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lunes, abril 03, 2006

Un poco de poesía, un soplidito de vida perfumada

Tacha Romero -nieta de José Hierro y directora del Centro de Poesía- muestra a la presidenta de Madrid, Esperanza Aguirre, en presencia del alcalde de Getafe, Pedro Castro, el álbum en que se han guardado las innumerables anotaciones que hacía el poeta hasta componer su definitivo "Cuaderno de Nueva York".

De vez en cuando nuestro prosaico vivir se ha de vestir de poesía. Es conveniente y humano. Nos aleja de la bestia que nos habita (a algunos como un adolescente de los de ahora; nunca se les marcha) y nos dignifica ante otros seres más elevados: los poetas… los artistas, los ángeles.

Cada vez que me paso por el centro de Poesía de Getafe descubro algún rincón nuevo, algún quiebro donde la sensibilidad se anida como en un fortín sitiado (hay que tomarlo por la fuerza; aunque sea por la fuerza de la voluntad, para apreciarlo).

En los actos que allí se celebran siempre se despega algún pliegue de mi alma que nos sabía oculto, que nunca antes se había alisado desde que la infancia se me fue un día de odio y mucho trabajo. Aunque se celebre en la colindante instalación del Conservatorio no deja de haber poesía en esa visita al musical vecino; o viceversa.

El pasado sábado me acerqué a celebrar con la buena gente del centro que lleva por nombre el del grande poeta de hierro, el tercer aniversario de la sede sempiternamente provisional. Acudió la presidenta Aguirre, musa –que también lo es ahí donde se la ve- de ninfas de tránsfugas que se dice ahora de las débiles carnes que mudan de ideario al calor del parné. Ese sí que es un buen ideario.

Pasé un buen rato. Lo pasamos mi compañera Cristina y yo. Saboreando la poesía de Claudio Rodríguez que declamaron los alumnos del Centro José Hierro. También se presentaba en el mismo acto “Toda una leyenda”, un delicioso librito editado por el propio centro, con una selección de textos del poeta zamorano; uno de los grandes.

En fin todo esto es sólo para justificar (como si ello fuera preciso) el incluir aquí un fragmento de uno de los poemas que escuché y que me conmovió. Es del titulado “Lo que no se marcha” dedicado a la niña Reyes.


Estos niños que cantan y levantan
la vida,
en los corros del mundo
que no son muro sino puerta abierta
donde si una vez se entra verdaderamente
nunca se sale,
porque nunca se sale del milagro.
Aquí no hay cerraduras,
ni clavazón, ni herrajes,
ni timbres, ni aún ni quicios,
sino inocencia, libertad, destino.
Estos niños que al cielo llaman cielo
porque es muy alto,
y que al sueño lo han visto
azul celeste con lunares blancos
bailar con un ratón entre los muebles
generosos y horribles de la infancia,
y misteriosos:
ahí, en la pata de esa mesa queda
la ilusión, hoy recuerdo,
y en el respaldo de esa silla un nido
cálido, y cruel, y virgen,
y en ese armario el resplandor del miedo
cuando, al abrirlo, nunca
se sabe si hay avispas o si hay miel,
ropa o el cielo limpio de la ropa.
Estos niños que rompen el dinero
como si fuera cáscara de huevo
y saben que los números
no saltan a la comba porque tienen las piernas
flojas, menos el tres,
y saben cómo
susurra la ceniza en los dientes del lobo.



Después de la poesía llegó el flamenco, con alegría y tristeza a partes iguales. Una hija del sol gaditano nos lo mostró bien acompañada a la guitarra por el querido Ramón Ortega; y nos hicieron pasar un buen rato. Luego, entre bolitas comestibles y pedacitos de comida pinchadas en palillos pudimos hablar con Ezequias Blanco, un fenómeno. Acaba de publicar otro libro. También es poeta, y director de Cuadernos del Matemático, y profesor en el Instituto que lleva por nombre el de Matemático Puig Adams, y buen amigo. Aprovechamos para presentarle a José Manuel Contreras, otro escritor y amigo que lleva un programa radiofónico y literario –que los hay- en la cadena Ser. Se trata del “Rincón Literario” que se emite para Madrid Sur en el 94.4 de la FM.

En todo momento recordé al poeta que sólo pude ver una vez rodeado de muchachos en un instituto de Getafe, siempre querido, siempre rezumando sensibilidad y amor. En todo momento me acordé de su hija Margarita, siempre luchando por el centro con nombre de padre, entre embustes y promesas oficiales. Pero todavía Tacha –la hija de Margarita- dirige el centro y verá crecer el nuevo centro prometido. Y lo seguirá dirigiendo junto a Gonzalo Escarpa; otro personaje inolvidable.

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editado por...Wladi Martín @ lunes, abril 03, 2006