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lunes, noviembre 07, 2011

El cupón de la ONCE y la Operación 20N

En la fábula de Steinbeck “La perla” a una familia de humildísimos campesinos les asalta, en un mismo día, la suerte; la buena y la mala. Los dioses y trasgos de la fortuna se fijan en la familia de Kino, Juana y su hijo Coyotito. Primero le toca a la pobre criatura, que se lleva la peligrosa picadura del escorpión. Luego le toca al padre que saca del fondo del mar la que llaman perla del mundo por su tamaño y belleza. Y a partir de ese momento, pese a los sueños y proyectos de la indigente familia, el mundo se les vuelve hostil y la desgracia se les cose a los talones.

Hablando de fortuna y de suertes (mala o buena) recuerdo aún el día, ya lejano, en que firmé como técnico deportivo de la Concejalía de Deportes del Ayuntamiento de Parla. Pensé que sin duda se trataba de un golpe de fortuna. Sentí algo parecido a si me hubiera tocado la lotería. De aquello hace ya muchos años porque el tiempo corre que se las pela. Pero el sentimiento de buenaventura me acompañó muchos años también. Pensaba que además de sentirme bien remunerado había caído en un lugar en el que se apreciaba mi trabajo y se reconocían mis esfuerzos (que no han sido pocos… ¡jamás regatee en eso!) Albergaba grandes esperanzas de levantar el maltrecho panorama de la escuela de yudo y lo hice. Pasamos de dos docenas de alumnos a más de 100. Ansiaba contribuir a mejorar el panorama del yudo parleño y lo hice. Parla existe en la Federación Madrileña de Yudo y en el ámbito del sur de la Comunidad Autónoma y yo contribuí con entrenamientos conjuntos, con la Liga de Parla, con las Mañanas del YU…

Pero llegó un nubarrón. Un rumor empezó a sombrear el colorido horizonte haciendo gris lo que antes vibraba en policromía. Se empezó a hablar de privatización. Luego, desde estamentos oficiales se corregía. No, por Dios, nada de privatización; se trata de externalización. Pacatos de mierda que no leen ni el periódico (el MARCA si acaso) y te quieren dar lecciones lingüísticas.

El nubarrón resultó ser la avanzadilla de borrascas y más borrascas que ahora nos traen tormentas y huracanes. Y algunos ni el paraguas hemos cogido entretenidos en soñar con hacer campeones, con formar hombres y mujeres sanos, fuertes y libres, con asentar el grupo y consolidar el proyecto deportivo…

Hace pocos días fui a comprobar un cupón de la ONCE. Juego a veces a eso que algunos seguimos llamando ‘los ciegos’… ¡qué poca corrección política! Cierto es que cada vez juego menos de harto que estoy de comprobar desolado que el cupón ha caducado. Se ve que no tengo vocación de millonario. Pues bien, decía que hace poco al ir a comprobar uno de esos cupones atrasados reparé en que tenía la terminación… los dos últimos números. Mi mente no estaba preparada para leer más números hacia atrás y debió conformarse con esa coincidencia de dos dígitos. Fue mi compañera la que dijo: pero si tienes cuatro números. Sólo el primero era diferente. En lugar de un 3 yo tenía un 2; todo lo demás coincidía. Fui a ver qué premio me correspondía y comprobé que se trataba de 200 euros. Toda una alegría. Pero, entonces, con una rapidez endiablada sucedió en mí una reacción tan humana como absurda. A los pocos segundos de haber comprobado con cierto alborozo que tenía 200 euros donde antes sólo tenía un papelito, empecé a manifestar un cabreo monumental. ¡Puto 3 de mierda…! Por el maldito numerito no tenía 35.000 euros que eso sí es un buen bocado. Mi frustración alcanzaba la cota de la ira y sentía que había fallado vilmente después de haber estado en el punto cercano al pleno acierto. Me sentía tan culpable como derrotado. Y sólo en cuestión de segundos. ¡Cosas de los dioses!
En la historia que antes relataba de mi llegada a la localidad de Parla como técnico deportivo de yudo desde luego no ha habido una reacción tan meteórica. Quizás esté en un punto de frustración similar al arriba descrito y quizás también por la certeza de haber estado muy próximo al pleno acierto y haber quedado con un premio de consolación. Pero sin duda en esta historia mía como profesor de yudo parleño hay poco margen para cabrearse con los dioses y mucho con los endiosados.

