazo
M.C.

 

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