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Las cosas de W&CC así como de ALMAYARA.

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jueves, julio 15, 2010

Seguimos en la lucha

Me pidieron que no me rindiera. Me explicaron que si yo lo hacía todos se rendirían detrás de mí. Lo hicieron en público y yo adquirí ese compromiso como el que quema su piel con el hierro rojo, recién sacado de la llama.

Ha pasado poco tiempo de aquello y, sin embargo, he envejecido en apenas unas semanas lo que cualquier persona en varios años. Tampoco estoy seguro, a estas alturas, de que me sigan esos cien soldados. Quizás la mitad hayan arrojado su armadura, su espada y su ferocidad combativa para desertar; para acudir a campos menos hostiles donde olvidar nuestra batalla; nuestros ideales.

Un día, luce la genialidad de mi espíritu ricamente dotado por los dioses con el adorno de la imaginación. Avanzo unos metros con finta elegante; con un ‘taisabaki’ que decimos los yudocas. Dejo pasar la fuerza del ataque enemigo para aprovechar su propia fuerza y asestarle duro golpe. Tarda en comprender lo que ha pasado, pero apenas he hecho daño; apenas he hecho mella en la espesa coraza de acero que cubre a este encarnizado enemigo al que me enfrento a calzón quitado. Mi piel desnuda choca con la armadura del ingenio mecánico al que me enfrento, al que jamás venceré por carecer de alma, de sentimiento. Es la lucha del héroe desnudo contra el leviatán mecánico; contra la máquina, que ni piensa ni padece. Estoy condenado de antemano y, sin embargo he sido marcado por el hierro candente y no tengo opción a dar un paso atrás.

Corro el riesgo de abatir al dragón, beberme su sangre y adquirir su poder para, así, recién vencida la bestia, convertirme en el monstruo que acabo de derribar para pasar a ocupar, yo mismo, su lugar. Malditos sean los dioses que despertaron, por envidia, ante nuestros éxitos. Los creímos inocentes y, en cambio, esos éxitos enfurecieron a los dioses. Molestos con el irrumpir de su sueño pusieron en marcha artefactos bélicos desconocidos antes, máquinas descomunales capaces de fagocitar a toda una población o localidad. Una vez digerido el ejército, cada uno de los arqueros, de los arietes y legionarios, pasa a ser pieza de la brutal máquina. Se acabó el pensar, huelga el soñar… sólo dormir. Dormir y callar; y también trabajar (como una pieza en su lugar del equipo) hasta reventar o… hasta la eternidad.

Seguimos en la lucha (qué otra cosa queda)

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editado por...Wladi Martín @ jueves, julio 15, 2010

2 Comentarios

At 15/7/10 06:32, Anonymous Anónimo said...

¡Ánimo! Todos tenemos días malos, épocas malas y hasta vidas malas. Aún te quedan algunos soldados. Un besote.

 
At 15/7/10 23:02, Blogger Unknown said...

Ciertamente, entiendo cómo se puede sentir alguién que ha recibido tan poco a cambio de tanto. Cuando menos no es justo.
Me permito escribir, aunque por este mundo del yudo (con "y", como tú dices), soy bastante nuevo. Yo llegué a esta escuela, imagino cómo casi todos los papás que llevan por primera vez a su hijo a una actividad: "a ver cómo es ésto". Evidentemente, la intención de un padre ante una actividad como es el yudo es dual, deportiva por un lado, la más evidente, y educativa por otro, probablemente más importante.
Apenas un par de clases después de comenzar a llevar a nuestro hijo, ya nos dimos cuenta de algo que era evidente, y es que aquello no era una actividad más, y que lejos de cubrir mis expectativas como padre, las superaba con muchísimo. Pablo no sólo estaba encantado con las técnicas que estaba aprendiendo, además aprendía valores, eso que, no por raro en estos tiempos, ha dejado de ser algo tan importante.
Las personas lo son todo en la vida, y algunos con sus manos, su mente, su espíritu, incluso me atrevería a decir con su alma, consiguen construir catedrales de la nada.
Tú, Wladi, eres una de esas personas, imposible de olvidarte, ni olvidarse de aquello que haces, aunque algunos simplemente tengan la cobardía de mirar hacia otro lado, para hacer que no lo ven.

 

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