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domingo, noviembre 27, 2011

Bebiendo sin sed; viviendo sin ganas...

PENSAR ES SUFRIR

El Capítulo XIX de Rojo y negro lo abre Stendhal, su autor, con una cita de A. Barnave: "Lo grotesco de los sueños de todos los días es velo que oculta el verdadero infortunio de las pasiones".Este capítulo lleva por título: Pensar es sufrir.



Hoy se me ha subido a la boca un regurgitón de mierda pura; la que se acumula en mi asadurilla. Sé que por ahí dentro hay algo que no para. Es lo malo de pensar para dentro. Igual un día de estos tenemos cosecha. El cáncer ataca cuando menos se lo espera uno.

Se me ha quedado mal sabor y no es que mi boca huela a rosas habitualmente. A veces, con mi propio regüeldo me enciendo un puro. Casi nadie me pide fuego. Pero no desespero. Soy un tipo sociable (sociable, no socialista)

Pero hoy no estoy para sociedades que quiero distraerme destrozando algo, como el niño que aprende… destruyendo. A ver si dejo de ser niño un día de estos; mañana me pongo.

Estoy por cagarme en la puta calavera del indio Magafuz. Pero ando estreñido. Total, para ponerse a mear y no echar ni gota.

Creo que las cosas van a ir a mejor; estoy seguro. Lo que no tengo tan claro es que sea antes o después de haberse arruinado todo de una vez por todas. Yo, me voy a dar el último plazo para indultarme. No quiero prisas, pero me pongo plazo, eso sí. Si esta vez no cumplo juro que me condeno; yo solito. Me voy a dejar ir como dejan las pájaras irse volando a sus polluelos (ya podrían aprender otras pájaras). Seguimos sin echar a volar generaciones y generaciones de españoles. Y mientras siguen revoloteando a nuestro alrededor miles de pájaros. ¿Será cuestión de madres? Puede ser; me dicen que hay mucho hijo de puta.

No creo en el mal fario porque podría cambiar mi suerte… a peor. Pero a la última cita que tuve con mi propio compromiso llegué tarde. Desde entonces me persigue una sombra que me impide ver hacia atrás. No sé de donde vengo. Algo parecido a lo que les pasa a los jóvenes españolitos de los que desarrollan su pubertad con teléfono celular.

No es cosa buena mirar hacia atrás y no ver. Puede acabar la cosa en miopía en las dos direcciones. Bidireccional; para adelante y para atrás. Igual nos creemos que caminamos hacia el santo lugar en que atan a los perros con longaniza. Hasta lo vemos en el horizonte y no reparamos en que hoy, los perros, los más perros de entre los perros, no comen longaniza. Comen a la carta y las más de las veces marisco.

Hablando de marisco. Para percebes los de mi abuelo. Menudos percebes tenía mi abuelo. Eran otros tiempos. Hombres bragados y mujeres con dos cojones. ¡Qué paradoja! Por cierto: para cojones los de mi madre. Lo malo es que el Mendel ese era muy listo pero un cabrón a su manera. Nos explicó lo de los cromosomas. Aquello de las X y las Y. Todo para dar sentido al lío de la herencia cromosómica. Yo de mi madre no he heredado los cojones. Soy un flojo. A ver… todo el día con el regusto de la mierda en la boca. Ay si yo tuviera los percebes de mi abuelo.

Miro a los niños jugando en el parque y se me ocurre una poesía. Quiero plasmar la inocencia infantil en bucólicos pareados. Pero al intentar escribir no me llega el estro. Me sale una elegía sin rima ni métrica adecuada. No vale ni para un rap ni para canción protesta. Tampoco sé tocar la guitarra; bastante tengo con tocar las narices.

Yo a lo mío. Seguiremos penando de estación en estación. Creo que son 14 las del Vía Crucis; las de este vía crucis en que andamos metidos. Son justo las 14 estaciones que tengo hasta llegar a Parla, cada día de la semana, desde Torrejón de Ardoz, en tren. 1. San Fernando. 2. Coslada. 3. Vicálvaro. 4. Santa Eugenia. 5. Vallecas. 6. El Pozo. 7. Asamblea. 8. Atocha. 9. Villaverde Bajo. 10. Villaverde Alto. 11. Las Margaritas. 12. Getafe. 13. Sector Tres. 14. Parla. ¡Menuda cruz!

Entre tanto seguiremos con el recuerdo de la última rubia que vi, húmeda y rebosante, frente a mí. Fue ayer mismo. Muy entrada ya la noche. Estaba metida en una jarra de medio litro. Hoy vuelvo a tener cita con ella. Con la jarra, digo. A la rubia me la despaché con insolencia y despreocupación. Lo mismo que hice con todas las anteriores. De un trago, como quien dice.

¡Qué otra cosa me queda! Bendito brebaje ambarino, otrora celta, que nivela a las personas más que el amor y mucho más que la muerte. Seguiremos bebiendo sin sed ya que llevamos tiempo viviendo sin ganas… y sin deseos, que no sin sueños.


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editado por...Wladi Martín @ domingo, noviembre 27, 2011