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Las cosas de W&CC así como de ALMAYARA.

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jueves, enero 19, 2006

Cuando se poda a ras de suelo

Los chopos de enfrente de mi casa
Estado en que dejaron, en un principio, el que tengo justo enfrente

¿¡Quién será el mamarracho al que gusta le seccionar de cuajo un arbolito!?

En estos días en que se han tenido noticias de dos ejecuciones de presos en cárceles estadounidenses, se ha vuelto a reflexionar sobre la vida y la muerte; sobre la existencia. También en estos días, al asomarme a mi terraza he dejado de tener un manto verde que me gustaba contemplar por la paz que irradiaba en esta triste ciudad (una más del cinturón metropolitano de la gran urbe). Decenas de pajarillos poblaban ese arbolito que ha pasado a mejor vida; de esa vida que sólo apreciamos lo suficiente cuando estamos a punto de perderla. Alguien debió decidir que le estorbaba un chopo de unos veinte metros de altura delante de su casa. No le bastó con la poda salvaje que practicaron sobre él unos operarios que, a todas luces, no tenían ni pajolera idea de jardinería y menos de botánica. El caso es que tras ver el tocón en el que habían convertido al recio arbolito, vimos impotentes que era segado de cuajo para que jamás vuelva a crecer. Claro que sólo era un puto arbolito de los que hay miles. Pero, lo grave es que la mente traidora que propició el trágico acontecimiento también la hay por miles de millares. Así nos luce el pelo a la humanidad. No sé cómo opera una mente criminal, ni qué le pasa por la cabeza al que ordena la ejecución de un hombre, aunque sea del más cabrón del mundo; yo no sería capaz. Así, en frío, no sería capaz. Pero todos llevamos en nuestro interior un pequeño criminal que hay que sujetar; conviene tenerle sujeto. Más que nada para no ir sesgando de cuajo arbolitos, ni torturando a quienes tenemos alrededor ni dando por culo al personal (deporte que no han inventado los españoles, pero que dominan a la perfección; ya verán cuando haya algún campeonato cómo nos aupamos a lo más alto del podio). En fin, cómo no me queda más que el desahogo de la expresión desde este rincón, voy a ponerme en el lugar del machote (o machorrita, vaya usted a saber) que ordenó el tajo final del chopo de enfrente de mi casa) Y como una imagen vale más que mil palabras, también tenéis por aquí algunas del atentado, no ya contra el medio ambiente –que se dice ahora- sino contra la propia lógica)

Esta es la vista del arbolito que me ha quedado ahora

Reflexiones de un mamarracho:
Arbolito cabrón, que tapas mi vista. Arbolito altivo que te antojas robusto y sólo tu erguida presencia ya aflora mi impotencia de humano vil, depredador y asesino. Voy a matarte por no inmutarte: por fatigar mis pulmones con el oxígeno puro que expendes. Tú tan limpio, tan verde, tan marrón… tan cabrón. Con tu limpio aire que duele a mis ponzoñosos órganos acostumbrados sólo a vapores grises como mi gris existencia. Cuando llegué a la casa que ahora habito, aprecié los jardines; los mismos jardines que ahora queremos cercar para que sigan siendo nuestros; de nuestra propiedad. Es decir, de nadie más (“Yo con lo mío hago lo que me da la gana”). Pero esos jardines que me inclinaron a comprar la casa que ahora habito (no en la que vivo; que yo vivir, vivir, lo que se dice vivir…) se han hecho insostenibles. El puto chopo; hay que ver lo que mancha. Y la cantidad de polen que echa en primavera. Nos vamos asfixiar todos. Yo que nunca había tenido alergia a nada y fíjate ahora. Cuando llegué a este barrio (claro que entonces era un chaval, como quien dice), qué fuerte estaba. Y tan lleno de proyectos. Ahora las cosas no son igual. Precisamente el arbolito no levantaba más de un par de metros. A poco pasaba ya la casa entera; una casa de cuatro pisos. Hay que joderse como crecen los putos chopos. Bueno; cómo crecía, que éste ya está listo. Ya no me tapa la ventana y puedo ver el piso de enfrente. Un piso de ladrillo como el mío donde viven vecinos grises como yo; qué le vamos a hacer. Pero cuando llegué al barrio, todavía estaba yo hecho un pincel. Y mi Araceli, mira que estaba guapa la jodía y no como ahora que está hecha una vaca… Hay que joderse cómo crecen esos árboles.

¿Dónde irán ahora los pajaritos a dar por culo con su alegre cantar en la primavera? ¿Dónde parará a partir de ahora aquel mirlo medio loco que cantaba de madrugada? ¡Qué se vayan al campo! que es donde tenían que estar. Y no manchando los edificios, que cagan en todas partes y es una lata (digo yo; porque a mí eso de coger una escoba…) A mí me han educado muy hombre y no como a los maricones esos de ahora. Pues no dice el del segundo que eso es un crimen. El gilipoyín ese del ‘futin’. ¡Qué sabrá él de podar árboles! Además, si la primera en quejarse de que las ramas crecían demasiado fue su mujer; que esa sí que está buena. No sé como se ha ido a fijar en el chorras de su marido con su ‘futincito’ amariconado. Si es que en esta finca, si no tomo yo las decisiones no las toma nadie. Ya no hay hombres como los de antes. Y luego de ponen de machista. Con lo que yo he hecho por mi Araceli; y mírala ahora, echa una chacha, que ni se arregla ni nada. Le da igual ocho que ochenta, esta mujer siempre ha sido un poco vasta y ahora está igual que su madre: vaya dos. Además, no sé de qué se queja el mierda del segundo si dicen que ya ha dado la entrada para un unifamiliar y que se piensa cambiar en cuanto venda su piso. Que le den mucho por el culo y que no vuelva. A ver si ahora cercamos todo el césped y quitamos los columpios, que sólo sirven para que los niñatos monten follón y no se pueda ni estar tranquilo en casa. Si es que siempre se ha opuesto a todas las iniciativas que tomo. Es que me tiene ojeriza el muy cabrón. Claro con el chopo le ha valido de poco. Ya se marchaban los de la empresa sin quitar el arbolito, con lo rápido que crecen. Seguro que en dos años estaba igual de alto y me volvía a tapar la vista. Menos mal que a mí no se me escapa una. Si me llego a descuidar me lo dejan ahí y se marchan. Hay que joderse cómo crecen esos árboles.



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editado por...Wladi Martín @ jueves, enero 19, 2006