Cuando escribo estas líneas en esta otoñal mañana de lunes 7 de noviembre sigo sin haber cobrado mi salario de octubre. Y como yo el resto del personal del Ayuntamiento de Parla. Me dicen que es ilegal… yo de eso entiendo poco. Pero sí que comprendo que es cruel, humillante y desvergonzado… De eso sí que entiendo. Cobraremos –los que aún quedamos, que vamos siendo menos con tanto despido- en tres cómodos plazos. Primero (todavía no sé cuándo) el sueldo; luego la productividad y, más adelante, el no se qué, que no se nos abonó el mes pasado. En resumidas cuentas, que cobraré en tres veces los casi 850 € que percibo por mi media jornada (17 horas y media a la semana). Salgo a unos 12 €/hora sin contar excursiones, campeonatos, cursillos, entrenamientos extra… se me ocurrió echar la cuenta hace poco.

Comienza su obra (“La perla”) el Nobel Steinbeck diciendo: “Como la historia se ha relatado tantas veces, ha echado raíces en la memoria de todos. En ella, como en todos los relatos eternos que viven en los corazones del pueblo, sólo hay cosas buenas y malas, blancas y negras, santas y perversas, sin que se hallen jamás medias tintas”. Y dentro de poco nos proponen votar o gris o sombra, o media tinta o medio en broma, o derecha o más derecha, o mentiroso o trapacero, o babas y todos los que meta con él o babas y todos los que deje con él.

Ya está bien. Tenemos ocasión de decir, como en los relatos eternos que viven en los corazones del pueblo, que sabemos distinguir entre cosas buenas y cosas malas (y no quedarnos con las menos malas), entre blancos y negros (y no quedarnos con los grises por si acaso llegan los blancos o los negros)… Que ya está bien de tanto gris y sobre todo, de tanto endiosado que decide por ti sin contar contigo más que cada cuatro años para intentar seguir perpetuando su viciado círculo morboso. Hay alternativas; hay grupos que empiezan a utilizar Internet como herramienta para seguir pegados a su electorado, para andar cosidos a lo que piensa la masa que les ha elegido y representarla. Y esto tan sencillo es lo que evitan a toda costa los grandes partidos que recientemente han blindado su perpetuación en el poder. Hay medios pero no interesan. Hazlos saltar por los aires. Actualmente hay demasiado culo para tan poco asiento y se nota la feroz lucha por el seguir viviendo a costa del otro, sin dar un palo al agua, sin hacer un trabajo efectivo por quienes les han votado. Con sólo movilizar al 33 por ciento del electorado indeciso, que no vota o que vota en blanco (craso error) íbamos a ver a más de uno de estos chupópteros cogiéndose un libro para preparar una oposición ¿no te haría ilusión? Hay excelsos nombres de criaturas políticas que jamás se apuntaron al INEM y a duras penas completaron estudios básicos o BUP si se me apura. ¿No te haría ilusión verlos en la cola del paro?

Y hablando de ilusiones… Como explicaba más arriba, nos queda la ilusión del cupón de la ONCE. Seguir jugando a ver si toca. Y, luego, si acertamos todos los números menos el primero… a cabrearnos de lo cerca que estuvimos del premio gordo y a contentarnos con el de consolación… ¡podía haber sido peor!



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editado por...Wladi Martín @ lunes, noviembre 07, 2011