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Las cosas de W&CC así como de ALMAYARA.

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lunes, abril 19, 2010

Soltando palabras

Hoy quiero hablar de cosas humanas… e inhumanas, pero según vayan saliendo; como ocurre en la vida misma.

Dice Juan Diego Botto que “la primera persona que va a ser juzgada por los crímenes del franquismo es precisamente la única que ha pretendido investigarlos”. Esto es una paradoja (por no decir otra cosa). También reconozco, que en el mismo sobre de cromos, junto a mi odio al franquismo está una pequeña satisfacción de ver a un juez en el banquillo. Me gustaría, también, ver una monja en el prostíbulo, un cura en el club de maricones… Sé que van pero yo no les veo (afortunadamente).

Odio los uniformes. Fui a un colegio pijo con uniforme. Un niño rico me cambió la chaqueta. Me estaba pequeña. Otro me robó el libro de Historia (precisamente el de Historia). Luego fue director general de una gran compañía de encuestas, a la que recurría el Gobierno a cada poco. Pero el libro lo recuperé y en la foto de la bomba atómica escribí cientos de veces el nombre de la chica de mis sueños; la compañera de cabellos áureos que veía inalcanzable. Ahora está separada, hace seguros y tiene varios hijos a los que adora. Sus cabellos siguen siendo de oro fino de ley.

Cuando salí del colegio pijo me fui al Ramiro de Maeztu. No se obligaba la uniformidad, pero todos íbamos de vaquero y polo. Todos misma forma y uniformes. Hasta acertábamos en los mismos colores. Para colmo, no había chicas, por entonces, en el famoso instituto madrileño. A cambio, conocimos a los primeros mariquitas. Eran compañeros y no nos dábamos cuenta de nada, sólo de su pequeña diferencia. Bastante teníamos con meter gol en el recreo. Se parecían a algnos profesores (pocos y poco).

He visto a tres niñas saltar a la comba. Me pareció un espejismo, pero era real. Ha sido este fin de semana (en pleno 2010).

Hace poco viajé en autocar con muchos niños y adolescentes. Todos tenían juegos electrónicos; ‘pleisteision’ llaman a esos aparatitos. Otros trasteaban con teléfonos móviles y hasta un ordenador portátil llevaba una adolescente (también de cabellos dorados). Pese a todo, quisieron ver una película en el video del autocar. El conductor se negó. Acabaron cantando, padres, madres y niños, viejas canciones de excursión del siglo pasado. Faltó la de “para ser conductor de primera…” El chófer era un sota. Mejor.

Llego a este momento de mi disertar y no he hablado ni de la envidia, ni del poder, ni de lo que quería hablar. Así me suele ocurrir, también en mi vida. A quienes quiero paso días sin decírselo, sin manifestárselo de alguna manera; sin siquiera ver. A quienes odio, paso días sin insultar, sin menospreciar; sin siquiera recordar. ¿A ver si no se me estará yendo la vida en un lento fluir, en un cálido desperezar?

Quiero a los que quiero y odio a los que odio; cabrones. Claro que dicho así… Otro día tendré mejor sembrado el estro; lo siento.


Os dejo una coplilla que pergeñé hace unos días. No se me ocurre otra .


De tanto soñar tus labios

besé, en mis sueños, tu boca.

De tanto buscar tus manos

llegué a escribirte esta copla

Llora mi alma, en pena, llora,

quiere volver al regazo,

el de tu cálido abrazo,

que gimiendo ahora implora.

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editado por...Wladi Martín @ lunes, abril 19, 2010